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En las altas esferas de la Organización de Estados Americanos (OEA) hay incertidumbre. Si bien restan más de seis meses para que el organismo convoque a elecciones y se sepa si su actual secretario general, Luis Almagro, continúa en el cargo, crece entre los diplomáticos del continente apostados en Washington la sensación de que su reelección, que muchos creían garantizada, ingresó a arenas movedizas y que, a estas alturas, ni una pronta salida del poder del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, garantizaría para el uruguayo un período más al frente del organismo.
“Todos reconocemos la claridad de las posiciones del actual secretario de la OEA. Sus enfrentamientos con Nicolás Maduro o con los actuales gobernantes de Bolivia y de Nicaragua, por ejemplo. En eso ha sido muy claro. Lo que cuestionamos ahora es la contundencia de sus posiciones: qué tanto nos sirve tener a un secretario general que vocifera a través de Twitter, pero cuyas posiciones radicales no parecen producir ningún efecto más allá de las redes sociales”, le dijo a El Espectador un diplomático centroamericano.
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El funcionario, que por ser embajador de su país ante el organismo requirió del anonimato, asegura que la reelección de Almagro está hoy en entredicho “en especial por el malestar que provocó al interior de muchos gobiernos su manejo frente a la designación de Gustavo Tarré como embajador ante el organismo del ‘otro’ presidente de Venezuela: Juan Guaidó”. “Nos dejó un muy mal sabor ese episodio. Ahí el secretario Almagro se limitó a cumplir el muy dócil papel que le encomendó el representante de Estados Unidos ante la OEA, Carlos Trujillo. Para mí, ese episodio representa el punto de quiebre a las aspiraciones reeleccionistas de Almagro”, añadió.
El día que la OEA votó el reconocimiento a Tarré, la sesión debió ser aplazada una hora porque había problemas con los apoyos. Las delegaciones de México, Uruguay, Bolivia, Nicaragua, Guyana, Antigua y Barbuda y El Salvador ante el organismo finalmente rechazaron la resolución alegando que dicha votación “lo único que hacía era dividir la causa para la solución pacífica de Venezuela”. Al final se consiguieron 18 votos.
Según la fuente, varios gobiernos —en especial de países de Centroamérica— vienen trabajando desde hace tres meses, con el apoyo de México, en la idea de presentar la candidatura de un candidato propio. “Para el próximo año, buscamos un secretario general menos beligerante y capaz de alzar la voz también a los fuertes del continente. No solo replicar como propios los intereses de estos. Y creemos que la coyuntura está dada, independientemente de que cuál sea el futuro de (Nicolás) Maduro”, concluyó el diplomático.
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A Almagro se le señala de estar alienado con las posiciones más conservadoras de la región, particularmente con el gobierno de Donald Trump.
Otras voces críticas con la gestión de Almagro, dentro del organismo, también le reprochan cierto oportunismo político. “Almagro manipula las relaciones de la OEA con los distintos gobiernos según su conveniencia. Fíjese en su relación con Evo Morales. Tanto que le criticó en el pasado reciente su decisión de lanzarse a una reelección, y ahora, al vaivén de los acontecimientos, busca el respaldo de Evo para el cumplimiento de sus objetivos estratégicos”, señaló otro diplomático.
Pero Almagro no cesa en el tema venezolano. Este viernes, según le revelaron fuentes diplomáticas a la agencia EFE, varios países miembros del Grupo de Lima también miembros de la OEA aprovecharán la cita en Medellín para apoyar al líder opositor Juan Guaidó, reconocido como presidente interino de Venezuela por 54 gobiernos, y legitimar su representación diplomática en la OEA. Es decir, a Gustavo Tarré, el nombramiento que causó las actuales divisiones.
Y aunque hay que reconocer el papel de Almagro por intentar aplicar la carta democrática en Venezuela y en Nicaragua, lo cierto es que Maduro se le convirtió en una obsesión que no ha sabido gestionar. “El manejo de la situación política de Venezuela ha sido muy triste, la OEA ha sido criticada por ser inoperante y Almagro lo confirma: no logró abrir un espacio para dirimir las diferencias y encontrar una solución por cuenta de su parcialización. Ninguna de sus acciones ha tenido mayor efecto”, dijo Ronal Rodríguez, investigador de la Universidad del Rosario.
Las críticas llueven en todas partes. El exembajador de Chile en Brasil, Jaime Gazmuri, comentó recientemente, según el periódico El Mercurio, que “el secretario general de la OEA navega completamente contra la corriente histórica de lo que es indispensable en América Latina, que es la convergencia de la diversidad y la resolución pacífica y negociada de los problemas y las crisis”. Lo dice porque durante una visita a Chile, además de enredarse para explicar sus posiciones frente a Venezuela y Bolivia, Almagro dijo que “había que terminar con la política de normalización de relaciones con Cuba”.
Dijo que Evo Morales, muy criticado en su país por buscar una nueva reelección, tenía derecho a postularse a un nuevo período presidencial, al igual que otros presidentes latinoamericanos que apelaron a la justicia para hacerlo y puso como ejemplo a Daniel Ortega, en Nicaragua.
Ayer en Medellín, las críticas cayeron por su felicitación al presidente, Iván Duque, por defender la paz y justicia en Colombia. El 24 de mayo, en una declaración pública, el secretario general de la OEA dijo que “Duque ha hecho todo por mantener la paz y profundizar el acuerdo con la justicia”. El movimiento Defendamos la Paz, que reúne a dirigentes, intelectuales y activistas de derechos humanos, le pidieron a Almagro “una aproximación más objetiva y más realista a la paz en Colombia”.
No me llamo Luis “Reelección”
Almagro dice ser consciente del origen de las críticas y de que hoy su intención de buscar la reelección como secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), cargo que asumió en 2015 por un lustro, no está garantizada. Y aclara que el tema no lo trasnocha.“Yo quiero mañana mirarme al espejo y mantener el respeto que siento por mis posicionamientos políticos y por mi actuación política; por lo tanto, mi campaña va a ser una anticampaña y si mañana toda la opinión pública se me da vuelta por el tema Bolivia, por el tema Canadá, por el tema Venezuela, el tema Nicaragua, o por cualquiera de los temas, definitivamente lo asumo porque es mi responsabilidad”, aseguró Almagro en una entrevista reciente a CNN.
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“Yo me llamo Luis Almagro. No me llamo Luis Reelección”, aseguró, entonces, el secretario general al periodista Fernando del Rincón, para enfatizar que, pese a las críticas, mantendrá sus posiciones.
Personas de su entorno, consultadas por El Espectador, afirman que el actual secretario general es consciente de que su reelección está soportada en que la situación de Venezuela “llegue a feliz término”, que interpretando el deseo de Almagro, representa la salida este mismo año de Nicolás Maduro del poder. “Él está tranquilo, de buen humor. Seguro de sus convicciones y confiado del respaldo que tiene de la mayoría de países del continente”, señaló uno de sus más cercanos colaboradores.
Según el diplomático, hoy Almagro sigue contando con el respaldo de países con fuerte peso político del continente tales como Estados Unidos, Argentina, Brasil y Colombia, quien fue —junto con Estados Unidos— el gobierno que lanzó la candidatura a la reelección del uruguayo.