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Diez años del “cablegate”, la colosal filtración de documentos que puso en jaque a EE. UU.

El 28 de noviembre de 2010, Julian Assange se convirtió en el enemigo público número uno de Estados Unidos. Las revelaciones de WikilLeaks, su organización, causaron un terremoto político que despertó muchos cuestionamientos a la diplomacia estadounidense y dejó expuestos sus intentos de espionaje. Una década después, las controversias de este escándalo continúan vigentes.

28 de noviembre de 2020 - 05:22 p. m.
El juicio contra Julian Assange continuará en enero, cuando la jueza Vanessa Baraitser otorgará su veredicto final.
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Dicen que la línea que separa la diplomacia del espionaje es delgada. Y fue solo hasta el escándalo del denominado “cablegate” que el mundo pudo ver y demostrar qué tan cierta era esa frase.

El 28 de noviembre de 2010, Wikileaks, una organización fundada por el programador y activista Julian Assange, le soltó una bomba al mundo: cerca de 250.000 cables del Departamento de Estado filtrados en internet y entregados a grandes medios de comunicación para su análisis. Se le bautizó como el “cablegate”, la filtración de documentos más grande de la historia, que permitió conocer cómo Estados Unidos ejercía su poder como superpotencia a través de sus misiones diplomáticas en cada rincón del planeta.

Nunca en la historia los periodistas habían tenido la oportunidad de acceder a una cantidad tan grande de secretos. Los documentos indicaban que Washington había dado instrucciones a sus diplomáticos para espiar gobiernos e incluso organizaciones como las Naciones Unidas. Que Arabia Saudita le había pedido al gobierno estadounidense bombardear las instalaciones nucleares de los iraníes, y que Beijing era impaciente frente a Kim Jong-Il, el difunto exdictador norcoreano y padre del actual dictador de ese país Kim Jong-Un.

También expuso la corrupción y la hipocresía de los gobiernos en el mundo árabe poco antes de que estallara la Primavera Árabe, la serie de protestas que llevó a un cambio de régimen en varios países. Marcel Rosenbach, periodista de Der Spiegel en Alemania, considera que esos cables fueron uno de los factores del estallido social. En América Latina también causaron revuelo: se conoció la profunda infiltración de espías cubanos en Venezuela y el interés particular de Washington por la salud de líderes en la región como Cristina Fernández de Kirchner, de momento presidenta de Argentina.

Empresarios, jueces, políticos y otras figuras complacientes con Washington se vieron expuestas de igual manera. También había amenazas y presión a distintos gobiernos para que cumplieran con los objetivos del país. Los tentáculos del poder de Estados Unidos en el mundo fueron revelados, y por eso la diplomacia del país se vio comprometida y criticada en todo el mundo. Fue así que Assange, solo uno de los responsables de este terremoto político, terminó por convertirse en el enemigo número uno de Washington.

Meses antes del cablegate, Assange y WikiLeaks ya le habían asestado un golpe a Washington al publicar el video “Asesinato Colateral”, en el que se muestran los ataques de dos helicópteros estadounidenses contra civiles en Bagdad, Irak, en el marco de la guerra. Dentro de los atacados estaban dos niños que quedaron seriamente heridos, pero sobrevivieron y fueron evacuados cuando fueron descubiertos por un soldado que se ve cómo se aproxima a una furgoneta varios minutos después del ataque. El registro de los eventos diarios de las tropas norteamericanas tanto en ese conflicto como en Afganistán mostró la realidad de la guerra, y desencadenó una lluvia de críticas a los estadounidenses.

Esta revelación, sumada al cablegate, bastó para que Washington emprendiera una campaña contra Assange y sus ayudantes, en especial Chelsea Manning, antes Bradley Manning, la exsoldado y analista de datos del Ejército de los Estados Unidos que le filtró al activista y responsable de WikiLeaks los documentos diplomáticos. Manning fue condenada por un tribunal militar a 35 años de prisión, aunque luego esta pena se redujo a siete años. En 2017, el expresidente Barack Obama conmutó su pena, pero Manning regresó a prisión por negarse a colaborar en la investigación contra Assange. En marzo de 2020 fue liberada de nuevo.

A Assange, quien está detenido en una cárcel de alta seguridad en Reino Unido, Estados Unidos lo pide en extradición. De llegar a ser extraditado, el activista australiano enfrentaría una pena de 175 años de prisión por 17 cargos de espionaje, que incluyen uno de conspiración por la revelación de una gran cantidad de información clasificada. El juicio continuará en enero, cuando la jueza Vanessa Baraitser otorgue su veredicto final. La pareja de Assange, Stella Moris, le solicitó en los últimos días al presidente Donald Trump que le otorgue al programador un indulto presidencial.

El cablegate causó un terremoto y también un cambio en el periodismo, pues alteró el concepto de información en general. Fue un escándalo comparado con el de los papeles del Pentágono de 1971, cuando The New York Times y The Washington Post, gracias a las filtraciones de Daniel Ellsberg, un analista del Departamento de Estado, revelaron que todas las administraciones desde la de Dwight Eisenhower hasta la de Richard Nixon le habían mentido al público sobre el manejo de la guerra en Vietnam, que Estados Unidos no iba ganando y tampoco había avances a pesar del gran número de soldados estadounidenses muertos. Esto profundizó la impopularidad de la Casa Blanca de Nixon. Pero hay quienes no consideran que haya un paralelo entre estas dos historias.

“La diferencia es que Ellsberg, aunque violó la ley, actuó con lo que consideró un sentido de patriotismo y de responsabilidad. El señor de Wikileaks es un protagonista arrogante que se cree el mesías de la información (…) No ha traído un debate real como vemos con lo que salió de Irak y Afganistán, después de que pasó el furor de prensa, allí murió todo”, dijo el coronel Eric Rojo, especialista en inteligencia militar a la BBC.

Sin embargo, no se puede negar que el cablegate buscó ganarse un puesto en la historia. Y que hoy, una década después de estallar el escándalo se continúe hablando de ese suceso, señala que de cierta manera logró su objetivo.

Le recomendamos: Mi encuentro con Julian Assange

El Espectador le explica: ¿por qué WikiLeaks se volvió un objetivo de Estados Unidos?

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gaj(kitsn)28 de noviembre de 2020 - 07:26 p. m.
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