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Hace un par de semanas, recién designado como nuevo presidente del Comité de Asuntos Exteriores, el representante demócrata por Nueva York Gregory Meeks anunció que su primer viaje al exterior una vez tome posesión será a Colombia. “Pero no a las ciudades principales, sino a las comunidades afrocolombianas”, dijo en un encuentro virtual a instancias de la Comisión de Solidaridad con los Municipios Afros.
Gracias a esa relación de muchos años con Colombia, y en particular con la comunidad afrocolombiana, Meeks aceptó responder un cuestionario enviado por El Espectador sobre el nuevo gobierno de Joe Biden y Kamala Harris a partir del 20 de enero y la relación de su país con Colombia.
El mundo presenció una extraña campaña presidencial en los Estados Unidos donde reinó la división, las mentiras, incluso la confrontación física entre los ciudadanos de los dos partidos. ¿Qué está pasando en su país? ¿Qué fue diferente en esta campaña?
Nunca antes en la historia moderna de los Estados Unidos se había diseminado desde la Casa Blanca desinformación y mentiras a un país dividido que recibe las noticias de dos burbujas informativas absolutamente separadas. Mientras que típicamente los presidentes trataban de ser líderes de todos los estadounidenses, Trump desde hace tiempo dejó claro que sería el presidente solamente de su base, al extremo de no dar asistencia a estados azules como Nueva York durante la pandemia.
¿Cuál diría que va a ser la gran diferencia entre la administración Trump-Pence y la de Biden-Harris?
La administración Biden-Harris será una de unidad y respeto mutuo, en la cual se valorará la competencia en el gobierno, de manera que podamos superar los desafíos que enfrentamos como estadounidenses. La próxima administración no va a inflamar las divisiones ni a diseminar mentiras y desinformación.
Usted ha estado por más de 20 años en el Congreso de los Estados Unidos y, sin embargo, es el primer afroamericano en ocupar la presidencia en la historia del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara. ¿Considera su elección como un paso adelante en la inclusión en los Estados Unidos?
Por completo. Es importante que cuando el mundo entra en diplomacia con los Estados Unidos vea la diversidad que es representativa de todo el país. Una de mis primeras prioridades en el Congreso será generar mayor diversidad en nuestro Departamento de Estado, fortaleciendo el camino de las comunidades de color y otros grupos subrepresentados en nuestro servicio exterior. Estados Unidos se hace más fuerte por vía de su diversidad.
¿Y cuáles son los principales desafíos en asuntos internacionales que tendrá que enfrentar como cabeza del Comité de Asuntos Exteriores?
Durante los últimos cuatro años, la verdad es que Estados Unidos no ha sido un buen amigo de sus socios y aliados. Necesitamos reparar nuestras relaciones y la confianza alrededor del mundo. Sin embargo, simultáneamente tendremos que construir nuevas relaciones y coaliciones que nos permitan estar preparados para manejar amenazas globales emergentes alrededor del mundo. Tendremos que trabajar de manera rápida para enfrentar la inminente crisis climática. El nuevo coronavirus es un recordatorio de lo interconectado que está el mundo y cómo los desafíos que enfrentamos son de carácter internacional.
Recientemente, el Congreso de los Estados Unidos presentó un informe crítico de la efectividad del “Plan Colombia” en la lucha contra el narcotráfico. Usted, que lidió con esta problemática como fiscal asistente en el condado de Queens, ¿hacia dónde cree que va la guerra contra las drogas ilícitas? ¿Va por buen camino?
He sido un gran promotor de que se evalúen programas como el “Plan Colombia”, que se revise dónde se ha quedado corto, dónde ha funcionado y qué se puede mejorar. Muchas veces vemos la guerra contra las drogas como un ejercicio militar cuando puede haber otras aproximaciones económicas o de salud que deben tenerse en cuenta como herramientas dentro de nuestro arsenal. Creo que es claro que la guerra contra las drogas de manera general ha sido un fracaso. Aquí en los Estados Unidos, hemos invertido más de un billón de dólares en una guerra que no parece tener fin, que es responsable del encarcelamiento masivo de gente de color y que ha fracasado en contener lo que al final es una crisis sanitaria.
Nos cuentan que en su oficina tiene una bandera de Colombia. ¿Por qué? ¿De dónde viene su conexión con el país? ¿Cómo comenzó?
Sí, la tengo. Mi conexión comenzó cuando visité Colombia por primera vez hace unos 20 años, en particular cuando fui a la costa del Pacífico y vi las condiciones en que vive la gente allí. Fui testigo de primera mano de la pasión de la gente por transformar a Colombia de ese país conducido por los carteles que sufría la violencia y la pobreza. Su transformación en una verdadera democracia fue milagrosa pero el trabajo que sigue por delante incluye asegurar que toda su población se pueda beneficiar de esa recuperación.
Si pudiera aconsejar al gobierno colombiano en la relación con la nueva administración Biden-Harris, ¿qué le diría?
Le recordaría que Colombia es un importante socio regional y que debemos trabajar juntos para manejar los problemas amplios que enfrenta la región, como buenos vecinos.
Analistas en Colombia han criticado al gobierno colombiano por haber comprometido la relación con Estados Unidos al tomar partido en la elección en favor del presidente Trump. ¿Qué opina de ese análisis?
Yo escribí un articulo con mi colega y amigo, el representante Ruben Gallego, sobre ese preocupante hecho. Los Estados Unidos y Colombia son amigos cercanos, de manera que debemos hablarnos con honestidad. No le favorece a Colombia tomar partido en una elección. El apoyo de los Estados Unidos a Colombia ha sido bipartidista y se debe mantener así; le hace daño a esa relación una interferencia en nuestro proceso democrático.
Ha visitado Colombia y, como decía, ha estado con las comunidades afrocolombianas en lugares como Tumaco, Guapi, Buenaventura, Quibdó, Yuto, Cali, Cartagena, entre otros, conoce sus terribles condiciones de vida que contrastan con la riqueza natural y biodiversidad de esas regiones ¿Cómo ve hoy su futuro? ¿Cómo ayudarles?
He visto algunas mejoras significativas en esas zonas golpeadas por la pobreza desde cuando me volví congresista, pero también he visto dónde la situación ha comenzado a empeorar de nuevo o dónde no ha habido mejoras. Los Estados Unidos tiene que ser un socio de Colombia para ayudar a esas regiones, y yo personalmente he trabajado para asegurarme que la voz de las comunidades afrocolombianas e indígenas se escuche en su gobierno, de manera que puedan interceder por sus comunidades. Mucho más se debe hacer y esa será ciertamente una de mis prioridades como presidente del Comité para resaltar lo que se necesita y definir cómo podemos ayudar.
¿Y a los propios afrocolombianos qué les recomendaría para cambiar su suerte?
Que se mantengan luchando por sus comunidades y que recuerden que hay fuerza en la unidad. Y eso no va solo para la comunidad afrocolombiana. Ellos tienen aliados en Colombia, en otras partes de la región y sin duda en los Estados Unidos.
¿Pueden los países de América Latina y el Caribe como Colombia aspirar a una mayor ayuda externa dado el golpe sufrido por la pandemia?
El mundo está interconectado y lo que sucede en Colombia puede propagarse por toda la región y el hemisferio. Los Estados Unidos tienen un interés directo en asegurar que nuestros vecinos en el hemisferio tengan lo necesario para controlar la propagación de la enfermedad, y estoy seguro de que en el Congreso, con el presidente Biden, verán cómo proveer esos recursos tanto aquí en los Estados Unidos como en cualquier parte donde podamos ayudar.
Hace unos meses, en campaña, prometió usted que si era elegido presidente del Comité de Asuntos Exteriores, promovería un fondo de USD$ 25 millones para ayudar a la población afrocolombiana. Ya designado, ¿cumplirá su promesa?
Por mucho tiempo he promovido, en el proceso de apropiaciones en el Congreso, que los fondos se enfoquen hacia áreas donde se necesitan con mayor urgencia, particularmente para indígenas, afrocolombianos y otras comunidades marginadas.
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