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A la Universidad Nacional de Colombia se le ha encargado desde su fundación la necesidad de pensar la nación, de construir una visiónn de país compartida por toda la sociedad y de ofrecerles a nuestros jóvenes, sin importar su condición económica, la formación superior de más alta calidad. Estoy convencido de que la esencia de la Universidad es ser crítica, asumiendo su autonomía con plena responsabilidad social, pensar los problemas locales desde un marco contextual global y hacer de la búsqueda de soluciones una tarea ética, creativa, con conciencia ambiental y con objetivos de largo plazo. Bajo estos preceptos no concibo, entonces, a la Universidad Nacional sin su indiscutible calidad académica y de investigación. (Vea: ¿Qué opinan los candidatos a la rectoría de la U. Nacional sobre la educación superior en el país?)
Así, en el país la Universidad Nacional es uno de los ejemplos más diáfanos de universidad de alta calidad y en camino hacia la excelencia. Desde nuestro primer rector, Manuel Ancízar, hasta hoy nunca hemos tenido otro interés que el de fortalecer y consolidar nuestras comunidades académicas que, por supuesto, soportan la formación e investigación de alto nivel que siempre hemos ofrecido a la sociedad. Hoy la calidad académica de cualquier universidad depende de muchos factores. Pensar en calidad académica requiere, necesariamente, de una visión compleja e integral, la calidad en este aspecto no se alcanza únicamente con el diseño de buenos programas de pregrado o posgrado o con disponer de los mejores y más calificados profesores e investigadores; efectivamente no se puede dudar que entre los factores que ayudan a su conformación también se encuentran asuntos tales como la disponibilidad de una muy avanzada infraestructura física con tecnología de punta; dotación adecuada para dicha infraestructura; cooperaciónn e hibridación de las disciplinas y profesiones que permita la flexibilidad académica contemporánea; una planta profesoral del más alto nivel; equidad en el acceso y en la permanencia para los estudiantes y una adecuada organización administrativa que apoye efectivamente el desarrollo académico de la Institución.
Mediante el ejercicio responsable de la autonomía, la Universidad Nacional ha garantizado, y debe seguir haciéndolo, en una etapa de posconflicto, los derechos al acceso, a la disponibilidad, a la permanencia y a la calidad, que en últimas redundan en equidad. La Universidad Nacional seguirá aportando en la construcción de una Colombia prospera, en paz, con equidad y con un profundo respeto hacia la diversidad, al construir conocimiento desde lo ético y con responsabilidad ambiental, al implementar estrategias eficientes en contra de la deserción, al graduar más y mejores profesionales que asuman posturas y conductas incluyentes, que contribuyan a eliminar la desigualdad social.
Estoy seguro que el país necesita de una Universidad Nacional que responda a las condiciones propias del sistema de educación colombiano y que sea reconocida por su perfil investigativo como la primera universidad colombiana de talla internacional.
Los planteamientos que he expuesto, recogen lo que la Institución, en desarrollo de sus funciones misionales, ha edificado en las últimas décadas y que en los años recientes hemos mantenido como objetivo primordial de la permanente construcción de la universidad de todos los colombianos, la Universidad Nacional de Colombia. El camino hacia la calidad académica nunca ha sido opcional para la Universidad y hoy, más que nunca, debe recorrerse mediante estrategias integradoras que van desde la búsqueda de una financiación adecuada, la consolidación de una infraestructura avanzada, la permanente actualización de los métodos de enseñanza y aprendizaje, el fortalecimiento constante de la investigación, la cooperación institucional fuera y dentro del país, la constante autoevaluación y rendición de cuentas a la sociedad, entre otros muchos proyectos necesarios para alcanzar la excelencia como hábito.