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El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, volvió este jueves a contrariar las recomendaciones sanitarias de evitar aglomeraciones tras saludar a un grupo de simpatizantes en un acto militar celebrado en el centro histórico de Porto Alegre.
El mandatario, que acostumbra a menospreciar la gravedad del COVID-19, a la que califica de "gripecita", se acercó, sin ningún tipo de protección, a una multitud que le jaleaba entre gritos de "mito, mito, mito", que es como le apodan sus simpatizantes.
Rodeado por sus guardaespaldas, algunos de cuales sí llevaban máscara, el líder ultraderechista llegó a dar la mano a una seguidora, según un video divulgado en sus redes sociales.
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Bolsonaro, capitán de la reserva del Ejército, viajó este jueves a Porto Alegre, capital del estado de Rio Grande do Sul, para participar en la ceremonia militar que juramentó al nuevo general del Comando Militar del Sur, Valerio Stumpf, y a la que también asistió el vicepresidente del país, Hamilton Mourao.
En la mañana de este jueves también se registraron "cacerolazos" contra el presidente en Porto Alegre y que se vienen repitiendo en las últimas semanas en las principales ciudades del país para protestar por su gestión durante la pandemia.
La visita del gobernante a la capital del estado de Río Grande do Sul se produce en un momento en que la pandemia del nuevo coronavirus se acelera en Brasil con un balance de 5.466 muertes y 78.162 casos confirmados, según los últimos datos del Ministerio de Salud, que prevé el pico para mayo o junio.
Esta no es la primera vez que Bolsonaro desoye las recomendaciones sanitarias, pues, desde la irrupción de la crisis sanitaria, ha paseado varias veces por Brasilia y participado en protestas a favor de su Gobierno porque, según él, tiene que "estar con el pueblo".
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El mandatario se ha mostrado contrario a la adopción de medidas de aislamiento social y pedido el fin de las cuarentenas, impuestas, con mayor o menor grado, en los 27 estados del país.
También ha exigido la vuelta "inmediata" a la normalidad e incentivado a los brasileños a que vuelvan a sus puestos de trabajo, además de insinuar que no puede hacer nada ante el crecimiento de los fallecimientos por coronavirus.
Esta semana, preguntado sobre el aumento de las muertes en el país el presidente respondió: "¿Y qué? Lo lamento, pero ¿qué quieren que haga?".
A mediados de este mes, Bolsonaro despidió al entonces ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, partidario del distanciamiento social para frenar la pandemia.
En su lugar nombró al oncólogo Nelson Teich, quien esta semana reconoció que los últimos datos sobre la situación en Brasil indican que "la curva viene creciendo y hay un agravamiento".