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Instalado en la calle que lleva su nombre, en pleno centro de la capital rusa, el monumento de bronce ubicado sobre un pedestal de granito representa al autor de "Archipiélago Gulag" mirando al frente, con la camisa por fuera del pantalón.
En el pedestal figura sólo su nombre en letras doradas, sin mencionar su papel de disidente "porque el mundo entero conoce a Solzhenitsyn y no es necesaria ninguna explicación", afirmó a la agencia oficial TASS el escultor Andréi Kovalchuk, autor del monumento.
Presente en la ceremonia de inauguración junto a la viuda de Solzhenitsyn, Natalia, el presidente ruso Vladimir Putin elogió la "sabiduría" del escritor y el "amor sin fronteras" que profesaba a su patria.
"Ni siquiera durante su exilio Solzhenitsyn permitía que alguien hablara mal o con desprecio de Rusia, y resistía a cualquier forma de rusofobia", declaró Putin.
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"Distinguía claramente la verdadera Rusia, la del pueblo, y las particularidades de un sistema totalitario que aportó sufrimiento y pruebas difíciles a millones de personas", estimó el presidente ruso.
"Pero lo más importante es que la voz de Aleksandr Isáyevich continúa haciéndose oír, sus pensamientos, sus ideas encuentran eco en los espíritus y corazones de la gente", subrayó.
Coincidiendo con el centenario del nacimiento de Solzhenitsyn, el 11 de diciembre, varios teatros rusos montaron producciones basadas en sus obras, y el ayuntamiento de Moscú lanzó una aplicación que propone una "visita guiada" de la capital tras las huellas del escritor.
Su hijo, Ignat Solzhenitsyn, dirigió para la ocasión en el famoso Teatro Bolshói de Moscú, una opera basada en la obra de su padre "Un día en la vida de Iván Denísovich".
Expulsado de la URSS en 1974 por haber expuesto al mundo los horrores de los campos de trabajo, Solzhenitsyn hizo un regreso triunfal a Rusia en 1994, tras dos décadas de exilio.
Se reunió en varias ocasiones con Putin hacia el final de su vida y no figuraba entre sus críticos.