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“Ella no cree en la magia de la autorregulación”.
Las palabras son de Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía y una de las figuras más influyentes en el mundo de la economía, especialmente en Estados Unidos. Y las usó para definir a Janet Yellen (74 años), quien este martes se convirtió en la primera mujer en asumir el Departamento del Tesoro de ese país, una institución fundada en 1789.
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Esta destacada economista es el tercer miembro del gabinete de Biden que recibe luz verde del Senado, después del secretario de Defensa, Lloyd Austin, primer afroestadounidense en dirigir el Pentágono, y de Avril Haines, directora nacional de Inteligencia.
La descripción de Stiglitz es todo un cumplido, pero a la vez un reto, en un país en el que impulsar cobertura universal de salud pasa por socialista, pero que engendró la peor crisis financiera de nuestro tiempo (con orígenes netamente financieros) por cuenta de falta de regulación.
Yellen fue la cabeza de la Reserva Federal entre 2014 y 2018, cuando fue reemplazada por Jerome Powell por decisión del ahora expresidente Donald Trump. También fue la primera mujer en dirigir uno de los bancos centrales más poderosos del planeta.
Tanto en ese entonces, como ahora, Yellen ha llegado a grandes posiciones para hacerles frente a retos de la misma envergadura. En ese momento se trataba de impulsar la economía después del colapso generado por el quiebre del mercado hipotecario en EE.UU., una crisis que terminó expandiéndose a buena parte del globo. Y pues ahora debe sacar del abismo de la pandemia a la mayor economía del planeta. Nada de nervios.
Para hacerlo, Yellen debe convencer a los congresistas republicanos de que sus preocupaciones fiscales son tanto menos importantes que los de las más de 20 millones de personas que se encuentran recibiendo alguna asistencia por desempleo. En buena parte, su labor como secretaria del Tesoro será la de construir consensos, esto en un país fracturado ideológicamente entre un bando que intenta mantener a flote la vida y otro que, en esencia, representa al terraplanismo.
Yellen debe impulsar el paquete de ayuda económica del presidente Joe Biden. El plan de Biden para seguir extendiendo la ayuda social incluye recursos por US$1,9 billones, con lo que se podrían entregar unos US$1.400 a los más vulnerables.
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“Sería una falsa economía escatimar” en ayuda para hacer frente a la crisis del COVID-19, dijo Yellen al Comité de Finanzas del Senado durante las audiencias para su confirmación. Durante el encuentro con legisladores, la economista aseguró que con los rendimientos de los bonos del Gobierno históricamente bajos, los pagos por intereses sobre la deuda de EE.UU. como parte de la economía son más bajos hoy que antes de la crisis financiera de 2008.
Además de este paquete de asistencia, el nuevo presidente espera impulsar un proyecto de gasto estatal en temas como infraestructura, que debería irrigar la economía con unos US$7 billones durante la próxima década. Esta última porción será financiada con un aumento de los impuestos, con especial énfasis en las personas que ganen más de US$400.000 anuales.
La exdirectora de la Reserva Federal también será el motor de otra reforma económica que Biden introducirá el próximo mes para crear más empleos en manufactura (una de las promesas de campaña) y energías limpias, ahora que EE.UU. decidió volver a formar parte de los Acuerdos de París sobre cambio climático.
En 2019, Yellen, junto con otros 44 economistas de alto nivel en Estados Unidos, firmaron un documento abogando por la imposición de los llamados impuestos al carbón. “Esto no es controversial”, escribieron en el documento.
La entrante secretaria del Tesoro (quien ya fue confirmada por el Congreso de EE.UU.) es una de las personas con más peso en la política económica de ese país y lleva varias décadas siendo la primera, o la única, de muchas cosas: primera cabeza de la Reserva Federal, la única mujer en recibir un doctorado en Economía de Yale en 1971, la única profesora de economía en Harvard durante parte de su tiempo en esa universidad. Sobre alguna de estas etapas, Yellen ha dicho que han sido tiempos solitarios y complicados. Esa soledad, sin embargo, ha inspirado a otras generaciones de mujeres economistas para entrar con más fuerza en un mundo ampliamente dominado por hombres, y en especial por hombres blancos.
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Los sectores más liberales de los demócratas critican duramente a Yellen por no ser lo suficientemente fuerte en regulación bancaria o audaz en sus decisiones contra el cambio climático. En el lado republicano de la ecuación, los renglones menos fundamentalistas reconocen en ella una economista preparada, cuando menos.
La entrada a las grandes ligas de la política económica de EE.UU. llegó de la mano del consejo de asesores económicos del expresidente Bill Clinton, en el cual estuvo a finales de los años 90. Desde ahí, una serie de cambios al interior del gobierno federal le fueron sumando a su perfil, hasta que Barack Obama la propuso para encabezar el banco central de ese país, una de las instituciones con mayor peso en el engranaje económico mundial.