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El peor error del expresidente catalán Carles Puigdemont fue haber ido a Finlandia a dictar unas conferencias. Desde que huyó a Bélgica, en octubre de 2017, para evitar comparecer ante la justicia española, Puigdemont estuvo vigilado por 12 agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) español, quienes tuvieron muchas dificultades para hacerle los seguimientos en Bélgica. El jueves, cuando Puigdemont llegó a Finlandia, el panorama cambió y los agentes lograron alertar a las autoridades de todos sus movimientos.
Justo cuando el expresidente catalán estaba en Helsinki dictando unas conferencias sobre el proceso independentista, el juez del Tribunal Supremo español, Pablo Llarena, reactivó una orden de captura europea e internacional en su contra por rebelión y malversación de fondos, entre otros cargos.
Eso complicó la movilidad de Puigdemont, quien para esquivar la orden de captura, dejó Finlandia el viernes en la noche, desde donde tenía inicialmente previsto regresar en avión a Bélgica el sábado. Según informó el semanario Focus, los 12 espías españoles del CNI, ya expertos en seguir al catalán, activaron un operativo en los países bálticos con el objetivo de cubrir cualquier itinerario que el expresidente pudiera emprender para ir a Bélgica. Cubrieron carreteras, puertos y terminales aéreas.
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El domingo en la mañana, los agentes españoles informaron a las autoridades alemanas que Puigdemont y cuatro acompañantes se dirigían hacia Alemania por la autopista A-7 a bordo de un vehículo Renault Espace con matrícula de Bélgica acabada en 586. A las 11:19 hora alemana, el fugitivo catalán fue detenido en una estación de gasolina, en el municipio de Schuby, poco después de haber entrado a territorio alemán por Dinamarca.
Quedó inmediatamente bajo custodia policial y fue trasladado a una cárcel de Neumünter, al sur de Kiel, según informó el diario Bild.
¿Qué sigue ahora?
Este lunes, Carles Puigdemont deberá comparecer ante el Tribunal Administrativo de este Estado federado fronterizo con Dinamarca para comprobar, entre otras cosas, su identidad y otras formalidades.Ahí se decidirá si pasa de arrestado a detenido en una prisión, desde donde tendría que esperar a que se decida sobre la petición de extradición de la justicia española; una decisión que es competencia exclusiva de la Fiscalía General de Schleswig, según un comunicado emitido por ese estamento judicial.
Los acuerdos de extradición entre ambos países son más cortos que entre otros estados miembros de la Unión Europea (UE), fruto de las estrechas relaciones entre dos países que se reconocen como fuertes aliados.
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El procedimiento para el análisis y la eventual ejecución de la euroorden por parte de la Fiscalía alemana suele demorarse una media de entre quince y 45 días, pero el límite máximo está en los 60 días.
Pero, más allá de eso, el gobierno de Ángela Merkel ha respaldado reiteradamente la posición del de Mariano Rajoy respecto al soberanismo catalán y, en esa línea, no reconoció la declaración unilateral de independencia impulsada aún con Puigdemont en la presidencia de la Generalitat (gobierno) catalana.
Según el diario local Kieler Nachrichten, Puigdemont se plantea pedir asilo en Alemania, solicitud que, de materializarse, tiene escasas posibilidades de prosperar, ya que la orden de detención europea tiene prioridad sobre la solicitud de asilo.
El Código Penal alemán no tiene tipificado como tal el cargo de rebelión que le imputa la justicia española, pero sí el de alta traición, que en el artículo 81 del Código Penal contempla una definición similar.
Se prevén ahí penas de cárcel “de no menos de diez años o hasta cadena perpetua” —lo que en Alemania equivale a un máximo de 25 años— para “quien menoscaba con violencia o amenaza de violencia” al Estado alemán en su conjunto o amenaza “el orden constitucional” de la República Federal de Alemania (RFA).
Lo que dice el juez español
Los cargos presentados el viernes por el juez español Llarena afectan a un total de 25 independentistas (cinco están encarcelados y otros siete abandonaron España), en una macrocausa por rebelión, malversación y desobediencia que gira en torno a los preparativos del referendo unilateral de independencia del 1º de octubre, prohibido por Madrid.Su costo fue cifrado por el magistrado en 1,6 millones de euros, una cantidad que el juez exige a los 14 miembros del gobierno de Puigdemont, cesado por Madrid horas después de la declaración unilateral de independencia del 27 de octubre.
El juez enumera las etapas del auge independentista en Cataluña desde 2012 y dedica un espacio considerable a justificar el cargo de rebelión. Es el más controvertido, ya que contiene la noción de “alzamiento violento”, un factor que, según algunos juristas, no se produjo.
Ayer, la Fiscalía alemana aceleró las gestiones con el Ministerio Fiscal alemán para proporcionar toda la documentación material para hacer efectiva la orden europea contra Puigdemont.
Las calles catalanas
La noticia de la detención no les cayó nada bien a los catalanes. Aunque el expresidente ha sido muy criticado por darse a la fuga en octubre, miles de personas lo respaldaron en Barcelona y rechazaron la orden de detención.De acuerdo con el profesor español Jerónimo Ríos-Sierra, “la detención de Puigdemont en Alemania mientras viajaba hacia su refugio en Bruselas es la máxima evidencia de que el intento soberanista, tal y como quedaba diseñado desde el principio, sólo podía ser resuelto desde la legalidad del Estado, que siempre, por su posición, tiene las de ganar”.
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Albert, un ciudadano que se declara independenista, le dijo a la corresponsal de El Espectador en Barcelona que el movimiento veía venir lo que pasó ayer desde que comenzó el proceso: “Poco a poco los han ido capturando a todos. Eso demuestra que cada día la posibilidad de diálogo se reduce y que no parará la represión. Lo que nos preocupa es que la gente está cada vez más indignada. Esperamos que las protestas sean pacíficas, pero con este panorama, la situación se complica”. Las manifestaciones dejaron 33 heridos y 3 detenidos.
Ríos-Sierra agrega: “La legalidad no resuelve por sí misma la cuestión catalana. Esta situación busca la victoria (a corto plazo) por aburrimiento. Esto, claro, no se resuelve desde el inmovilismo de la posición del gobierno del Partido Popular. La situación exige reformas y concesiones de parte y parte, si es que se quiere una solución mutuamente favorable”.
Quienes tienen una postura moderada tampoco se sorprendieron con la detención. Es el caso de Fernando, oriundo de Galicia, quien considera que la captura de Puigdemont es el resultado de que “haya viajado por varios países de Europa, aun sabiendo que no tenía las mismas garantías y teniendo conocimiento del esfuerzo de la policía de seguir sus movimientos”.
Para él, “si bien este hecho traerá consecuencias en los movimientos sociales, no habrá un giro en esta historia en la que todos sabían que, en algún momento, acabaría con la detención del expresidente de la Generalitat”. Ahora, advierte Fernando, “no se puede olvidar que más políticos están exiliados y algunos hace poco salieron del país, como Marta Rovira, secretaria general de Esquerra Republicana (partido independentista), quien por falta de garantías viajó a Suiza y pidió a los partidos aliados no desfallecer”.
Los gritos ayer en Barcelona anticipan días agitados: “¡Esta Europa es una vergüenza!”.