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Francisco Fariña fue un barbero de San Cristóbal de la Laguna, un pequeño municipio de la isla de Tenerife, en España, a quien le gustaba tomarle el pelo a la gente con chistes y burlas. En los años 30, sin habérselo imaginado, fundó los cimientos de una nueva forma de hablar.
Para molestar a sus clientes, a veces Francisco alteraba el orden de las sílabas de las palabras con el fin de crearles confusión, lo que nunca imaginó fue que, 80 años después, “vecinos de la ciudad trataran de que esa manera de expresarse sea reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”, informó el diario El País de España.
Al verres -como al revés-, así fue bautizada esta peculiar forma de expresarse que, poco a poco, se fue volviendo más popular dentro de los habitantes de La Laguna.
Eliseo Izquierdo, el cronista oficial de la ciudad, le contó a El País que, en los años 50, fue a cubrir la llegada de unos estudiantes de Barcelona. El delegado del grupo se dirigió al entonces alcalde en catalán, idioma tradicional de la comunidad de Cataluña.
Los asistentes, por supuesto, no entendieron ni una sola palabra, por lo que el alcalde respondió al discurso “al verres”, dejándolos con la boca abierta.
“La Laguna es el único lugar del mundo donde se habla al revés, por eso queremos que en el futuro sea considerado por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial”, le dijo Juan Oliva a El País. Con 74 años, es uno de los que mejor domina el verres.
Expertos aseguran que esta modalidad jergal no es un verdadero idioma. “Es poco más que un juego lingüístico”, aseguró al mismo medio el vicepresidente de la Academia Canaria de la Lengua, Humberto Hernández.