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El enorme desequilibrio entre mujeres y hombres en su participación en la política y la economía (la llamada brecha de género) es un problema de equidad pero también económico, indican expertas y analistas en el foro de Davos.
"No estamos utilizando gran parte de nuestra fuerza laboral", afirmó a la AFP la costarricense Cynthia Castro, de la consultora RBA y especialista en la cuestión.
La consecuencia es que millones de mujeres están fuera del mercado laboral y dejan a las economías del mundo sin uno de sus mejores recursos para crecer y crear riqueza.
Un estudio del McKinsey Global Institute reveló en 2015 que si se siguiera el ejemplo de los países del mundo que mejor luchan contra la brecha de género se podría aumentar hasta un 11% el producto interior bruto global en el horizonte de 2025.
"La desigualdad de género no es sólo una cuestión moral y social urgente sino también un desafío económico crítico", afirma el informe, que en el caso de América Latina augura que si los países de la zona siguieran el ejemplo de Chile, el más avanzado en la materia, el aumento del PIB regional podría alcanzar un 14%.
En colaboración con el Instituto de la Mujer, dependiente del gobierno de Costa Rica, la consultora de Castro ha puesto en marcha un sistema de certificación de brecha de género.
Se trata de un "sello" de buenas prácticas que garantiza que una compañía respeta criterios como la igualdad de salarios y de puestos entre hombres y mujeres, lucha contra el acoso sexual y el lenguaje sexista (también en su publicidad) o que da licencias tanto de maternidad como de paternidad.
El paso siguiente es crear conciencia entre los consumidores de que existe una certificación, "de manera que igual que preferimos un producto porque es ambientalmente sostenible prefiramos un producto porque es responsable con la brecha de género", afirma Castro, que apunta con ironía la ausencia de hombres en los numerosos debates sobre el tema que se celebran estos días en Davos, un foro donde la mayoría de delegados siguen siendo hombres.
Educación frente al impacto tecnológico
Frente a una situación que ya es compleja, observadores y analistas advierten de las consecuencias para la brecha de género de la cuarta revolución industrial, es decir del impacto de las nuevas tecnologías en la economía, con fenómenos como la robotización y la consiguiente destrucción de empleos.
Según datos del Foro Económico Mundial (WEF), en los trabajos predominantemente masculinos, por cada empleo creado por el cambio tecnológico se destruirán tres. Y en el caso de los empleos que generalmente ocupan mujeres, la proporción sube a cinco empleos destruidos por cada uno creado.
"Entre los asalariados de cuello blanco, el impacto podría ser mucho más negativo para las mujeres", reconoce Saadia Zahidi, responsable de Educación, Género y Trabajo del WEF.
Zahidi es una de las responsables del Global Gender Gap Report, un informe anual que evalúa los progresos de cada país.
Su última edición, publicada a finales de 2016 afirmaba que, al ritmo actual, se necesitarán al menos 170 años para cerrar la brecha entre hombres y mujeres.
Frente a este panorama sombrío, parte de la solución pasa por más educación y políticas para preparar a las mujeres a "nuevos trabajos que nunca antes habríamos imaginado" y que necesitarán muchos más conocimientos científicos, según Mary C.Boyce, decana de la escuela de ingeniería y ciencias aplicadas de la Universidad de Columbia (Nueva York), que está estos días en Davos.
"En la universidad estamos trabajando para atraer a las mujeres hacia esa gran oportunidad y creo que lo estamos consiguiendo. Pero eso tiene que empezar a impregnar la escuela primaria y secundaria", afirma.