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El caso de los sueldos de los congresistas, representantes a la Cámara y concejales de ciudades como Bogotá, Medellín y Cali es particular y lo quiero analizar en detalle: un concejal gana alrededor de 20 millones de pesos, mientras los representantes y congresistas, unos 32 millones aproximadamente. Estas cifras son tremendamente importantes para la actual coyuntura, en la que no se sabe muy bien de dónde vendrán los recursos para cubrir los requerimientos básicos de la comunidad y del país.
El gasto público mensual de los sueldos de estos funcionarios suma unos 9.828.000 millones (sin contar concejales de otras ciudades aparte de Bogotá, una cifra muy alta si tenemos en cuenta que en el continente solo nos superan Chile y Estados Unidos; esto quiere decir que del bolsillo suyo y mío, queridos lectores y lectoras, les pagamos a nuestros políticos unos de los salarios más altos del hemisferio. Juzgarán ustedes si esto es lo correcto, pero creo que el descontento generalizado hacia la clase política es evidencia de que los colombianos sentimos esta situación como una injusticia sin nombre.
Pero tenemos que ir más allá: pensemos en una persona que gana un salario mínimo en este momento y que no se ha visto obligada a parar de trabajar, como la mayoría de los colombianos; con estos recursos debe sostener a su familia y a sí mismo, pero, además, una parte de su sueldo se destinará a que la clase política goce su privilegio. Usted o yo debemos mantener a una clase política que se supone nos representa.
Hoy día una de las preocupaciones más grandes es el sistema de salud. Tenemos médicas y médicos, enfermeras y enfermeros que devengan tres millones de pesos o menos, poniéndole el pecho a esta situación y en unas condiciones deplorables, muchas veces sin acceso a mascarillas ni implementos adecuados de protección, sin insumos suficientes para ejercer correctamente su labor. Sistemas de salud en otros países han colapsado; tenemos que prever lo que viene para Colombia.
Quiero que nos preguntemos por un momento, ¿cómo es posible que un profesional de la salud que le pone el pecho a esta pandemia, a veces sin el equipamiento mínimo, reciba 10 veces menos que un congresista o un concejal que está en su casa cómodamente? Esto es inaudito e inhumano. Es imperativo exigirles a los políticos de todas las corrientes que den un paso al frente y donen mínimo la mitad de su sueldo al sistema de salud o a sectores sensibles por unos meses; donarlo por voluntad propia mostraría no solo ética política, sino un signo de humanidad y de respeto al país y a sus electores.
Es triste ver como en esta situación puede acuñarse la frase “todos los políticos son iguales”, o al menos eso parece. Hago un llamado a todas los políticos de todas las corrientes políticas. ¿Dónde están los discursos y las bonitas promesas?
Hoy la clase política puede convertirse en un referente, puede dar un paso al frente sinmezquindad y aportar esos 5 mil millones mensuales que corresponden a la mitad de lo que se gana; ese dinero lo necesita el país ahora mismo. Esta iniciativa podría ser el primer ejemplo contundente para hacerle ver a las fortunas más grandes de esta sociedad que la vida debe estar por encima del dinero.