Publicidad

Freddie Mercury años 70, de la psicodelia a la pólvora

Freddie Mercury irrumpió en el panorama musical inglés en los 70. Formó Queen, lo hizo único. Le dio la voz, la rebeldía, el sonido y la imagen. Este fue el contexto en el que hizo posible lo que hizo, y en el que llegó a decir que iba a ser una leyenda, como lo fue. A 29 años de su muerte, se recuerda a este ícono de la música.

Fernando Araújo Vélez
25 de noviembre de 2020 - 01:06 a. m.
Freddie Mercury en plenos años 70, cuando imaginó y creó "Bohemian Rapsody", entre otras canciones inmortales. / Cortesía
Freddie Mercury en plenos años 70, cuando imaginó y creó "Bohemian Rapsody", entre otras canciones inmortales. / Cortesía
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

El mundo años 70, zapatos de plataforma, pantalones bota campana, pelo largo, african looks, patillas, bigotes, barbas, medallones de pace and love, camisas ajustadas, flores, nada que no hayamos visto en películas, en fotos, en viejas series de televisión o en la realidad, y todo como una muestra de rebeldía, de decir, de gritar, de cantar esto soy yo, pienso en la libertad, lucho por la libertad, detesto los manuales y las prohibiciones, “prohibo prohibir”, y no me acomodo a los viejos años en blanco y negro, a la gomina y la raya a un costado ni al maletín de ejecutivo, ni el sastre de señora y el corsé, esto soy yo, e intento vivir a mi manera, “i did it my way”, como cantaban Elvis y Sinatra, y vivo con mis reglas, en un hueco de dos por dos, pero con mis reglas.

Le sugerimos leer Isabel Allende: “Mis novelas están todas inspiradas en aspectos negativos de mi infancia”

El mundo años 70. Vestigios de los 60, el final de la ola que llega a la playa y se devuelve. Los Beatles, “All you need is love”. Los Rolling Stones, “Satisfaction”. Bob Dylan, “knocking on heaven’s door”, y un reguero de músicos que querían decir lo que pensaban, lo que sentían. Romper con lo establecido. Apostarle a la libertad, siempre a la libertad, e inmersos en un mundo sin reglas, explorarlo todo. Acabar con las guerras, con el infierno de Vietnam, con el apartheid en Sudáfrica, con los regímenes del terror en Sur América, con las balas que habían eliminado a Luther King, a Malcolm X, a John F. Kennedy y a su hermano Robert, terminar de matar a dios y a todos los dioses y vivir el aquí y el ahora, que era el allá y el entonces.

El mundo años 70. La psicodelia. El futuro, que bien podía ser un arcoiris, pero también un barril repleto de dinamita. El mantel que olía a pólvora, como en el poema de Octavio Paz, y la mecha que se iba encendiendo por Occidente y por Oriente, por el Sur y por el Norte, de un lado y del otro, porque los dueños del mundo querían preservar su poder y sus costumbres, y los eternamente obedientes y relegados pretendían cambiar el orden de las cosas. De todas las cosas. El mantel, que olía a pólvora porque habían asesinado al Che Guevara en Bolivia, porque habían masacrado a Salvador Allende en Santiago de Chile, porque la Cía y los gringos pretendían dominar al mundo y enviaba a sus agentes a desestabilizar a los gobiernos que no compartían sus riquezas con ellos.

El mundo años 70. Recoger los muertos que dejaron todas las tormentas, todas las guerras, todos los terremotos, y volver a empezar una y otra vez. Caer porque te empujaron o porque fuiste débil, pero volver a empezar. Pink Floyd, The Wall, “We don’t need more education”. Stanley Kubrick, La naranja mecánica, “Yo, yo, yo. ¿Qué hay de mí? ¿Dónde entro en todo esto? ¿Soy un animal, o un perro? ¿No soy más que una naranja mecánica (hombre mecánico)?”.

Freddie Mercury, Queen, “Simplemente soy una prostituta musical, querida”.

Freddie Mercury, Queen, “No seré una estrella del rock. Seré una leyenda”.

Freddie Mercury, Queen, “No me importa morir mañana. He vivido, en toda la extensión de la palabra”.

Si le interesa leer más de Cultura, le sugerimos: Arturo Pérez-Reverte y las memorias entre líneas

El mundo años 70. Revolcarse en el existencialismo de los 50 y los 60, Sartre y Camus, perderse y encontrarse en el sueño imposible de Allen Ginsberg, o bailar y sentir a cuarenta grados o más una Fiebre de sábado en la noche y ser John Travolta. “Déjenme reír para no llorar, déjenme cantar pa´que la pena no duela tanto”, como decía Rubén Blades, o “Lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida”, como cantaba Silvio Rodríguez. La flor o el puñal, el fusil o la fiesta. Que la vida tuviera sentido sólo si se la exprimía al máximo, gota a gota y todas las gotas juntas y poner en la cabecera de la cama, como gran lema, a Charles Baudelaire, “Prefiero la infinitud del goce en un instante a la eterna condena del hastío”.

El mundo años 70. Marlon Brando y el Padrino. George C. Scott y Patton. Jack Nicholson y Atrapado sin salida. Silvester Stallone y Rocky. Robert de Niro y Taxi Driver. Linda Blair y El exorcista. La vida estaba en una pantalla de cine, cine a las tres, a las seis y a las nueve. El amor estaba encerrado en una pantalla de cine, desde la una de la madrugada hasta las doce de la noche, y el amor era soñar con la protagonista de la película, sin que importara demasiado la película, y Jane Fonda, y Farrah Fawcett, y Catherinne Deneuve, y las revistas y los periódicos que de cuando en cuando publicaban algo sobre ellas, y recortar sus fotos, y lo que decían y también lo que callaban, porque la imaginación era infinita, en tiempo y espacio, en forma y en colores.

Latinoamérica años 70. Ruido de botas por todos lados, uniformes verde oliva en las casas de Gobierno, en los ministerios y en los cuarteles. Incluso, en los periódicos. Los golpes de estado a la orden del día, promovidos desde afuera y por los empresarios. Que todo siga como siempre ha sido, que nadie se mueva. Desaparecidos por un lado y soplones delatores por el otro. Las convicciones duran hasta que te apuntan con un arma. Muerte al idealismo a punto de terror, y por ahí, vida a los opositores de toda la vida, los que cantaron y escribieron para abrir las mentes y dieron la vida por sus ideas, como Víctor Jara, “Son cinco minutos, la vida es eterna en cnco minutos, suena la sirena, de vuelta al trabajo”. Vida a las resistencias. Charly García, “No bombardeen Buenos Aires”, Mercedes Sosa, “me gustan los estudiantes, jardín de la economía”. Daniel Viglieti, “Y tanto y tanto que hemos coantado, y sin embargo poco, poco, si se piensa el silencio que nos acecha”.

Le sugerimos leer La musa de ‘la mariposa’ cumple cien años

Colombia años 70. Aguardiente y cerveza, la moda en penúltimo lugar. Los de arriba, como siempre, arriba. Los de abajo, de ruana y sin justicia ni esperanzas. El M19, Jaime Bateman, la guerrilla, las guerrillas y los viejos guerrilleros de las Farc. Tirofijo y compañía. El Ejército de Liberación Nacional y el recuerdo de Camilo Torres. Carros cuadrados, manuales, duros. Buses destartalados echando humo hacia adentro y hacia afuera. Cigarrillos en los bares, en los restaurantes, en las oficinas. Máquinas de escribir negras, con letras negras. Télex, telegramas. Cartas a mano. Serenatas, Javier Solís, Pedro Vargas y José Alfredo Jiménez. El cartero llama dos veces y jamás deja de llamar. Discos en vinilo y almacenes repletos de discos, y entre tanto disco, Queen. Entre tanto pasado, Queen. Entre tanto gris, Queen.

Fernando Araújo Vélez

Por Fernando Araújo Vélez

De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.Faraujo@elespectador.com

Temas recomendados:

 

Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar