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Irán aseguró este lunes que está listo para un intercambio completo de prisioneros con EE. UU., pero advirtió que si el candidato demócrata Joe Biden gana las elecciones de noviembre y quiere volver al acuerdo nuclear de 2015, tendrá que “compensar” antes a Teherán por los daños derivados de la retirada estadounidense del acuerdo.
“Hay iraníes que están en cárceles de Estados Unidos simplemente por no querer traicionar a su país. Estamos preparados para intercambiarlos a todos ellos (por estadounidenses presos en Irán)”, dijo el ministro iraní de Exteriores, Mohamad Yavad Zarif, ante el centro estadounidense Council on Foreign Relations (CFR).
Zarif, que intervino por videoconferencia en un acto virtual organizado por ese centro con motivo de la Asamblea General de la ONU, respondió así a una pregunta sobre por qué no liberaba a Siamak Namazi, de doble nacionalidad estadounidense e iraní y presa en Irán desde hace años junto a su padre Baquer.
Estados Unidos e Irán han intercambiado a algunos prisioneros en los últimos años, pero su relación se ha deteriorado profundamente bajo el mandato del presidente estadounidense, Donald Trump, quien retiró a EE. UU. del acuerdo nuclear de 2015 y volvió a imponer a Irán todas las sanciones que había levantado a raíz del pacto.
Zarif aseguró este lunes que no le importa en absoluto si Trump o Biden ganan las elecciones de noviembre, y tachó de “absurda” la acusación de que Irán ha lanzado ciberataques para influir en los comicios, como denunció este mes Microsoft.
“A nosotros no nos importa quién vaya a la Casa Blanca”, sino “el comportamiento del Gobierno estadounidense”, alegó.
Biden ha asegurado que, si gana en noviembre y llega al poder en enero, volvería a integrar a Estados Unidos en el acuerdo nuclear, siempre que Irán “vuelva a cumplir estrictamente el pacto”.
El ministro iraní rechazó, sin embargo ,ese condicionamiento, y en particular la idea de que Biden buscaría lanzar después nuevas negociaciones para “fortalecer” el pacto y “hacer frente a otros asuntos” no relacionados con el dossier nuclear de Irán.
“No pueden volver ahora y decir que quieren conseguir más porque no lo consiguieron en un principio. Eso no es buena fe”, dijo Zarif.
El jefe de la diplomacia de Irán puso su propia condición: para reincorporarse al acuerdo, Washington tendría que “corregir los daños” que hizo al pacto multilateral al retirarse.
“Estados Unidos tiene que demostrar al resto de participantes que no hará peticiones fuera del acuerdo, y que compensará a Irán por todos los daños -miles de millones de dólares en daños- que han provocado a Irán (al retirarse), simplemente porque (a Trump) no le gustaba el anterior presidente estadounidense (Obama)”, subrayó.
Es prácticamente imposible que Estados Unidos acceda a compensar financieramente a Irán por las pérdidas derivadas de la reimposición de sanciones.
Zarif habló al mismo tiempo que EE. UU. anunciaba nuevas sanciones contra Irán, y la firma de un decreto de Trump que le permitirá castigar a quien viole el embargo de armas contra Teherán, que expira el próximo octubre pero que Washington quiere mantener a toda costa.
El ministro iraní dudó de que esas sanciones “vayan a tener un impacto significativo” en su país, porque “Estados Unidos ya ha ejercido toda la presión que podía” ejercer, pero dejó claro que todavía se plantea tomar represalias por el asesinato estadounidense del poderoso general iraní Qasem Soleimaní.
“No me gusta amenazar, pero no hemos cerrado” esa posibilidad, apuntó Zarif.
Cuatro décadas de relaciones tensas
La toma de rehenes rehenes en la embajada estadounidense en Teherán en 1979, en la que 52 diplomáticos y empleados fueron tomados rehenes durante 444 días, marcó el inicio de la tensión en las relaciones entre Teherán y Washington, pero hubo otra serie de episodios que terminaron de lapidar la diplomacia entre ambos países.
En abril de 1980 Estados Unidos rompió las relaciones diplomáticas e impuso un embargo comercial. En noviembre de 1986, informaciones sobre una visita secreta a la capital iraní de un emisario del presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, hicieron estallar el caso de la venta de armas de Washington a Teherán (Irangate), con el objetivo de asegurar la liberación de rehenes estadounidenses en el Líbano.
El 3 de julio de 1988, un Airbus de Iranair fue derribado “por error” por un buque de guerra estadounidense sobre el Golfo, matando a 290 personas.
El 30 de abril de 1995 Estados Unidos anunció un embargo económico total contra Irán por su “búsqueda de armas nucleares”, según el presidente Bill Clinton. A esa decisión le siguieron sanciones contra las empresas que invierten en los sectores de petróleo y gas de Irán.
El 29 de enero de 2002, el sucesor de Clinton, George W. Bush, incluyó a Irán entre los países del “eje del mal” que apoyaba el terrorismo. En 2005, el presidente iraní Mahmud Ahmadinejad reinició el enriquecimiento de uranio en el país.
La relaciones entre iraníes y estadounidenses tuvieron un gran cambio con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca. En marzo de 2009 el presidente estadounidense ofreció “hablar directamente con el pueblo y los líderes de la República Islámica de Irán”, pero en junio de ese mismo año condenó la represión a las protestas.
En junio de 2013, Estados Unidos se declaró “listo para colaborar directamente” con el nuevo presidente, Hasan Rohani, y en septiembre Obama y Rohani mantuvieron un contacto telefónico, el primer diálogo directo entre los dos países desde 1979.
El 14 de julio de 2015 Irán y las principales potencias llegaron a un acuerdo que puso fin a doce años de tensión en torno al problema nuclear iraní.
El acuerdo firmado en Viena entró en vigor en 2016 y preveía un levantamiento gradual y condicional de las sanciones a cambio de garantías de que Teherán no se dotaría de armas nucleares.
Sin embargo el 8 de mayo de 2018 el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la retirada unilateral de su país del acuerdo nuclear y posteriormente anunció el restablecimiento de severas sanciones, particularmente contra los sectores petrolero y financiero de Irán. La llegada del magnate republicano a la presidencia enterró los avances que su antecesor había logrado.
En abril de 2019, Washington incluye a los Guardianes de la Revolución, el ejército ideológico de Irán, en su lista de “organizaciones terroristas extranjeras”.
Un mes después, Teherán comenzó a incumplir algunas de sus obligaciones del acuerdo de 2015, en represalia por las draconianas sanciones estadounidenses que asfixiaban su economía.
En junio de 2019, los Guardianes de la Revolución anunciaron que habían derribado un avión no tripulado estadounidense que había “violado” el espacio aéreo de Irán. El Pentágono negó esa acusación.
Trump afirmó que había anulado en el último momento ataques de represalia, para evitar así un gran número de víctimas humanas.
A mediados de septiembre, los rebeldes hutíes de Yemen reivindicaron ataques contra importantes infraestructuras petroleras en Arabia Saudita, pero Washington y Riad señalaron como responsable a Irán.
Finalmente, el 31 de diciembre, miles de iraquíes partidarios de paramilitares proiraníes, irrumpieron en la embajada estadounidense en Bagdad tras un bombardeo estadounidense contra una milicia ideológicamente cercana.
El 3 de enero de 2020, el poderoso general iraní Qassem Soleimani y el iraquí Abu Mehdi al-Muhandis, mueren en un ataque estadounidense en Bagdad. Días después, Irán responde lanzando misiles contra bases militares iraquíes en las que hay soldados estadounidenses.
El 20 de septiembre, el jefe de la diplomacia estadounidense, Mike Pompeo, anuncia el “retorno” de las sanciones de la ONU contra Irán. Ahora, Washington impuso polémicas sanciones unilaterales para incrementar la presión sobre Teherán.
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