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Tan solo dos semanas después de la trágica muerte de Valeria Martínez, de 12 años, y su padre, Óscar Martínez, dos migrantes salvadoreños que buscaban cruzar la frontera y llegar a Estados Unidos, las autoridades migratorias de ese país informaron que al parecer otra menor parece haber seguido el mismo destino. Esta vez la víctima sería una menor brasileña de dos años que desapareció en el Río Bravo, el mismo lugar donde los Martínez fallecieron. Su madre, una mujer de nacionalidad haitiana, fue detenida por agentes de la Patrulla Fronteriza de EE. UU. y les informó de la situación. Pese a que los miembros de esta agencia desplegaron un operativo para buscar a la niña, no pudieron encontrarla hasta el momento y hoy informaron, tras varios días de búsqueda, que la operación queda suspendida.
Según expertos del Instituto Nacional de Migración de México, en este tipo de eventos las posibilidades de encontrar a la menor se reducen a medida que pasan los días y que “después de ocho días es muy difícil que pueda aparecer”. Funcionarios del mismo instituto aseguraron que la niña había sido registrada por agentes fronterizos junto con sus padres, pero estos les impidieron el paso. Por ello, fruto de la desesperación, decidieron pasar por el río. Le recomendamos: Un cementerio en el río Bravo
La búsqueda, en la que además participan equipos aéreos, incluía un sumergible operado remotamente y botes, pero ninguna herramienta dio resultados. "No puedo imaginar la angustia que los padres de esa pequeña niña deben sentir y espero que nuestros esfuerzos de búsqueda den resultados positivos", señaló el jefe de la Patrulla del Sector Del Río, Raul L. Ortiz, citado en el comunicado.
La situación en la frontera continúa siendo crítica. Miles de personas provenientes en su mayoría de Centroamérica exponen cada año sus vidas atravesando México para encontrar una vida mejor en Estados Unidos, de entre las cuales cada vez hay más niños y adolescentes
Julian Para Cortés, encargado del Centro de Atención al Menor Fronterizo (Camef) en la fronteriza ciudad mexicana de Matamoros, contó este domingo a Efe que en los últimos años se ha incrementado un 15 % el número de migrantes menores de edad.
La mayoría de los menores de edad que son atendidos en el Camef provienen de Honduras, Guatemala, El Salvador y Venezuela, países desde donde el año pasado han partido numerosas caravanas de migrantes para alcanzar suelo estadounidense.
De acuerdo con el Gobierno mexicano, cerca de 43.000 migrantes menores de edad viajan solos a través de México. Ruth tiene 17 años y salió el pasado mes de mayo de su natal Honduras con destino a Virginia, en Estados Unidos.
Contó a Efe que las pocas oportunidades laborales en su país, además del contexto de violencia que se vive en la región, fueron factores determinantes para buscar una mejor vida en el extranjero. Además, Ruth emprendió el viaje sola ya que no contaba con suficientes recursos económicos para pagar el viaje de toda su familia.
El viaje ha sido muy "duro" y "cansado" para Ruth ya que cuenta con cinco meses de embarazo. A pesar de esta condición, esta futura madre afrontó los riesgos de viajar de noche y pasar hambre, calor y frío.
Su odisea, sin embargo, se truncó recientemente en el norteño estado de Tamaulipas, donde fue capturada por agentes migratorios y trasladada al Camef, que está gestionando su deportación a Honduras.
También será devuelto Eduardo, quien a sus 7 años ya ha recorrido junto a su tía los miles de kilómetros que separan Honduras de la frontera entre México y Estados Unidos, donde quería llegar para tener "una casa con alberca y una moto en la cochera".
El pequeño se quedó a solo 15 minutos de intentar cruzar en lancha el fronterizo Río Bravo, donde hace unos días se ahogaron el salvadoreño Óscar Martínez y su hija Valeria cuando intentaban atravesarlo.
A Eduardo no le provocaba "ningún miedo" cruzar el río, algo que finalmente no sucedió ya que fue arrestado junto a su tía por parte de agentes migratorios mexicanos. Con una enorme sonrisa en su rostro, el niño de 7 años cuenta las horas para volver a ver a su madre y a su hermano de 2 años, con quien desea jugar a las escondidas y a las abejas. Le puede interesar: Al nuevo jefe de la Patrulla Fronteriza de EE. UU. los niños migrantes le parecen pandilleros
Isabel, una salvadoreña de 15 años, no intentó llegar a Estados Unidos para reencontrarse allí con familiares, sino que emprendió el periplo para salvaguardar su integridad. Cuenta con una tristeza inmensa en su rostro, que su vida iba bien hasta que su pareja decidió ingresar en una pandilla y todo se convirtió en un auténtico "infierno".
Durante un tiempo, soportó maltrato físico y psicológico hasta que decidió huir de ese lugar. Durante el trayecto de El Salvador a Estados Unidos, Isabel ha pasado mucha hambre, ya que solo comía una vez al día. Además, narra con la voz quebrada que en México fue detenida por un policía, pero su "coyote" (persona que le cobra a los migrantes para internarlos ilegalmente a un país) sobornó al agente para poder proseguir el camino.
Ya cruzando el municipio de Reynosa, en Tamaulipas, fue detenida por autoridades de migración quienes les solicitaron su documentación y al no contar con ella, fue bajada del autobús para posteriormente ser trasladada a un centro migratorio.
Isabel no quiere regresar a su tierra porque tiene miedo de que su expareja cumpla su palabra de asesinarla. Por ello, piensa en refugiarse en alguna ciudad de El Salvador lejos de la capital, San Salvador, donde dice que corre peligro.
Desde octubre de 2018, se intensificó el flujo de miles de migrantes provenientes en su mayoría de Centroamérica que atraviesan México con el objetivo de llegar a Estados Unidos. A raíz de este éxodo, el presidente estadounidense, Donald Trump, anunció a finales de mayo la imposición de aranceles a todos los productos mexicanos como castigo por no frenar la migración.
Pero el 7 de junio se llegó a un acuerdo "in extremis" para evitar los aranceles que se ha traducido en el despliegue de miles efectivos de la nueva Guardia Nacional en la frontera sur y norte para controlar el fenómeno migratorio. Mientras tanto, Trump continúa su fiera campaña contra la migración desde su país.