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El mundo árabe se une en su repudio a los ataques aéreos de Israel en la Franja de Gaza y la forma en que la policía israelí irrumpió en la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén, uno de los templos más sagrados del islam. Los gobiernos han alzado la voz, han surgido manifestaciones y las redes sociales están enardecidas.
No obstante, en general, este repudio solo se ha limitado a palabras, no a hechos… al menos hasta ahora. El desasosiego en la región ha cambiado desde la última incursión importante de Israel en Gaza en 2014 debido a un mayor temor relacionado con la influencia de Irán, más problemas de descontento popular en los países árabes y una creciente aceptación de Israel en el mundo árabe.
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Incluso los países que normalizaron sus relaciones con Israel el año pasado —los Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos— han criticado de manera abierta las políticas israelíes y solicitado apoyo a los palestinos y a la defensa de Jerusalén. La escalada de violencia ha ejercido mucha presión en esos gobiernos, los cuales habían alegado que una relación más cercana con Israel ayudaría a frenar las iniciativas de este país contra los palestinos, tanto en Cisjordania como en Gaza.
“No he visto ningún Estado árabe que, en la retórica, no haya manifestado su apoyo a los palestinos, y sería muy difícil que dijeran otra cosa”, comentó H. A. Hellyer, estudioso de las políticas de Medio Oriente en el Fondo Carnegie para la Paz Internacional de Washington. “Pero es muy diferente lo que hacen al respecto”.
Sin embargo, el gobierno egipcio, quien ve a Hamás, el grupo islamista militante que controla Gaza, como una rama de los proscritos Hermanos Musulmanes y un peligro para la región, está atento a la postura de la población.
El viernes, un sermón que habría sido aprobado por el gobierno ofrecido en la mezquita de al-Azhar de El Cairo, una de las más importante del mundo árabe, fue inusualmente crítico sobre la cobardía de los dirigentes árabes para defender Jerusalén, señaló Ofir Winter, especialista en Egipto y el mundo árabe en el Instituto de Estudios sobre Seguridad Nacional de la Universidad de Tel Aviv.
Los gobiernos sunitas de todo el mundo árabe no quieren a Hamás, pero su contundente mensaje de que atacaría a Israel para defender Jerusalén y Al-Aqsa tocó fibras sensibles, señaló Khaled Elgindy, director del programa de Palestina en el Instituto de Medio Oriente. Gaza es una cosa, pero “Jerusalén es importante para la Liga Árabe y para las evidentes partes interesadas, como los jordanos y los sauditas”, quienes fungen como guardianes de los lugares sagrados del islam, comentó.
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Baréin y los Emiratos Árabes Unidos no dudaron en repudiar la incursión por parte de la policía israelí el lunes en la mezquita de Al-Aqsa —que dejó heridos a cientos de palestinos y decenas de policías— “debido a la importancia de Al-Aqsa y a la violencia ejercida contra los fieles durante la noche más significativa del Ramadán en uno de los templos más sagrados del islam”, mencionó Zaha Hassan, abogada de derechos humanos e investigadora visitante en el Fondo Carnegie.
Hassan señaló que, al mismo tiempo, las medidas de Israel para expulsar a las familias palestinas de Sheij Jarrah, un barrio palestino en Jerusalén Este, afectaron a los palestinos en el exilio, tanto en Israel como en el extranjero. “No hay un solo palestino que no sepa lo que significa que le quiten su hogar o que lo amenacen con quitárselo”, comentó Hassan.
Durante semanas, Hamás había estado prometiendo que defendería Jerusalén y, después de los acontecimientos a principios de esta semana en esta ciudad, cumplió sus amenazas al disparar una avalancha de proyectiles hacia Jerusalén y provocar, como respuesta, los ataques aéreos por parte de los israelíes.
Egipto y Jordania, que desde hace mucho habían mantenido relaciones diplomáticas con Israel, están muy dispuestos a tratar de distender el conflicto, pero también deben estar atentos al enojo de la población, mismo que no haría más que empeorar si Israel iniciara una guerra a gran escala contra Hamás en Gaza.
Catar, el cual financia a Hamás en Gaza, también ha intentado intervenir y su ministro de Asuntos Exteriores ha sostenido conversaciones con el dirigente de Hamás, Ismail Haniya, y el consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan.
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Aunque el presidente de Egipto, Abdulfatah el Sissi, ha enviado funcionarios de seguridad para intentar mediar entre Israel y Hamás, se ha pronunciado poco sobre estos acontecimientos.
Sin embargo, su ministro de Asuntos Exteriores, Sameh Shoukry, en una reunión de emergencia de la Liga Árabe les dijo a sus colegas árabes que “la manera en que los árabes —a nivel popular y oficial— están decididos a dar seguimiento a lo que está sucediendo en Jerusalén es el mensaje más importante que confirma que Palestina ha sido y siempre será la principal causa de los árabes”.
Según los analistas, para los países árabes que en fechas recientes reconocieron a Israel, esta confrontación es una vergüenza y un dilema debido a que pone a prueba su influencia sobre Israel, o la falta de ella.
En teoría, el reconocimiento diplomático “iba a otorgarles fuerza, y uno de sus argumentos era que Israel no perjudicaría estas nuevas relaciones con el mundo árabe y se moderaría en asuntos como los asentamientos en Gaza”, señaló Elgindy del Instituto de Medio Oriente. De hecho, comentó, “A mí me parece lo contrario: ahora los israelíes tienen más cobertura”.