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El 24 de septiembre, los alemanes votarán por los miembros del Parlamento Federal (el Bundestag), quienes a su vez elegirán al primer ministro, denominado canciller. Según los pronósticos, y con una seguridad reforzada tras el único duelo televisivo de la campaña, el partido de Ángela Merkel va a seguir siendo el más fuerte. En el contexto de una crisis marcada por la elección de Trump, el Brexit, los problemas de la Eurozona y la guerra de Putin en Ucrania, Alemania aparece como una isla de estabilidad.
Considerando además su sólido crecimiento económico, su cultura política relativamente consensual y la satisfacción general de sus ciudadanos, no sería sorprendente que Merkel mantenga su posición de canciller durante un cuarto período de cuatro años.
Sin embargo, subsisten incertidumbres con respecto a la composición del futuro gobierno alemán. Según las encuestas, serán seis los partidos que entrarán al Parlamento. Casi seguramente la facción más grande será la del Partido Cristiano-Demócrata (CDU) de Merkel, representado por su partido hermano, la Unión Social Cristiana (CSU) en el estado sureño de Baviera, que mantiene un perfil más conservador. Juntos, los cristiano-demócratas podrían recibir un poco por debajo del 40 % de los votos. Su competidor más cercano es el partido político más antiguo de Alemania, los socialdemócratas (SPD), quiénes podrían recibir entre 20 y 30 %. Después de haber gobernado en una coalición con el CDU/CSU durante los últimos cuatro años, el SPD ha sido, según los expertos, debilitado por la estrategia de Merkel de la “desmovilización asimétrica”: movió su partido considerablemente hacia una política centrista y, en algunos casos, adoptó posiciones progresistas.
Este fue el caso tanto con la salida de la energía nuclear como con la apertura de la frontera para más de un millón de migrantes en 2015. Con este nuevo perfil, los votantes socialdemócratas no necesariamente fueron persuadidos para votar por los cristiano-demócratas, pero sin las controversias políticas obvias, votaron en números mucho más bajos. Al mismo tiempo, Merkel se benefició de ser la cara más visible del gobierno en tiempos de crisis. Entonces, mientras la mayoría de los alemanes apreciaban la estabilidad del país y su distancia de la turbulencia de la política al estilo Trump, el tratar de ganar votos apelando al descontento bajo el eslogan “Justicia”, siendo el SPD un socio en el gobierno actual, era probablemente contraproducente.
Por lo tanto, la cuestión de quién será el canciller probablemente se decida a favor de Merkel. Los socialdemócratas, bajo su nuevo líder, Martín Schulz, serán derrotados por una mezcla de circunstancias difíciles, su baja visibilidad en el gobierno y un oponente experimentado. Pero para lograr la mayoría necesaria para ser elegida en el Parlamento, Merkel necesitará al menos un partido socio para formar una coalición. El SPD ha desempeñado este papel ingrato durante ocho de los últimos doce años, pero ahora, según las declaraciones de varios de sus líderes, preferirá recuperar su fuerza en la oposición. Por lo tanto, uno o dos de los partidos más pequeños que estarán representados en el Bundestag podrían terminar en una coalición.
El Partido Liberal (FDP), que a menudo ha sido un socio decisivo del gobierno en la posguerra alemana, no entró al Parlamento en las últimas elecciones, en 2013, ya que perdió el umbral mínimo del 5 % de los votos. Pero volverá a entrar este año y, siendo económicamente libremercadista, es el partido políticamente más cercano al CDU/CSU. La pregunta es si una coalición CDU/CSU-FDP puede reunir suficientes votos para gobernar.
Un socio bastante novedoso para Merkel serían los Verdes, quienes, pese a los orígenes conservadores de la canciller, concuerdan tácitamente con sus políticas prorrefugiados y ambientalistas. Asimismo comparten una visión escéptica de la cooperación con Rusia, que ha alejado al partido, tradicionalmente pro derecho civil de los socialdemócratas, sus socios tradicionales.
Pero una coalición con los Verdes sería difícil de apoyar para el más conservador CSU, y con alrededor del 8 % en las encuestas para los Verdes, de todos modos es cuestionable si sería viable. Esto deja abierta la posibilidad de la llamada “coalición de Jamaica” (por los colores de los partidos y de la bandera del país caribeño) entre CDU/CSU, FDP y los Verdes. La cual probablemente contaría con suficientes votos para formar un gobierno. Sin embargo, también plantearía problemas de coordinación entre socios muy diferentes, y con una amplia brecha ideológica, no sólo entre el CSU y los Verdes, sino también entre estos últimos y el FDP libremercadista. Por consiguiente, si no es posible coordinar otra coalición entre dos partidos, la continuación de la “gran coalición” entre CDU/CSU y SPD podría considerarse como la más probable.
Por último, otros dos partidos se encuentran alrededor del 9 % en las encuestas, así que obtendrán curules, pero no formarán parte de ninguna coalición políticamente viable. El primero es el Partido de la Izquierda, formado por los restos del antiguo Partido Comunista de Alemania Oriental y por izquierdistas del occidente. Representa a poblaciones económicamente desfavorecidas en el oriente de Alemania, con posiciones clásicas socialistas, y se ha pronunciado a menudo a favor de gobiernos como el de Cuba o el de Venezuela. Por ende, aunque hace un tiempo se hablaba de la posibilidad de una coalición entre el SPD, los Verdes y la Izquierda, esta opción parece, por ahora, muy lejana. Así las cosas, las diferencias ideológicas y prácticas entre el SPD y los Verdes, por un lado, y el Partido de la Izquierda, por el otro, son cada vez más profundas. Por lo cual sería una gran sorpresa si estos tres partidos, no sólo logran una mayoría en el Bundestag, sino también la formación de una coalición funcional. El segundo es la Alternativa para Alemania (AfD), que probablemente logrará la primera representación parlamentaria de la ultraderecha a nivel nacional en la Alemania de la posguerra. Con una retórica antiinmigrante, nacionalista e islamófoba, a veces parece haberse convertido en una copia alemana del fenómeno Trump. Utilizará su posición en el Parlamento como plataforma para ideas divisoras, pero ningún otro partido la considera un socio potencial.
Es entonces muy probable que la “eterna canciller” continúe en su cargo. La gran mayoría de la población se rehúsa a la radicalización o a la búsqueda de un líder carismático. Y Ángela Merkel es la encarnación de esta preferencia histórica, la cual se ha mantenido desde de 1945. Esta continuidad, sin embargo, no necesariamente implica una continua estabilidad en el centro de Europa. Internamente, todavía no es seguro si Merkel será capaz de formar una coalición duradera. A nivel internacional tendrá que lidiar con una serie de problemas. Primero, los países del sur de la Eurozona, probablemente con el apoyo de Francia, buscarán realizar modificaciones a un acuerdo monetario que les está causando altos niveles de desempleo. Y con el Brexit, Merkel perderá un aliado frecuente en los debates económicos internos de la Unión Europea. Segundo, los países orientales de Europa central, como Polonia, están pidiendo una mayor actividad de la OTAN para protegerse de la agresión rusa. Al mismo tiempo, las tendencias políticas autoritarias en Hungría y Polonia dificultarán la cooperación. Lo mismo ocurre con Turquía, que aparentemente está siendo reconstruida como una dictadura, pero cuya cooperación es necesaria desde la gestión de los flujos de refugiados hasta el mantenimiento de la seguridad en los Balcanes.
Las actitudes prorrusas comunes entre los socialdemócratas probablemente harían más difícil la cooperación con los socios de Alemania en Europa central, en caso de que entraran en un gobierno. Por otra parte, la continua insistencia en la austeridad por parte del CDU y el FDP podría complicar la cooperación con los estados del sur de Europa, si estos llegasen a formar un gobierno. Así, mientras parece que Alemania, a pesar de la emergencia de la AfD en los últimos años, representa un caso de estabilidad doméstica, sus desafíos a nivel internacional se intensificarán.
* Profesores de la Universidad del Rosario.