El Metoo destituyó a hombres poderosos... fueron sustituidos por mujeres

Según los informes, al menos 920 personas fueron víctimas de la conducta sexual inapropiada de algún sujeto en esa lista, y casi la mitad de los puestos de esos hombres se asignaron a mujeres.

Audrey Carlsen / Maya Salam / Claire Cain Miller / The New York Times
28 de octubre de 2018 - 11:31 p. m.
El movimiento #metoo ha provocado la denuncia de centenares de casos de abusos contra mujeres.  / AFP
El movimiento #metoo ha provocado la denuncia de centenares de casos de abusos contra mujeres. / AFP

Durante años se habían salido con la suya, y para aquellas a las que habían acosado, parecía que los culpables nunca pagarían las consecuencias. Luego llegó el informe que detallaba los abusos y el acoso sexual de Harvey Weinstein y su caída desde la cima de Hollywood.

Un año después, incluso mientras el movimiento #MeToo (#YoTambién) recibe una ruidosa respuesta negativa, es posible evaluar cómo el caso de Weinstein ha cambiado los pasillos del poder. Un análisis de The New York Times encontró que, desde la publicación que expuso al productor hollywoodense (seguida de una investigación de The New Yorker, días después), al menos 200 hombres destacados han perdido sus empleos después de recibir acusaciones públicas de acoso sexual en su contra. Unos pocos, incluido Weinstein, enfrentan cargos penales. Según los informes, al menos 920 personas fueron víctimas de la conducta sexual inapropiada de algún sujeto en esa lista, y casi la mitad de los puestos de esos hombres se asignaron a mujeres.

En contraste, en el año anterior al informe sobre Weinstein, menos de 30 personas de alto perfil salieron en las noticias por renunciar o ser despedidos por acusaciones públicas de conducta sexual indebida. La debacle del presentador de Fox Bill O’Reilly en abril de 2017 resultó ser un evento precursor de los cambios que vendrían después.

El acoso sexual está lejos de ser erradicado en el lugar de trabajo. La ley federal aún no ofrece una protección completa para enormes grupos de mujeres, incluyendo aquellas que trabajan de manera independiente o en empresas de menos de quince empleados. Las nuevas políticas laborales tienen poca influencia si no hay un cambio cultural más profundo. Además, tal como se demostró en la batalla por la confirmación de Brett Kavanaugh en la Suprema Corte, los estadounidenses tienen distintas opiniones sobre cómo se debe escarmentar a las personas acusadas de conducta sexual inapropiada y cuál debe ser el estándar de la evidencia en su contra.

Sin embargo, el análisis muestra que el movimiento #MeToo conmocionó, y lo sigue haciendo, las estructuras de poder en los sectores más visibles de la sociedad. The Times recolectó casos de gente prominente que perdió su trabajo, un puesto de liderazgo notable, o contactos importantes, y cuya destitución tuvo una cobertura pública en los medios noticiosos.

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El 43 por ciento de sus remplazos fueron mujeres. De ese porcentaje, un tercio está en medios informativos, un cuarto en el gobierno, y un quinto en el ámbito artístico o de entretenimiento. Por ejemplo, Robin Wright tomó el lugar de Kevin Spacey como protagonista en “House of Cards”, Emily Nemens remplazó a Lorin Stein en el cargo de editor de “The Paris Review”, y Tina Smith ocupó el escaño que dejó Al Franken como senador de Minnesota.

Las mujeres están empezando a hacerse de poder en las empresas afectadas por el acoso, y esto quizá podría tener un impacto profundo.

“Me parece muy interesante la cantidad de personas que se me acercan para decir: ‘Gracias por intervenir cuando alguien tenía que hacerlo’”, relató Smith. “Eso es lo que muchas mujeres hacen muy a menudo, ¿no?”.

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Poner a mujeres en puestos importantes no garantiza un cambio. Hay mujeres que también han acosado a otros y han encubierto acciones abusivas ajenas. Algunas mujeres están frente al precipicio de cristal: uno en el que se les asigna un cargo de liderazgo durante una época de crisis empresarial, cuando las posibilidades de fracasar son más altas. Además, a pesar de que el porcentaje de mujeres que han llegado al poder tras la caída de Weinstein es considerable, su presencia en las principales instituciones estadounidenses aún es ampliamente insuficiente.

Las investigaciones han mostrado en repetidas ocasiones que las mujeres tienden a dirigir de manera distinta. En general, crean ambientes de trabajo más respetuosos, donde es menos probable que surjan situaciones de acoso y donde las mujeres se sienten más cómodas para reportarlas. Las líderes suelen contratar y promover a más mujeres, les pagan de manera más equitativa y hacen que las empresas sean más rentables.

Las mujeres utilizan sus experiencias y perspectivas de vida para tomar decisiones, y eso puede ser útil para los negocios pues ellas toman la gran mayoría de las decisiones adquisitivas. En el gobierno, han demostrado ser más cooperativas y bipartidistas, además de promover más políticas a favor de las mujeres, niños y bienestar social.

Así se ha visto en el Congreso, dijo Smith, demócrata. Dentro de un Senado sumamente polarizado, las mujeres curiosamente tienden a tratarse como colegas sin importar sus partidos, comentó, y las 23 senadoras se reúnen para cenar una vez al mes.

En el ámbito de la comunicación y el entretenimiento, muchas de las mujeres que se quedaron con los puestos previamente ocupados por hombres han cambiado el tono y el contenido de lo que le ofrecen al público, y en algunos casos, las repercusiones del #MeToo han moldeado sus decisiones.

Jennifer Salke, quien sustituyó a Roy Price como presidenta de Amazon Studios, dijo que Amazon necesitaba más “programas grandes y adictivos para las mujeres”. Anunció que ha llegado a acuerdos con actores como Lena Waithe y Nicole Kidman, entre otros.

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Desde que Tanzina Vega remplazó a John Hockenberry como presentadora de “The Takeaway”, el programa transmitido en la radio pública, ha hecho varios episodios acerca del género, incluyendo la masculinidad, el enojo de las mujeres y la intersección del género y la raza, temas que había abordado durante años, pero que ahora eran parte del diálogo nacional, según dijo.

“No creo que sea necesariamente porque soy mujer, pero como mujer, y como latina, sé que el diálogo no se ha enfocado en las mujeres, y eso me parece profundamente conflictivo”, afirmó Vega, quien antes fue periodista en CNN y The New York Times.

No obstante, la diferencia que pueden marcar las mujeres que han llegado al poder es limitada, pues todavía son parte de un sistema dominado por hombres. Más del diez por ciento de los hombres destituidos han intentado regresar, o han expresado sus intenciones de hacerlo, y muchos de ellos nunca perdieron su poder financiero.

El comediante Louis C.K. hace poco tomó el micrófono en el Comedy Cellar en Nueva York, y preguntó hasta cuándo se va a seguir desterrando a los miembros de su ámbito, y quién lo decide. Garrison Keillor, presentador de radio, reanudó su programa “The Writer’s Almanac” como un pódcast y, según se informa, recibió 275.000 dólares para que la estación Minnesota Public Radio volviera a transmitir viejos episodios de sus programas. Jerry Richardson, fundador y expropietario de las Panteras de Carolina, recibió una multa de 2,75 millones de dólares por parte de la NFL luego de ser acusado de acoso sexual, pero vendió el equipo por al menos 2200 millones de dólares, una cifra récord.

Cuando las personas acusadas de acoso recuperan el poder sin cumplir un desagravio— o sin haber perdido nunca, al menos financieramente—, se restringe el potencial del movimiento pos-Weinstein de cambiar la manera en que se ejerce el poder dentro de la sociedad estadounidense.

No han experimentado el mismo tipo de trauma que las sobrevivientes, comentó Tarana Burke, fundadora del movimiento #MeToo, el cual emprendió en 2006 para apoyar a sobrevivientes de acoso y violencia sexual (la etiqueta se hizo viral hace un año este mes, luego de que varias mujeres la utilizaron para contar sus historias de acoso y violencia). Además, muy pocos han demostrado haber asumido la responsabilidad de sus actos o haberse disculpado en privado con las personas que lastimaron, señaló.

Mientras tanto, estas mujeres afirman que hay otras más con preparación de sobra, listas para tomar su lugar en el poder.

“Muchas de las que tomamos estos empleos como remplazos, escalamos a otros puestos porque fuimos muy buenas para el trabajo”, dijo Vega, la presentadora de radio. “Tenemos las habilidades, la experiencia, la ética laboral y la inteligencia para hacerlo, y es tiempo de que nosotras nos encarguemos de este trabajo”.

The New York Times 2018

Por Audrey Carlsen / Maya Salam / Claire Cain Miller / The New York Times

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