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Mientras los jugadores del Leicester City (Inglaterra) y el Atlético de Madrid (España) ultimaban detalles del primer partido de los cuartos de final de la UEFA Champions League, a pocos metros del Estadio Vicente Calderón, en la Plaza Mayor de Madrid, decenas de 'hooligans' del equipo inglés repitieron los desórdenes que ya habían insinuado en la noche anterior. Los hinchas del último campeón de la Premier League encendieron bengalas, lanzaron al aire botellas de vidrio y regaron cerveza y basura por toda la plaza insignia de la capital madrileña.
Aunque la Policía llegó al lugar desde que iniciaron los altercados, los enfrentamientos se tornaron realmente violentos cuando los ingleses empezaron a “torear” a ciudadanos y policías españoles, con una agresiva arenga que resume la tensión territorial que actualmente viven ambos países. “¡Gibraltar es nuestro!, ¡Gibraltar es nuestro!”, gritaban una y otra vez los seguidores del Leicester. Incluso, según algunos medios deportivos de España, fueron más allá y también vociferaron “¡españoles bastardos!”. Los gritos, aplausos y provocaciones aumentaron de temperatura, hasta que la plaza se convirtió en escenario de una batalla campal entre hooligans ingleses y policías españoles.
Por los hechos, 10 de los 70 hinchas del Leicester que estaban en la plaza fueron arrestados. Cinco personas (tres policías y dos ultras ingleses), tuvieron que ser atendidos por contusiones y golpes, pero ninguno tuvo que ser llevado a un centro médico.
Leicester fans clashing with Police in Madrid today #LCFC pic.twitter.com/M3XbSFPo6t
Desde Sudamérica, se podría pensar que los preocupantes enfrentamientos son parte del normal desarrollo de un partido de este calibre. No obstante, pese a la mala fama que tienen los hinchas ingleses por su violento pasado, hoy en día no es normal este tipo de comportamientos, y menos en un certamen como la Champions. Sin duda, los choques reflejaron la incertidumbre que hay entre España y Reino Unido por Gibraltar, un territorio británico de ultramar cuya soberanía es reclamada por España.
La tensión aumentó después del 23 de junio de 2016, cuando el Reino Unido dijo “No” a la permanencia en la Unión Europea. El “Brexit”, que desde ya plantea una muy difícil negociación entre el gobierno de Theresa May y el bloque europeo, también incidió en los términos en que se tratará el conflicto territorial que data de la década de 1960, cuando Francisco Franco exigió la soberanía de la colonia.
Desde que el Brexit ganó, se estableció que ningún acuerdo podrá aplicarse en Gibraltar si no hay antes un acuerdo entre Londres y Madrid. Y aunque los residentes de Gibraltar se sienten en su gran mayoría parte de Gran Bretaña, ambos gobiernos llevan casi 10 meses de recriminaciones mutuas debido a los mimos confusos términos en que se desarrollará la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
El primer cruce de palabras entre España y Reino Unido se dio solo tres días después del Brexit, cuando José Manuel García-Margallo, entonces ministro de Exteriores, aseguró "que la bandera española está mucho más cerca de ondear en Gibraltar". Del lado británico, Fabián Picardo, ministro gibraltareño, afirmó que el territorio "nunca será español". Meses más tarde, en julio, hubo un incidente en las aguas del Estrecho: un submarino nuclear británico colisionó con un mercante de España que, ante el suceso, aseguró que hubo " falta de comunicación" por parte del Reino Unido. Finalmente, Reino Unido pidió disculpas a España.
En septiembre, las acusaciones volvieron a subir de tono. En esa ocasión, Gibraltar acusó a España de violar su soberanía marítima por disparos que hizo Una patrullera del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) junto a una embarcación gibraltareña. Para evitar una escalada en el conflicto, los gobiernos de ambos países se reunieron y saldaron el problema. No obstante, 15 días más tarde José Manuel García-Margallo envió una carta a sus 26 homólogos de la Unión Europea en la que pedía apoyo para que Gibraltar quedara al margen de la negociación del Brexit. El único país que no recibió la comunicación fue Reino Unido, lo cual tampoco cayó muy bien entre los británicos.
El choque tuvo otro capítulo en noviembre. El día 22, investigadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO) desplegaron una sonda en aguas de la bahía de Algeciras, que pertenece a cinco municipios españoles y a Gibraltar. Una lancha neumática de la Armada británica intentó impedir, hasta lanzando bengalas, la excursión científica.
Contrario a lo esperado, la llegada del nuevo año solo escaló el tono de ambos países respecto a Gibraltar. A finales de marzo, las directrices para negociar la salida británica dela Unión Europea dieron a España la potestad para vetar la aplicación del pacto a Gibraltar. La decisión puso a España en una inesperada situación de anticipo respecto a Reino Unido, que desató los últimos dos capítulos de la controversia.
Ambos ocurrieron el 3 de abril y fueron protagonizados por el Reino Unido. La primera ministra Theresa May, tomó la batuta dela ofensiva británica cuando sostuvo que “nunca” iba a ceder la soberanía sobre Gibraltar sin el apoyo de su población. Ese mismo día, lord Michael Howard, histórico líder del Partido Conservador, insinuó que se podría desatar una guerra para defender la soberanía británica del territorio. “Hace ahora 35 años, otra primera ministra (Margaret Thatcher) envió a cruzar el mundo a sus Fuerzas Armadas para defender la libertad de otro grupo de ciudadanos británicos en otro país de habla hispana”, sentenció Howard ese preocupante 3 de abril. Desde ahí, no se había vuelto a presentar otro choque entre ingleses y españoles, hasta que los hooligans del Leicester decidieron verter otra gota sobre la copa del conflicto.