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Armenia descartó este miércoles cualquier solución diplomática en el conflicto con Azerbaiyán por la región separatista de Nagorno Karabaj, lo que supone un balde de agua fría a los esfuerzos de la comunidad internacional para lograr una tregua. “Tenemos que admitir que la cuestión de Karabaj, en este momento y por mucho tiempo, no puede tener una solución diplomática”, aseguró el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, en un mensaje en Facebook dirigido a sus conciudadanos.
Tras casi cuatro semanas de combates, que provocaron cerca de 1.000 muertos según balances parciales, los ministros de Relaciones Exteriores armenio y azerbaiyano se encuentran actualmente en Moscú negociando a través de la intermediación rusa y la semana que viene ambos ministros se desplazarán a Washington.
“Todo aquello con lo que estaríamos de acuerdo resulta inaceptable para Azerbaiyán. Esto muestra que no tiene ningún sentido, al menos por ahora, hablar de una solución diplomática”, añadió el primer ministro armenio.
Por este motivo, Pashinyan pidió a “los dirigentes de las ciudades, distritos, pueblos, partidos políticos, organizaciones civiles, círculos empresariales, organizar unidades de voluntarios” para unirse a las filas de los separatistas armenios de Nagorno Karabaj, región situada en Azerbaiyán, en el Cáucaso. Estas declaraciones se producen después de dos tentativas fallidas de treguas humanitarias en octubre.
Ver más: Las violaciones a la tregua desvanecen las esperanzas de paz en Nagorno Karabaj
Las autoridades azerbaiyanas tampoco mostraron una gran predisposición al diálogo desde que empezó el conflicto el 27 de septiembre. El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliev, eufórico por las victorias de sus tropas, llegó a calificar a sus enemigos de “perros” y “bestias salvajes” y consideró que cualquier negociación debía venir precedida por una retirada de los independentistas.
“Solo existe la victoria o la derrota”
Las fuerzas azerbaiyanas conquistaron en las últimas cuatro semanas territorios que estaban fuera de su control desde los años 1990, cuando estalló un conflicto tras la desaparición de la URSS en el que murieron unas 30.000 personas y desembocó en la secesión del Nagorno Karabaj, cuya población es mayoritariamente armenia. Hikmet Hajiyev, un consejero del presidente Aliev, sostuvo que las declaraciones de Pachinyan “provocaban una vez más otra escalada”.
“No esperamos ningún avance”, añadió Hajiyev sobre las actuales negociaciones diplomáticas durante una rueda de prensa telefónica con periodistas.
El primer ministro armenio reconoció que la situación en el frente es “bastante grave” para los separatistas, confrontados a un avance de las tropas azerbaiyanas por el sur, en dirección a Armenia y a lo largo de la frontera con Irán.
“Solo existe la victoria o la derrota, nada más. Para ganar, debemos formar unidades de voluntarios”, añadió Pashinyan, quien presumió de que Azerbaiyán estaba utilizando sus “últimas fuerzas” y que ya habían perdido unos 10.000 hombres en el frente, una afirmación difícil de verificar ya que Bakú no ofrece datos sobre sus soldados muertos.
Bombardeos contra civiles
Rusia, Francia y Estados Unidos actuaron históricamente como mediadores en el conflicto en Nagorno Karabaj y ahora también intentan pacificar la situación. Para lograr una solución al conflicto, Bakú exige una reintegración del Nagorno Karabaj, un territorio prácticamente independiente aunque sin reconocimiento internacional.
En cambio, Ereván pide la independencia del territorio en conflicto y amenaza con reconocerla de manera unilateral. La comunidad internacional pidió en múltiples ocasiones un alto el fuego tras el inicio de las hostilidades el 27 de septiembre y denunció los bombardeos contra poblaciones civiles, como el que se produjo el sábado en Gandja (Azerbaiyán), que provocó la muerte de 13 personas.
Además de una crisis humanitaria, existe el riesgo de una internacionalización de un conflicto en que Azerbaiyán cuenta con el apoyo de Turquía, implicada en otras guerras, y Armenia forma parte de una alianza militar con Rusia.