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Las primeras alertas llegaron en mayo. La organización Elefantes sin Fronteras (EWB por sus siglas en inglés), después de hacer algunos sobrevuelos por santuarios y reservas naturales, informó al gobierno sobre la muerte de 169 elefantes en la zona del delta del Okavango, en el norte del país. Las imágenes de los animales eran desgarradoras, pero muy parecidas entre sí. Daban a entender que había un patrón. Los cazadores furtivos eran los principales sospechosos.
En Botsuana habitan cerca de 130.000 elefantes, casi un tercio de la población total de estos animales en todo el continente. Y aunque la caza de elefantes volvió a ser legal el año pasado, solo es permitida en pequeños números y con permiso del gobierno. Esto, sin embargo, no ha evitado que la cacería de estos animales se siga presentando, debido al comercio ilegal de marfil. Al año, de acuerdo con cifras de EWB, mueren en el país cerca de 400 elefantes solo por las actividades de la caza furtiva.
Naturalmente, la primera hipótesis apuntaba a un envenenamiento masivo, práctica común por parte de los cazadores en África. Sin embargo, esta opción fue rápidamente descartada por las autoridades de Botsuana, pues, dicen, que tanto los cadáveres de los animales como los colmillos de los animales estaban intactos al momento de inspeccionarlos.
El envenenamiento por ántrax, que el año pasado causó la muerte de cien elefantes en este país, también fue descartado por el gobierno, que tras casi un mes de saber del problema aún no ha dado con la respuesta.
“La causa de su muerte está siendo determinada”, precisó el director de Parques Nacionales y Vida Silvestre de Botsuana, Cyril Taolo a la prensa local, controlada por el gobierno. El Ministerio de Medio Ambiente informó que se estaban analizando muestras de los restos de los animales en tres laboratorios de Zimbabue, Sudáfrica y Canadá.
De acuerdo con el reporte entregado al gobierno de Botsuana, EWB cree que estas misteriosas muertes se están presentando incluso desde abril. El informe entregado al gobierno, con fecha del 19 de junio, sugiere que el 70 % de los cadáveres llevaban entre uno y tres meses sin ser descubiertos. El 30 % restante, dicen, tienen de “dos días a dos semanas”. Además aclaran que, debido a las dificultades para ingresar al terreno, pueden ser muchos más.
“Sin acciones urgentes para salvar a la especie, los elefantes podrían desaparecer en una sola generación”, alertó por su parte Oaitse Nawa, fundador de la Sociedad Protectora de Elefantes de Botsuana, organización conformada en 2017 para defender la conservación de estos mamíferos, unos de los principales activos del país.
Con la caza furtiva descartada, la siguiente hipótesis apuntaba a las condiciones de vida de los elefantes. En el delta del Okavango habitan cerca de 15.000 de estos animales y, de acuerdo con los ambientalistas y el gobierno, en esta zona no hay escasez de agua, ni de comida, ni precedentes que puedan explicar las misteriosas muertes.
EWB sugiere que detrás de la misteriosa muerte de los elefantes pude haber algo más grave. Al inspeccionar la región, varios de los elefantes vivos fueron observados muy débiles, letárgicos, algunos desorientados y con dificultades para moverse. El director de esta ONG, Michael Chase, afirmó que hombres y mujeres de todas las edades parecen estar preocupados por esta “enfermedad misteriosa”.
La forma en que los animales parecen estar muriendo —muchos cayendo de cabeza— y el extraño comportamiento de otros elefantes que caminan en círculos apuntan a algo que potencialmente ataca su sistema neurológico, opina Niall McCann, de la ONG National Park Rescuecon, con sede en el Reino Unido, ante la BBC de Londres.
“Un elefante fue observado caminando en círculos, incapaz de cambiar de dirección a pesar de que la manada lo intentaba llevar hacia otro lado”, dice el informe de EWB entregado al gobierno de Botsuana.
De hecho, conservacionistas y organizaciones internacionales han acusado al gobierno de Botsuana de minimizar el problema y no darle una importancia real. “La falta de urgencia es un motivo de verdadera preocupación y no refleja las acciones de un cuidador responsable”, dijo Mary Rice, directora ejecutiva de la Agencia de Investigación Ambiental en Londres, al diario The Guardian.
“Lo que hay que hacer en una situación como esta es tomar muestras de inmediato para analizarlas. Pero el gobierno ha estropeado este proceso y teniendo las pruebas no las envió a laboratorios calificados durante meses”, dice por su parte Mark Hiley, director de operaciones del grupo de conservación británico National Park Rescue, al portal de periodismo científico Mongabay.
Y es que los elefantes se han convertido en un problema político en esta nación del sur de África. El presidente, Mokgweetsi Masisi, levantó en septiembre de 2019 una prohibición a la caza de estos animales argumentando que había “soblepoblación” y se necesitaba hacer más para evitar que los 135.000 elefantes no dañaran los cultivos y, ocasionalmente, pisotearan a los aldeanos. Esta decisión fue duramente cuestionada por ambientalistas, a pesar de que contó con el apoyo del 90 % de los habitantes de Botsuana
Pero de acuerdo con Cyril Taoro, director de Parques Nacionales y Vida Silvestre de Botsuana, el gobierno sí ha intentado buscar respuestas y asegura que se han enviado pruebas a varios laboratorios en el mundo. El funcionario explica que la pandemia del COVID-19 ha ralentizado los procesos de envío y recepción de estos test. “Los resultados llegarán en unas dos semanas”, respondió el funcionario a una pregunta de The Guardian en un artículo publicado el miércoles.
De cualquier manera, y aún sin conocer el origen de las muertes, el gobierno ha pedido a los aldeanos alejarse de los cadáveres de los animales y evitar consumir su carne. Esto, siguiendo la recomendación de expertos, para evitar que haya una posible transmisión de un virus hacia los humanos.
“Sí, (la muerte de elefantes) es un desastre de conservación, pero también tiene el potencial de ser una crisis de salud pública”, sentenció a la BBC el médico Niall McCann, de la organización National Park Rescue.