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“Yo pensé que iba a morir pobre, pero ahora voy a morir banquero”, le dice un habitante de barrio a Salomón Raydán, el venezolano creador de Bankomunales. Todo surgió en el año 2000, cuando la tendencia mundial era el microcrédito y los estratos más bajos vivían endeudados. Raydán empezó a analizar las modalidades de consumo de las poblaciones más vulnerables de Venezuela. Identificó que los pobres –al igual que los ricos– tienen momentos con excedentes y momentos en que hay necesidades de financiamiento.
También se percató de que las personas tienen una relación emocional con el dinero, que en muchos casos se traduce en culpa y miedo. “Los pobres pueden ahorrar, pero se les dificulta porque no cuentan con un mecanismo para capturar esos ahorros de manera eficiente y rentable”. Fue así como Salomón decidió cambiar la actitud pasiva ante el ahorro y creó un modelo disruptivo: Bankomunales, una organización comunitaria, autosostenible y de bajo costo. Este venezolano creó una empresa social que tiene como base el empoderamiento de la gente para administrar el dinero. Las comunidades asumen un doble rol de banqueros y clientes convirtiéndose en agentes de su propio cambio. Bankomunales utiliza los recursos propios de la comunidad para otorgar créditos y distribuir ganancias.
¿Cómo funciona? Se establece un grupo de 20 personas (a veces más, a veces menos), que deben conocerse. Entre todos fijan las reglas antes de poner un centavo. Los reglamentos se adaptan a las condiciones de cada comunidad. Luego se pregunta quiénes quieren comprar acciones y entre los participantes escogen a las autoridades. Se realiza una breve capacitación y se pone a andar desde el primer día.
Está diseñado para que sea autogestionable y controlado. Hay vigilancia de a quién y en qué condiciones se otorgan los créditos. Es un modelo distributivo ya que no se busca la acumulación de capital, sino la distribución permanente de las ganancias entre los socios. Bankomunales es una alternativa frente a la microfinanza tradicional. Mientras que la tendencia actual es la bancarización, esta organización le apuesta a mejorar los mecanismos informales. Las microfinanzas se concentran en dar créditos y los Bankomunales en generar ahorros.
Raydán diseñó un sencillo modelo que empezó a operar en Venezuela y por su dinamismo no tardó en replicarse en Latinoamérica, España, Indonesia y Senegal. En Colombia están presentes desde hace 10 años y operan principalmente en Cali, donde tienen más de 200 grupos.
La hiperinflación en el país vecino obligó a Salomón a enfocarse en temas comunitarios y de capacitación financiera. En un lugar en donde la moneda pierde diariamente su valor, estimular el ahorro es una labor titánica. Este año, el Fondo Monetario Internacional pronosticó para Venezuela una inflación anual de 13.000 %.
Una de las principales razones que llevan a los venezolanos a emigrar es la crisis económica. Hace tres años, Raydán se mudó a Colombia y desde ese entonces se ha encargado de mejorar la calidad de vida de miles de familias colombianas bajo la premisa de que los pobres son autofinanciables.
Con el impulso del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y alianzas públicas y privadas, se han generado en el país casi 700.000 dólares en ahorro y cuatro millones de dólares en créditos que las mismas asociaciones han otorgado. Lo que ha beneficiado a más de 400 grupos con mayor acceso a la salud, educación y vivienda. Este año, Bankomunales busca generar 200 grupos más.
En 2010, Salomón fue escogido para globalizar su propuesta en el concurso Globalizer, que analizaba los proyectos de cientos de emprendedores de 70 países, siendo Bankomunales una de las que tiene mayor potencialidad para su expansión mundial.
El conocimiento es una forma de ejercer poder. Detrás de la metodología de aprender haciendo se introducen elementos de educación financiera. Es un ejercicio de reflexión sobre los ingresos y egresos para tomar decisiones desde lo racional.
Según la estructura del gasto familiar, un gran volumen del dinero se pierde en cosas inútiles. Bankomunales hizo un estudio de los hábitos de consumo que demostró que un 30 % de los ingresos de las familias se gastaba en bienes o servicios que agregaban poco valor a sus economías (bebidas alcohólicas y no alcohólicas, gaseosas, golosinas y juegos de azar). La pobreza no está definida sólo por el ingreso, sino por la incapacidad de redireccionar el gasto que no aporta valor. Para que el ahorro no sea malgastado crearon el Club Bankomunal, una manera de dirigir el gasto hacia bienes y servicios que contribuyen a crear amortiguadores de pobreza. El Club propicia espacios para que la gente pueda invertir de otra manera, lo que contribuye a reducir la vulnerabilidad de sus economías.
Como es la misma comunidad la que administra el “banco” se utiliza el dinero como generador de confianza: se pone sobre la mesa, se discuten los ingresos y egresos, se analizan las ganancias y se mide la capacidad de pago.
La gente prefiere ahorrar en conjunto. Existen muchas razones que impiden el ahorro: un imprevisto, una tentación o un olvido. En estos colectivos la gente se presiona a ahorrar. Una “presión grupal” que funciona para elevar la calidad de vida de la comunidad.
En torno a esto Raydán creó un oficio remunerado: las asesoras comunitarias, cuyo cargo es asumido principalmente por mujeres de bajos ingresos que se forman en la metodología de Bankomunales para que supervisen el proceso.
Lo que en otros países se conoce como the saving revolution, Bankomunales lo denominó años atrás como “la otra microfinanza”, siendo pioneros en la inclusión financiera para las grandes mayorías. Raydán utiliza la innovación social para potenciar la unión, estimular el ahorro, distribuir los beneficios y reinvertir en la comunidad. De esta forma, las personas aumentan su autoestima, seguridad, independencia y capacitación.
Lo que empezó como una idea de Raydán en Venezuela se expandió por 20 países, ha beneficiado a más de 15.000 asociados y se consolidó como una empresa social que busca democratizar el acceso al conocimiento para superar la pobreza.