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Han pasado tres meses desde que comenzaran las protestas en contra del gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua y la cifra de muertos aumenta considerablemente con el transcurso de los días, pues el número de víctimas fatales superó los 300, casi tres por día.
La encargada de llevar este conteo es la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (APNDH), cuyo secretario, Álvaro Leiva, se ha convertido en una de las caras visibles del conflicto que enfrenta al Gobierno con parte de la ciudadanía. En entrevista con El Espectador, Leiva habla sobre la grave situación de orden público que se vive y cuenta cómo es trabajar en un país que lleva tres meses de violencia constante.
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Lo que comenzó como una protesta contra una reforma pensional terminó escalando en una violencia sin precedentes. ¿Por qué?
La profunda crisis de violación a los derechos humanos que existe hoy en Nicaragua es producto de la falta de voluntad del Gobierno de respetarlos. Esto ha provocado que, a lo largo de los años, la impunidad, la indolencia, la injusticia y sobre todo el irrespeto a la democracia se hayan normalizado. Esa suma de cosas es lo que ha generado todo este caos.
La violencia ha ido escalando con el tiempo. ¿Cuántas víctimas van hasta el momento?
Hemos contado 351 muertos desde que comenzaran las protestas el pasado 18 de abril. De acuerdo con nuestros informes, los fallecidos son en una gran mayoría ciudadanos que fueron asesinados y ejecutados de manera ilegal, ya sea por fuerzas del Estado o por grupos paramilitares, simplemente por ejercer su derecho a protestar.
¿Cómo se hace el conteo de los muertos?
Nuestra fuente de información son los promotores territoriales, que nos entregan diariamente informes soportados con las actas de defunción de los fallecidos. Es un listado serio, apegado a una fuente de información confiable.
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Pero el Gobierno dice que muchas de las víctimas son sandinistas…
Es que aquí ya no se sabe que es el sandinismo y que no lo es, porque dentro de sus mismas filas hay inconformidad. Hay sandinistas que se han incorporado a la protesta porque están inconformes con la forma como Daniel Ortega está conduciendo el país, pues sienten que se ha traicionado el proyecto al que apostaron miles de nicaragüenses en el año 1979.
Usted llevaba años denunciando violaciones a los derechos humanos. ¿Cuáles eranestos excesos?
Bueno, en principio, veíamos con mucha preocupación cómo los poderes del Estado se estaban centralizando en una sola persona, algo que afectó la institucionalidad del país. Esto hizo que, naturalmente, se deteriorara el tema de los derechos humanos debido a que no existieron instituciones fuertes que garantizaran esos principios.
De acuerdo con la ANPDH, la cifra de muertos asciende a más de 350 muertos. Foto: EFE
Si Ortega no ha cedido ante las presiones populares, ¿qué puede pasar ahora para que se vaya?Tenemos una resolución de la OEA, en la cual se condenó el actuar de Ortega. Hay que recordar que Nicaragua tiene obligaciones con la comunidad internacional, y eso va a tener sus repercusiones. Ortega tendrá que decidir si sale por la vía democrática, que es la que exige la ciudadanía, o definitivamente va a repetir la historia que se dio en el año 1979 con la dictadura de Anastasio Somoza. La ciudadanía sabe lo que quiere y es el respeto a sus derechos humanos, los cuales han sido violentados en la gestión de Ortega.
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¿Cree, entonces, que es posible una salida negociada al conflicto?
Siempre hay una salida. Si hay voluntad política por parte del gobierno de Nicaragua y de los ciudadanos, habrá siempre una esperanza. Sin embargo, lo que es claro es que el pueblo no quiere más a Ortega en la Presidencia del país.
Masaya se ha convertido en un fuerte de la oposición en Nicaragua. ¿Cómo está la situación hoy allí?
Masaya en este momento está sufriendo. La situación es grave desde que la ciudad fuese ocupada por fuerzas paramilitares y lo que ahora se vive es dolor y más derramamiento de sangre. La ciudad fue ocupada por una fuerza de más de 2.000 hombres fuertemente armados que se enfrentaron a una ciudadanía indefensa que protestaba pacíficamente. El presidente Ortega creía que estaba combatiendo contra un ejército regular, pero no se dio cuenta de que estaba combatiendo contra una ciudadanía desarmada, lo cual ha provocado el caos y el terror. En este momento todavía se teme por las actuaciones de las fuerzas paramilitares, que están haciendo ejecuciones extrajudiciales y haciendo de las suyas, cometiendo actos fuera del marco de la ley bajo el amparo de la fuerza pública.
¿Quiénes están detrás de los cuerpos paramilitares? ¿Cree que los está organizando el Gobierno?
Según lo que nosotros logramos apreciar y las denuncias que hemos recibido, estos grupos paramilitares son definitivamente organizados, operados y dirigidos por el Estado de Nicaragua. Porque no se puede explicar cómo personas vestidas de civil, con sus caras cubiertas y fuertemente armadas, transiten tranquilamente en la vía pública y la policía no haga nada para detenerlas. Es claro que son cómplices.
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Si tuviera que comparar lo que está ocurriendo ahora con los coletazos finales de Somoza, ¿qué diría?
Esta es la peor crisis en la historia de Nicaragua. Es incomparable siquiera con esa época. Los actos crueles que se están dando, de ejecuciones, de secuestros por parte de este gobierno, no tienen precedentes en la historia del país.
¿Qué le diría a Daniel Ortega si pudiera hablar con él?
Que siempre hay tiempo para enmendar las cosas. Siempre hay tiempo para ceder. Hay una oportunidad para que haga lo que está demandando el pueblo de Nicaragua, que es su renuncia, y que lo haga en función de evitar más derramamiento de sangre, dolor y luto.
¿Qué espera de la comunidad internacional?
Esperamos su solidaridad y apoyo incondicional a lo que demanda la sociedad nicaragüense en conjunto, que es la institucionalidad y la democracia. Sabemos que la comunidad internacional se ha pronunciado a favor de esto, pero esperamos que la presión continúe.
jmesa@elespectador.com