Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
En noviembre de 2019, mientras estudiantes, campesinos, la población LGBTI, artistas, profesores, obreros, trabajadores de la salud, comunidades afro, entre muchos otros integrantes de la sociedad civil salían a marchar en el marco del paro nacional, seis de los diez miembros del grupo indígena musical “Parranderos del Cauca, 4 + 3”, entraban por primera vez en 17 años a un estudio profesional de grabación.
Hasta entonces, “Guardia, Fuerza”, el himno de la Guardia Indígena, escrito por Manuel y Luis Hernán Sánchez, indígenas y músicos de Totoró, Cauca, había sido grabado artesanalmente y no existía un videoclip oficial de aquella pieza musical que habla del sentimiento ancestral de los indígenas del sur del país. Puede complementar la información con este texto: El poder combativo del himno de la Guardia Indígena
“Nunca habíamos grabado en esas condiciones. Acá en la comunidad tenemos lo normalito, un portátil y algún mezclador. Para ensayar o grabar lo que componemos, nos toca en el rancho en el que vivo y pedirles a los vecinos que nos disculpen la bulla. Ellos nos saben entender”, cuenta a El Espectador, Manuel Sánchez, director de “Parranderos del Cauca, 4 + 3” mientras se acomoda en la falda del cerro El Gallinazo, el lugar que prefiere para escribir letras que después transforma en música.
El día de la grabación que se llevó a cabo en Altar Estudios, en el municipio de La Calera, a las voces de los indígenas que llegaron de aquel pueblito que está anclado entre dos montañas en el oriente del Cauca, se sumaron las de reconocidos artistas nacionales como Ali Aka Mind, Andrea Echeverri, Amós Piñeros, Derly Eliced Musse Pasu, Eulalia Yagari, Gregorio Merchán y Santiago Sarabia de Monsieur Periné. Además, a los requintos, tiples, guitarras y bajos de los músicos ancestrales, se sumaron los talentos de Chane Mesa en el acordeón y Carlos Arturo Villamarín en el arpa.
Vea el videoclip de “Guardia, Fuerza”, el himno de la Guardia Indígena
De esta forma y tras dos años de gestiones, reuniones, lobby y puertas cerradas que después se abrieron a medias, la actriz y activista Cony Camelo, directora del proyecto, lograba materializar una idea que había empezado a gestarse un par de años atrás en el marco de otra minga indígena.
“Hace dos años cuando fui a la sede de la Organización Nacional Indígena de Colombia, ONIC, para llevar unas colchonetas, sábanas, cobijas y otros elementos que se necesitaban en ese momento, conocí a Lucho, que es el Coordinador de la Guardia Indígena. Él estaba muy emocionado porque era fan de Los Reyes, y yo a él lo conocía porque había visto un documental en el que él es prácticamente el protagonista. Ese día me dijo que tenía el proyecto de visibilizar a la Guardia Indígena, pero que no sabía cómo. En una de esas charlas llegamos al tema del himno de la guardia y junto a Klych López se nos ocurrió hacerle videoclip a la canción y producirla profesionalmente”.
Finalmente, Klych López no participó del proyecto, pero Camelo invitó a participar del mismo al director José María Ángel. La producción musical estuvo a cargo de Juan Carlos Pellegrino.
“Hacer imágenes en el Centro de Memoria Paz y Reconciliación me pareció ideal porque la vida indígena está marcada transversalmente por la muerte y no por la muerte natural propiamente dicha. Es un espacio en el que el contraste de la alegría que genera el himno hacia juego con la obra de Beatriz González que se encuentra allí”, dice José María Ángel, director del videoclip.
“El video muestra mucho el concepto del tejido, la red, la unión, los puntos en común. El hecho de involucrar más personas, que no necesariamente son parte de la guardia, hace que el mensaje tome cuerpo y tenga mucha coherencia (…) la idea del tejido es trasversal, por eso el ritmo de los planos es tan rápido y no es ni siquiera por el ritmo de la música, sino porque cuando uno va tejiendo en una máquina tiende a ser muy frenético”, agrega.
Además: Mingas: compleja historia de identidad y resistencia indígena
Juan Carlos Pellegrino dice que la experiencia de producir profesionalmente esta pieza musical indígena resultó inspiradora. “Fue muy conmovedor verlos ingresar a tremendo estudio y guiarlos en ese proceso de búsqueda del sonido. Nunca habían tomado tanto tiempo en cuadrar algo, por ejemplo, gastarle tres horas para cuadrar el sonido de la guitarra, fue para ellos muy extraño y para mí, fue la oportunidad para compartir conocimientos y compartir mi experiencia”, dice.
“Este himno tiene que impulsar a los Parranderos a otro nivel. El cucho que toca el tiple es un Jimi Hendrix del tiple. Lo toca con los dientes, por detrás, con una botella. Es tremendamente talentoso. Es todo un show”, agrega Pellegrino.
De enseñanzas, reflexiones y moralejas. “Por nuestra educación nos han dicho que ser indio es ser pobre, ladrón, incultos, pero en realidad es todo lo contrario. Ellos son los que cuidan los territorios sagrados y los recursos naturales. Los depredadores somos nosotros. Tenemos mucho que aprenderles a ellos. No se trata de pensar cómo civilizamos al indio, sino como nosotros nos volvemos un poco más indios en la relación con el planeta, la familia y la sociedad”, dice Cony Camelo.
Desde hace más de un año, la Guardia Indígena adelanta los trámites para el himno, su himno, pueda ser reproducido en la radio y televisión pública todos los días, como pasa con el Himno Nacional, sin embargo, la propuesta no ha sido escuchada en el Congreso.
“Mientras eso pasa, y más allá de que lo oficialicen o no en el Congreso, espero que el himno de la guardia se oficialice en los corazones de los colombianos. Queremos que los colombianos se lo gocen, lo bailen y lo disfruten en el corazón”.