Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
La campaña electoral en Estados Unidos cada vez se vuelve más amarga. Donald Trump, presidente y candidato republicano, ha dado varias señales que indican que, en caso de salir derrotado en los comicios, hará de la transferencia del poder una experiencia traumática para el país.
Históricamente, a pesar de las rivalidades entre los dos partidos tradicionales, los presidentes han entregado el poder a sus sucesores de manera ordenada y pacífica. Pero Trump podría ser la ruptura de esta noble y democrática tradición. El magnate republicano ha dicho en varias entrevistas que “tendrá que ver” si acepta los resultados de las elecciones del próximo 3 de noviembre.
No es la primera vez que lo hace. En 2016, durante la carrera contra la exsecretaria de Estado Hillary Clinton, Trump también puso en suspenso su decisión de reconocer el resultado de las urnas antes de los comicios.
¿Qué ha hecho Trump?
Trump ha emprendido una campaña de noticias falsas contra el sistema electoral estadounidense argumentando que se presta para el fraude y que le quieren robar las elecciones. De hecho, la Casa Blanca ha publicado documentos que hablan sobre la “larga historia de fraudes en el país”. Esta teoría es parte de sus esfuerzos por profundizar la división del país y satanizar a los demócratas con el objetivo de fortalecer su discurso en su base electoral, pero no tiene fundamento.
El presidente ha condenado en repetidas ocasiones el sistema de voto por correo, una herramienta que en las condiciones actuales de emergencia sanitaria es la óptima para el país, pues permite que todos los ciudadanos voten desde la seguridad de sus casas y no se formen aglomeraciones en los centros de votación.
Según Trump, este mecanismo se presta para el fraude, aunque no existen pruebas sobre fraudes significativos en las elecciones locales. En pocas palabras, hay más casos de violación a la ley de tráfico de aves que delitos de fraude electoral en el país.
Pero hay un dato importante: los casos más emblemáticos de fraude, que no son tan significativos en realidad, tienen a los republicanos en el centro de la polémica. Sí, el partido de Trump ha protagonizado los escándalos más conocidos sobre fraude en Estados Unidos.
Lo que no dice Trump es que tanto él como muchos de sus funcionarios han votado por correo sin problema.
El fraude es una vieja estrategia del Partido Republicano, el cual decide culpar a los demócratas por los episodios de los que ha sido responsable. En lugar de oponerse al sistema, lo que debería este sector, y el presidente, es impulsar un esfuerzo mayor para mejorar la logística del voto por correo que en algunos lugares puede ser complicado.
¿Y por qué a Trump lo afecta tanto el voto por correo?
Los números de Trump van en picada. Con la economía en recesión, la pandemia del nuevo coronavirus aún está fuera de control en algunas regiones, incluidos estados con gobiernos republicanos, como Florida y Texas, el apoyo al presidente se ha visto afectado, y por eso mismo su campaña a la reelección.
La votación por correo permitiría que el sistema electoral fuera más accesible para las personas pobres, los jóvenes y los afroamericanos, sectores en los que el presidente está perdiendo apoyo. Romper con las limitaciones para votar en estos grupos amenaza al presidente, pues podría significar que más personas voten en contra de él. Es por eso por lo que el voto por correo es una pesadilla para Trump, pero aún más terroríficos son los efectos que puede traer un proceso regular de votaciones en el país, como un rebrote de casos de coronavirus debido a la cantidad de personas que se movilizará en noviembre.
¿Puede el presidente dejar de reconocer los resultados?
No. Los estudiosos de la Constitución y los expertos del país en el proceso electoral señalan que el presidente no puede descartar los resultados electorales y aferrarse al poder. El Congreso, que se reúne el 6 de enero de 2021, es quien reconoce los resultados. Es un proceso democrático. Sin embargo, la retórica de Trump le puede hacer mucho daño al país.
Bueno, pero ¿qué pasa si lo hace?
“La Constitución no asegura una transición pacífica del poder, sino que la presupone”, advierte Lawrence Douglas, profesor del Amherst College y estudioso del derecho estadounidense.
Muchos líderes de opinión y analistas políticos de Estados Unidos ven como una amenaza que Trump desconozca estos resultados. Él viene trabajando en ese discurso incluso desde antes de ganar su primer periodo en la presidencia.
Se puede esperar de manera casi segura que los resultados de este año sean muy apretados y, por ello, puede haber una disputa legal prolongada por la verificación de los votos, como la que sucedió en el 2000 cuando George W. Bush enfrentó a Al Gore. La campaña de Trump demandaría a los condados demócratas por “irregularidades” en los resultados y forzaría a un recuento. El proceso, sin duda, sería muy engorroso y dividiría más a la nación.
Sumada a la disputa legal está la amenaza de la violencia. Hemos visto recientemente que las calles en Estados Unidos están invadidas por las armas, y Donald Trump ha alimentado un discurso tan divisivo que no sería una sorpresa que en caso de perder les pida a sus seguidores que se manifiesten en contra del resultado, poniendo en peligro la seguridad de los ciudadanos con sus fanáticos más radicales protestando contra los resultados.
“Cuando las personas en posiciones de autoridad e influencia invocan el lenguaje de la violencia política y luego pierden poder, a menudo se produce la violencia . Sería un error suponer que Estados Unidos es de alguna manera inmune a esa posibilidad”, señala Brian Klaas de Global Opinions en The Washington Post.