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Durante los últimos días se han intensificado los ataques en Irak por parte de Estados Unidos y de Irán. El ejército estadounidense llevó a cabo una represalia aérea contra un grupo proiraní tras la muerte de dos estadounidenses y un británico en un ataque con cohetes ayer, dijo una fuente militar estadounidense a la AFP. Inmediatamente el ministerio iraquí de Relaciones Exteriores denunció la agresión y convocó este viernes a los embajadores de Estados Unidos y el Reino Unido para buscar una solución.
Washington ya había amenazado el jueves a las milicias proiraníes con tomar medidas de represalia. "Todas las opciones están sobre la mesa mientras trabajamos con nuestros aliados para castigar a los culpables", dijo el secretario de Defensa, Mark Esper, y culpó el ataque del miércoles a "grupos armados chiitas proiraníes" que no identificó.
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Esper dijo que habló el miércoles por la noche con el presidente Donald Trump, quien le dio "la autoridad para hacer lo que haya que hacer". Por su parte, el general estadounidense Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto, dijo que 30 cohetes fueron disparados el miércoles por la noche contra la base de Taji, 18 de los cuales alcanzaron las instalaciones.
Dos militares estadounidenses y un soldado británico murieron en el ataque, mientras que otros 14 miembros de la coalición resultaron heridos, cinco de los cuales estaban en estado grave, indicó Milley.
Inicialmente se había informado que eran dos soldados, uno estadounidense y otro británico, así como un subcontratista estadounidense. Ningún grupo se atribuyó el ataque contra la base en Irak, así como otros 21 contra intereses estadounidenses en este país desde finales de octubre. Pero Washington suele adjudicar este tipo de ataque a las facciones iraquíes proiraníes que prometen regularmente "vengar" a su líder, asesinado en enero por Estados Unidos junto al general iraní Qasem Soleimani.
El jueves, las brigadas de Hezbolá, una de las facciones más radicales pro-Irán de Irak, elogiaron "a quienes llevaron a cabo esta operación contra las fuerzas de ocupación estadounidenses", sin atribuírsela. Y pidieron más ataques contra Estados Unidos.
Interrogado el jueves en el Congreso, el general Kenneth McKenzie, jefe del comando militar centroamericano (Centcom), que cubre Irak y Siria, recordó que Estados Unidos había enviado a más de 10.000 soldados a la región como refuerzo después de la muerte del general Soleimani.
Y advirtió que estos refuerzos serán necesarios mientras el gobierno de Trump aplique su política de "máxima presión" contra Irán, que combina aislamiento diplomático y sanciones económicas. "En el futuro, el objetivo de Centcom es desplegar suficientes fuerzas en la región como para lograr un estado de disuasión permanente contra Irán y adaptarse a las futuras amenazas iraníes", agregó.
"Máxima moderación"
Unas horas después de este ataque con cohetes en Irak, "diez explosiones" sacudieron un área al sur de la ciudad siria de Bukamal, en la frontera con Irak, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH). Al menos "26 combatientes iraquíes" de Hachd al Shaabi, un grupo de paramilitares iraquíes pro-Irán ahora integrados en el Estado iraquí, fueron asesinados, según la misma fuente.
El líder de esta milicia, Abu Mahdi al-Muhandis, fue asesinado al mismo tiempo que el general Soleimani por un ataque de drones estadounidenses en Bagdad a principios de enero. Pero esta vez, un portavoz de la coalición antiyihadista, liderada por Washington, dijo a la AFP que ni la coalición ni la fuerza aérea estadounidense habían realizado una redada el miércoles por la noche contra combatientes proiraníes en la frontera siria-iraquí.
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A finales de 2019, bombardeos aéreos estadounidenses en la frontera siria-iraquí dejaron 25 muertos en las filas de estos combatientes iraquíes, en represalia por la muerte de un subcontratista estadounidense en un ataque contra una base en el norte del país.
El comando militar iraquí, encabezado por el primer ministro renunciante, Adel Abdel Mahdi, denunció el ataque del miércoles a la coalición, diciendo que constituye "un desafío de seguridad muy peligroso". El presidente iraquí Barham Saleh y el jefe del Parlamento Mohamed Al Halbusi también condenaron ataque.
La misión de la ONU en Irak llamó por su parte a la "máxima moderación", y afirmó que "el riesgo de actos delictivos de grupos armados es una preocupación permanente" en Irak, que "no necesita convertirse en una arena para las venganzas y las batallas originadas en otros lugares".
Las autoridades iraquíes están en una posición incómoda frente a la coalición: continúan llevando a cabo operaciones con sus tropas contra los yihadistas, pero el Parlamento votó recientemente la expulsión del país de los 5.200 soldados estadounidenses, y el gobierno debe ahora aplicar esta decisión.
Y a pesar de que la coalición había anunciado que suspendería sus actividades en Irak debido a las tensiones entre Teherán y Washington, el domingo nuevamente perdió a dos efectivos, estadounidenses, en combate contra los yihadistas en el norte de Irak.