Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El Reino Unido salió oficialmente de la Unión Europea el 31 de enero de 2020, sin embargo, ese día comenzó el periodo de transición, en el que se buscaban acuerdos principalmente comerciales; el tiempo para negociar dichos pactos vence el próximo 31 de diciembre.
El 2 de marzo de 2020, el Reino Unido y la Unión Europea emprenden la segunda y más compleja fase de negociación, la de un acuerdo de libre comercio que debe regir sus relaciones a partir del 1 de enero de 2021 evitando aranceles, cuotas y otras barreras.
Este 24 de diciembre de 2020 tras meses de duras negociaciones, suspendidas, prorrogadas y reanudadas en múltiples ocasiones, el primer ministro británico, Boris Johnson, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, llegaron a un acuerdo cuando falta una semana para que expire el periodo de transición.
Ver más: Las horas finales de la negociación del brexit
“Hemos firmado el primer acuerdo de libre comercio basado en cero aranceles y cuotas que se ha logrado con la UE”, se congratuló una fuente del gobierno británico. La noticia, retrasada durante todo el día por problemas de última hora sobre las cuotas pesqueras, fue anunciada al mismo tiempo por fuente europeas en Bruselas.
El futuro
Según una fuente gubernamental francesa, los negociadores británicos aceptaron en los últimos dos días hacer “concesiones enormes” en la cuestión de los derechos pesqueros, el último punto que bloqueaba estas negociaciones.
Fuentes diplomáticas europeas explicaron que las últimas horas se dedicaron a “verificar” la letra pequeña del acuerdo para estar seguros de que no se han dejado nada en el tintero.
Esta semana, en la recta final de las negociaciones y con la presión que supone ver que el plazo del 31 de diciembre se agota, la política pudo más que los aspectos técnicos y Von der Leyen y Johnson tomaron el timón de las negociaciones.
Ahora el acuerdo deberá ser validado por los Estados miembros, un proceso que puede llevar varios días, aunque quedará tiempo para que se aplique de manera provisional desde el 1 de enero, cuando el Reino Unido abandona oficialmente el mercado único.
El problema de la pesca
Sin un acuerdo, las relaciones entre ambas partes se regirían por las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), un escenario de consecuencias económicas imprevisibles que conlleva aranceles y cuotas, y la multiplicación de formalidades burocráticas que pueden conllevar atascos y retrasos en las entregas.
Una perspectiva funesta para el Reino Unido, ya sacudido esta semana por las consecuencias de la aparición de una nueva cepa del coronavirus, más contagiosa, que ha aislado en gran medida al país.
El acceso de los pescadores europeos a las ricas aguas británicas ha sido el último obstáculo en estas conversaciones, que sí lograron un entendimiento en el resto de las cuestiones espinosas, como la manera en que las partes resolverán sus futuras diferencias o las formas de protegerse de la competencia desleal.
Ver más: Este era el panorama si no se llegaba a un acuerdo
La cuestión pesquera no tiene en realidad gran peso económico pero sí una importancia política y social para varios Estados miembros, como Francia, Holanda, Dinamarca o Irlanda.
Las divergencias se centran en el reparto de unos 650 millones de euros (800 millones de dólares) en pesca capturados cada año por los barcos europeos en los ricos caladeros británicos y la duración del periodo de adaptación para los pescadores europeos.