Robotización: una amenaza para los trabajadores que será tema de discusión en Davos

La producción manufacturera en Estado Unidos aumentó un 250% entre 1980 y 2015, mientras que la mano de obra de ese sector se contrajo un 40%.

AFP
15 de enero de 2017 - 02:55 p. m.
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Donald Trump se jactó de haber detenido proyectos de relocalización en México de varias empresas estadounidenses, incluida la automotriz Ford, aunque los principales beneficiados de esta decisión siguen guardando silencio: los robots industriales. 

Se suele apuntar contra el comercio internacional y países como China o México para explicar el cierre de fábricas en países ricos, mientras que los verdaderos responsables, que ocupan un lugar central en las cadenas de montaje de la economía globalizada, son más difíciles de combatir. 

Desde que el empleo industrial alcanzara su máximo en Estados Unidos a finales de los años 1970, "el 95% de las pérdidas de empleos se deben a ganancias de la productividad, incluida la automatización y las tecnologías de la información y no al comercio", señala Michael Hicks, del Centro de Investigación Económica y de Negocios de la Universidad Ball State, de Indiana (Estados Unidos). 

Este estado estadounidense forma parte de los feudos industriales en los que Donald Trump triunfó en noviembre. El futuro presidente amenazó con imponer tasas aduaneras disuasorias para las empresas que deslocalicen su producción y prometió convertirse en el "mayor productor de empleos que Dios haya creado". 

Sin embargo, la economía estadounidense nunca ha producido tantos bienes manufacturados, empleando en sus fábricas a 7,3 millones de obreros menos que en 1979.

Desde los años 1960, las máquinas empezaron a pintar, cortar, soldar y montar. 

En la actualidad, una multitud de nuevos empleos se han visto amenazados por la inteligencia artificial, nuevos útiles de gestión o las impresoras 3D.

'Teatro político'

Para Hicks, que conoce desde hace años al exgobernador de Indiana y al futuro vicepresidente estadounidense Mike Pence, las recientes promesas de Ford, de la fábrica aparatos de aire acondicionado Carrier (con sede en Indiana) y otras de no deslocalizar no son más que "teatro político". 

"El aparente giro de esas empresas estadounidenses se debe al frío cálculo negociado de bajadas de impuestos y cambios de normativa" con la administración Trump, declaró a la AFP el profesor de universidad. 

Hicks agregó que los robots representarán la parte principal de las inversiones realizadas en Estados Unidos. 

Las promesas de renegociación de acuerdos comerciales permitieron a Trump ganar puntos en su campaña pero su impacto será limitado si la automatización acaba volviendo superfluos un gran número de empleos poco cualificados.

Entre 1980 y 2015, la producción manufacturera aumentó un 250% en Estados Unidos, mientras que la mano de obra de ese sector se contrajo un 40%, según un estudio de la Brookings Institution en Washington. 

"Esas curvas divergentes, que reflejan el alza de la productividad del sector, muestran un enorme problema para las promesas de Trump de ayudar a los obreros haciendo volver millones de empleos industriales", escribió en un blog Mark Muro, experto de la Brookings Institution. 

La utilización de robots industriales en todo el mundo aumenta incansablemente, según la Federación Internacional de Robótica. Su primer mercado es China. 

Supresión de empleos

Sin embargo, una vez regresen los empleos industriales, los consumidores occidentales se verán obligados a pagar los altos precios que las empresas impondrán para reflejar el costo de la producción, en primer lugar, los sueldos. 

Si los televisores se empezaran a producir en Estados Unidos, costarían de media varios cientos de dólares más de que lo cuestan hoy en día, y los hogares pasarían a tener sólo uno en el salón, en lugar de varios repartidos por toda la casa. 

"El comercio no mata el empleo, protege el consumo", defiende Hicks, que subraya que la globalización ha creado millones de puestos en los servicios y la logística de los países occidentales que ha destruido en sus industrias. 

Si los empleos industriales se acaban perdiendo y las máquinas son capaces de aprender y las nanotecnologías o el internet de los objetos anuncian una "cuarta revolución industrial", ¿qué puede hacerse por el trabajo en los países desarrollados?

Algunas ideas, como la renta básica universal, están en fase de elaboración. La puesta en marcha de otras, más manidas, como la necesidad de una mejor formación, es más urgente que nunca. 

Son temas que se tratarán en el Foro Económico Mundial de Davos, en Suiza, que se celebrará esta semana, marcada también por la investidura de Donald Trump en Estados Unidos el próximo viernes. 

"Estamos en un giro histórico. Necesitamos conceptos nuevos. No podemos limitarnos a tener soluciones populistas", afirma el fundador del Foro de Davos, Klaus Schwab.

Por AFP

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