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Con la crisis en casa desvaneciéndose de a poco, el presidente francés Emmanuel Macron ha retomado con entusiasmo su campaña por una Unión Europea (UE) más asociada y fortificada. Las protestas de los llamados “chalecos amarillos” en Francia mantuvieron al mandatario alejado de la política exterior por varios meses. Pero ahora, el joven líder del partido francés La República en Marcha regresó a la escena internacional lanzando un llamado urgente por el europeísmo a las naciones que integran la UE, para proteger los intereses de los ciudadanos del continente y así evitar un error -como lo ha tildado él- similar al del Brexit.
Esta semana, Macron publicó en los principales medios de comunicación europeos una columna de opinión titulada Por un renacimiento europeo, que fue escrita en más de 20 lenguas. La intención del mandatario fue la de advertir a los ciudadanos europeos del repliegue nacionalista que se propaga por el continente y abogar por una mayor integración de los líderes de cada país en tres aspectos fundamentales: defensa, migración y protección del medio ambiente. El líder francés siempre ha tenido a Europa marcada como una de sus prioridades en su agenda de gobierno. Por ello, acompañó esta vez su discurso con una lista de propuestas para fortalecer a la mancomunidad europea en los sectores que él cree necesarios. Pero para algunos analistas, las ideas de Macron son tan ambiciosas que tienen pocas oportunidades de hacerse realidad.
En el ámbito de defensa, Macron propone la creación de una Agencia Europea para la Protección de las Democracias, que se centraría en la protección de la mancomunidad contra ataques cibernéticos, actuaría en contra de la propagación de noticias falsas y prohibiría la injerencia extranjera en la financiación de partidos políticos. También formula la creación de un Consejo Europeo para la Seguridad Interna con una agencia de fuerzas fronterizas y una oficina de asilo europea junto con un consejo de seguridad continental del que Reino, pese al Brexit, haría parte. Lea también: El traspié de Macron perjudica a Europa
La supervisión europea de las plataformas tecnológicas, como sugiere Macron, ya está planteada en la Unión Europea, que ya puso en marcha su plan de acción para tener conexiones más seguras. Sobre la campaña contra discursos de odio y extremismo que plantea el presidente, la UE es más reacia a una regulación, aunque existen códigos de conducta que puede tomar cada país, y como no hay consenso, una ley sobre estas manifestaciones parece poco viable. En cuanto a la propuesta sobre migración, algunos gobernantes, como Viktor Orbán de Hungría, se niegan a entregar el control fronterizo a Bruselas, y mientras no haya un consenso sobre la idea de renunciar al poder sobre el paso de personas por las fronteras, la propuesta de Macron resulta imposible de materializar. La integración del Reino Unido al bloque de cooperación en seguridad es más viable, pero los ingleses preferirían operar a través de la OTAN que de un nuevo Consejo de Seguridad Europeo, por lo que tampoco es factible la idea del francés.
En salud y economía, el presidente francés plantea la creación de un salario mínimo de la Unión Europea negociado colectivamente y apropiado para cada país para que los ciudadanos europeos obtengan la misma paga por las mismas labores. También expuso la creación de una fuerza de seguridad alimentaria para mejorar controles sobre alimentos y protegerlos de amenazas lobistas. Mientras que para afrontar el cambio climático Macron propuso el nacimiento de un Banco Europeo del Clima, que financiará la transición del continente al objetivo de “cero carbono” para 2050 y pesticidas reducidos a la mitad en un plazo de seis años.
El comercio es tal vez la propuesta más ambiciosa del mandatario, pues sugiere a los países europeos una “preferencia europea” en contratación pública y penalizar a quienes comprometan los intereses del continente o las políticas medioambientales. La UE no es partidaria de una medida proteccionistas como la ha planteado Macron, que antes había promulgado una idea similar con su proyecto de “Europa Compra”. El propio líder francés catalogó la prohibición de exportaciones de industrias europeas como “pura demagogia”, por lo que su solicitud pierde credibilidad. La estrategia industrial propuesta por Alemania, en cambio, expone una política de reciprocidad, en la que los países europeos solo negocien con naciones que están abiertas a las empresas del viejo continente.
La financiación de las ideas sobre economía de Macron por parte de la UE depende de la disposición de los países ricos del continente para otorgarle más dinero al bloque, y algunas naciones, como Países Bajos, Dinamarca y Suecia se resisten a contribuir con más fondos luego del desastre del Brexit. En cuanto a las propuestas sobre el cambio climático, las posibilidades de cumplir con las metas que se pone el mandatario son remotas. Los agricultores continúan usando pesticidas prohibidos y la transición es muy lenta como para fijar un cambio tan abrupto a seis años. Existe una gran dificultad para alcanzar una visión común sobre las políticas medioambientales y penalizar a las empresas que violen las leyes propuestas por Macron parece ser una carga que ningún país quiere asumir. Le recomendamos: Lo que Macron no entendió de los ciudadanos
Macron ha regresado cargado con todo el entusiasmo para hacer realidad su proyecto “Europa grande de nuevo”, luego de que la crisis de los chalecos amarillos en Francia parece haber calmado sus aguas. El líder francés entiende que este es el momento para reagrupar a sus aliados, pues se acercan las elecciones del Parlamento Europeo en mayo. Pero sus propuestas tienen de entrada una falta de consenso entre los gobiernos que podría darle, de nuevo, pocos resultados positivos. Además, aunque sus problemas en casa parece que han mermado, Macron no se ha recuperado del golpe que le dieron los chalecos amarillos a su popularidad, y sin aprobación local, es muy difícil que el mandatario francés pueda presumir de sus dotes de liderazgo en el exterior.