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Mientras en Honduras se decretaba el pasado sábado “alerta roja”, luego de confirmar tres casos de coronavirus, y El Salvador cerraba definitivamente sus fronteras, en Nicaragua se vivían escenas sacadas de la ficción. Una pancarta rezaba el lema “Amor en tiempos del Covid-19” en medio de la masiva manifestación que organizó el presidente del país, Daniel Ortega, y en la que participaron niños, ancianos, jóvenes y adultos. El mandatario, con un discurso que para muchos es irresponsable y hasta oscuro, no solo ha desvirtuado cualquier advertencia y recomendación internacional para controlar la pandemia, sino que se ha dedicado a fortalecer y a promover, punto por punto, todo lo que no se debe hacer.
Una de las consecuencias de la crisis política y social que empezó el 18 de abril de 2018 fue el fortalecimiento de esa mística oficialista que se maneja desde las altas esferas políticas de Nicaragua y que tienen en otro plano, casi divino, las palabras de Ortega y de Rosario Murillo, vicepresidenta y esposa del mandatario. No es casualidad que sus simpatizantes afirmen que el coronavirus no ha llegado al país “gracias a nuestro comandandante Daniel”. Tampoco el hecho de que se resistan a cuestionar decisiones como mantener las fronteras abiertas y rechazar las cuarentenas, adoptadas por las grandes potencias del mundo.
Sin embargo, un gran número de expertos concuerda en que los primeros casos son inevitables en el país, segundo más pobre del continente. El epidemiólogo Leonel Argüello, en entrevista con La Prensa de Nicaragua señaló tres razones para convencerse de eso: “No somos inmunes al virus, es una pandemia que ha llegado a muchos países y se está acercando y tercero, es muy difícil controlar la enfermedad... Me preocupa un poco que no estamos aprovechando la oportunidad para educar al nicaragüense en la importancia de la higiene básica y el lavado de manos. Se necesita una campaña de al menos dos meses en los medios de comunicación”.
Por otro lado, el Gobierno nicaragüense tiene una política de brindar el mínimo de información estatal, y no ha variado ante la amenaza del coronavirus. El problema se agudiza porque sus reportes únicamente son ofrecidos a través de medios oficialistas, cuya audiencia es escasa. Mientras tanto, la realidad en las calles es otra, pues el alcohol, alcohol en gel, mascarillas y guantes de látex, escasean.
Además, Ortega ha apostado por ver una oportunidad ante la crisis mundial y fortalecer el turismo. Además de no cerrar sus puertas ni declarar cuarentena para evitar que la pandemia alcance al país, el Gobierno ha decidido que los turistas que viajan en cruceros sean recibidos por niños. En un video que circuló ayer en redes sociales, se veía cómo un grupo de menores estaban al pie de una embarcación proveniente de San Francisco, recibiendo y dando regalos a los visitantes.
Si bien los niños parecen ser los menos afectados por el virus, al mandatario se le olvida que sí lo pueden transmitir a la población vulnerable en el país, que no es poca. De hecho, según el Mapa Nacional de Salud, en el país hay cerca de 420.000 personas que sufren de enfermedades crónicas, entre ellas la diabetes y el asma bronquial, y que por lo tanto hacen parte de la población más vulnerable ante el Covid-19, según la Organización Mundial para la Salud (OMS).
Otro de los grandes obstáculos es que en muchas partes del país no hay agua potable, uno de los requerimientos fundamentales para proteger a la población. Así lo explica a la prensa Josefa Mendoza, una mujer que vive desde hace dos meses en Villa Valenzuela, uno de los distritos de Managua, la capital. Al inicio le advirtieron que no habría agua durante unos días, pero el problema se extendió y hoy fácilmente llega a las 24 horas, sin una sola gota. “Lo peor es que el agua no viene recia como para decir que vamos a llenar varios baldes. Vivimos una zozobra, principalmente por tantas enfermedades que se han desatado”.
“En este momento el agua es la herramienta, es el arma que existe para defenderte de este virus y de cualquier otro que pueda venir”, afirmó al mismo medio Ruth Herrera, expresidenta ejecutiva de la Empresa Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados (Enacal). Además, la exfuncionaria afirmó que entre 2007 y 2010, el 30 % de los barrios cercanos a Managua tenían dificultades para recibir agua potable y que este problema se ha incrementado durante los últimos años.
Más allá de las críticas por estar poniendo en riesgo la salud y la vida de las personas, como por ejemplo durante la marcha del pasado sábado, las decisiones del Gobierno han dado paso a múltiples especulaciones sobre el manejo que se le está dando al coronavirus, desde la manipulación del sistema de salud para ocultar supuestos casos positivos, hasta que Ortega está interesado en que haya muertes masivas para supuestamente vengar su escasa popularidad. Opositores del Gobierno también han mostrado temor de no ser atendidos en hospitales estatales.
Por eso, diferentes grupos ciudadanos, incluyendo movimientos opositores, empresarios, médicos y religiosos, han tomado la iniciativa de divulgar información y establecer prácticas para evitar el contagio del Covid-19. En una lista de 15 recomendaciones, la opositora, Alianza, sugirió evitar aglomeraciones, distanciarse de las personas, cuidar la higiene personal y evitar salir si es necesario.