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El último día del año la Federación Internacional de Periodistas (FIP) publicó un informe en el que advierte un preocupante ascenso en la cifra de periodistas muertos en 2018.
Según la organización, fueron 94 personas que murieron por ataques de bombas, ataques selectivos e incidentes de fuego cruzado. La FIP hizo especial énfasis en la polémica muerte del periodista saudita, Jamal Khashoggi, a principios del pasado octubre.
El presidente de la FIP, Philippe Leruth, señaló: "Estos actos de violencia descarados en total desprecio a la vida humana han llevado a un abrupto fin a la disminución de corta duración de los asesinatos de periodistas registrados en los últimos tres años".
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Afganistán, por su parte, fue el país más perjudicado en el año con 16 víctimas, mientras que México salió en la segunda posición con 11.
Otro de los casos recordados en el informe es el de los cinco periodistas estadounidenses de "The Capital Gazzette" que fueron asesinados durante un tiroteo en la sede del medio, ubicado en Maryland (EE.UU.).
Anthony Bellanger, secretario general de la FIP, aseguró: "Las cifras en esta lista son un triste recordatorio de que la seguridad de los periodistas seguirá siendo esquiva mientras los países se jacten de las instituciones que deberían hacer cumplir la ley, pero que se han visto paralizados por la corrupción y la incompetencia ante el implacable ataque contra el periodismo".
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A mediados de este mes, Reporteros sin Fronteras (RSF) ya había advertido el fenómeno en su reporte anual. La mayoría de las cifras concuerdan con el de la FIP.
"El odio contra los periodistas proferido, o incluso reivindicado por los líderes políticos, religiosos o empresarios sin escrúpulos tiene consecuencias dramáticas sobre el terreno y se traduce en un preocupante aumento de las violaciones respecto a los periodistas", lamentó en su momento Christophe Deloire, secretario general de RSF.