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Cuando Rience Priebus fue despedido como jefe de Gabinete en la Casa Blanca, pocos se fijaron en su reemplazo el general John Kelly. Todas las miradas estaban puestas en Anthony Scaramucci, el pintoresco empresario del sector financiero que, tras haber ayudado a atraer fondos a la campaña de Trump y después de salir en defensa del presidente en algunos programas de televisión, llegó a ser parte del equipo de comunicaciones de la Casa Blanca sin tener ningún tipo de experiencia en el campo.
Con solo diez días en el cargo Scaramucci se convirtió en una de las figuras más polémicas de la era Trump y, con solo diez días en el cargo, fue despedido ostentado un record vergonzoso: se convirtió en el funcionario que menos tiempo ha durado en su puesto durante esta administración, incluso por encima de Michael Flynn, el asesor de seguridad que ocupó el cargo por apenas 28 días, antes de retirarse por sus encuentros con oficiales rusos.
El despido de Scaramucci volvió a poner los focos en el general Kelly, el nuevo jefe de Gabinete de Trump y quien, el parecer, estaría cumpliendo con la promesa de imponer disciplina en la Casa Blanca.
Con 67 años, el general Kelly se convirtió en el tercer militar en hacer parte del equipo de gobierno de Trump, después de James Mattis, que ocupa la cabeza del Depoartamento de Defensa y de Michael Flynn, que ocupó fugazmente el cargo de asesor de seguridad nacional.
Kelly venía de ser responsable de las operaciones en Latinoamérica y el Caribe del comando sur de la marina estadounidense. Desde allí tuvo a cargo las acciones de EE.UU. en el centro de detención de Guantánamo, cuyo cierre fue una de las tareas que dejó pendientes de la administración Obama.
Más adelante se convirtió en Secretario de Seguridad Nacional. Desde allí, sus agresivas medidas para reducir la llegada de inmigrantes ilegales a través de la frontera con México llamaron la atención de Trump que lo nombró jefe de Gabinete.
Aunque el despido de Scaramucci se explicó como una medida para darle a Kelly la oportunidad de armar desde cero su propio equipo, el New York Times dio a conocer que la salida del portavoz fue una petición expresa del general.
El apoyo de Trump a su nuevo jefe de Gabinete se justifica si consideramos el éxito que Kelly ha tenido atacando la inmigración ilegal y sus declaraciones a favor de la construcción del muro entre México y EE.UU.
Durante los últimos meses, los escándalos por la intervención de Rusia en las elecciones presidenciales, el fracaso de la reforma a la salud que impulsó en el congreso y las metidas de pata de funcionarios como Scaramucci alejaron a Trump de temas como el control migratorio, una de sus promesas clave durante la campaña y frente a la cual solo ha logrado el veto migratorio para personas de países de mayoría musulmana.
Con Kelly en la Casa Blanca la retórica antiinmigración vuelve a estar en primera línea en lo que podría verse como un intento desesperado de recobrar el control, no solo al interior de la Casa Blanca sino también de la agenda política estadounidense.