La fuerza de la extrema derecha en la Alemania del Este

Sería muy simple acuñar el éxito de la derecha en Alemania solamente a la crisis de refugiados y a las movilizaciones con sentimientos xenófobos y nacionalistas de algunas partes de la población.

Solveig Richter* y Ralf J. Leiteritz**
01 de septiembre de 2019 - 02:00 a. m.
La fuerza de la extrema derecha en la Alemania del Este

Treinta años después de la caída del muro de Berlín y la revolución pacífica en el oriente de Alemania, la sociedad de este país está profundamente dividida, incluso más allá de la previa división Oriente-Occidente. En la antigua Alemania Oriental el partido político Alternativa para Alemania (Alternative für Deutschland, AFD) ha ganado una fuerza enorme durante los últimos cuatro años y quizá se convierta en el partido más fuerte en las próximas elecciones regionales en tres de los cinco estados que comprenden esta región.

De acuerdo con encuestas recientes, entre el 25 y 30 % de los alemanes de dicha región votarían por este partido de extrema derecha, poniéndolo en igualdad de condiciones con los partidos tradicionales de Alemania, como los Cristianos Demócratas de la canciller Ángela Merkel (CDU) o el partido de izquierda Die Linke. Sin embargo, los seguidores del AFD son un grupo muy heterogéneo compuesto tanto por población pobre y con bajo nivel educativo, como por grupos económicamente prósperos de la sociedad alemana. Las razones para el surgimiento de un partido como AFD incluyen, en el corto plazo, la movilización que hubo en Europa en el contexto de la crisis de refugiados, y temas de largo plazo como lo son las quejas basadas en la transición del comunismo al capitalismo después de la reunificación del país en 1990.

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La primera razón del éxito del partido AFD fue su habilidad de mantener facetas ambivalentes entre un movimiento mayoritariamente populista y un partido de extrema derecha con propaganda de carácter nacionalista. En sus inicios, el partido fue fundado en 2013 por un grupo de profesores de economía que estaban en contra de las medidas de rescate financiero de la deuda de algunos países miembros de la Unión Europea. Aunado a ello, la crisis de refugiados que empezó en 2015 se convirtió en un factor acelerador y un punto crucial para la transformación del AFD en un partido nacionalista de extrema derecha. Por su parte, el AFD fue el único partido político dentro de Alemania que declaró públicamente fuertes críticas a la llamada “política de bienvenida” de Merkel, al tiempo que la frase famosa de la canciller “Lo vamos a lograr” (“Wir schaffen das”) era aplaudida por la comunidad internacional y los alemanes cosmopolitas.

Este nuevo liderazgo de la AFD, rodeado de personas como Frauke Petry and Björn Höcke, sirvió para movilizar a diversas partes de la sociedad, tanto a pesimistas como a xenófobos, como a aquellos a quienes la reunificación dejó atrás. En las elecciones federales en 2017, el AFD fue capaz de transferir su protesta en contra de la inmigración (especialmente la proveniente de países islámicos) hacia votos en el Parlamento, convirtiéndose en el tercer partido político más grande del Bundestag.

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El oriente, en particular, ha sido en la región de Alemania, donde el AFD ha recibido el mayor apoyo y número de votos de algunas comunidades. El estado federal de Sajonia, Sachsen (de donde los dos autores provienen), es un caso especial y sirve para ejemplificar las profundas divisiones sociales que todavía existen en esa parte del país. Sajonia es un estado relativamente pequeño, con cuatro millones de habitantes, está localizado en la frontera con República Checa y Polonia, en la parte más oriental de Alemania. Su economía es la más fuerte de todos los estados del oriente; el área que rodea la capital de la región, Dresden, es llamada el Valle de Sajonia, “Saxony Valley”, y es conocida por ser un incubador de innovación tecnológica. Desde hace muchos años clasifica como la primera región de la nación en cuanto al sistema educativo.

Pero fue exactamente allí en su capital, Dresden, en donde el movimiento Pegida comenzó, reuniendo todos los lunes de 2014 y 2015 hasta 20.000 personas detrás de las banderas de los “Europeos Patrióticos en contra de la Islamización de Occidente”. La protesta política rápidamente se radicalizó y fotos de ataques violentos y actos de agresión en contra de los refugiados y fuerzas políticas moderadas llegaron a los titulares internacionales. La imagen esperanzadora de una Alemania humanitaria recibiendo una ola de un millón de refugiados llegando a sus tierras en 2015 y 2016 rápidamente se convirtió en un recordatorio de la historia oscura del país en el siglo XX.

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Sin embargo, sería muy simple acuñar el éxito del AFD solamente a la crisis de refugiados y a las movilizaciones con sentimientos xenófobos y nacionalistas de algunas partes de la población. Además de ello, el partido AFD se beneficia del legado que dejó el proceso de reunificación alemana y la rápida transformación política, social, económica y cultural del antiguo oriente alemán. Por ejemplo, los hombres de Alemania Oriental que tienen hoy en día más de 50 años reportan un gran nivel de frustración como resultado de sus vidas tergiversadas. Es decir, a pesar que ellos son personas muy trabajadoras; no tuvieron la oportunidad para seguir una carrera profesional después de 1990, ya que la mayoría de las posiciones de liderazgo en las organizaciones públicas y privadas fueron tomadas por las élites de occidente después de la reunificación alemana.

Los sentimientos de discriminación y paternalismo están altamente compartidos entre la población incluyendo todo el espectro político desde la izquierda hasta la derecha. La mayoría no cree que sus intereses están representados por una élite política y por ello han desarrollado un sentimiento de sentirse “ciudadanos de segunda categoría”. De hecho, durante la crisis de refugiados muchos políticos intentaron hacer énfasis en una Alemania multicultural y abierta culpando más bien a la Alemania Oriental por criticar la rápida afluencia de refugiados, lo que agravó el sentimiento de “Nosotros vs. Ellos”. Incluso, una retórica de polarización refiriéndose a una “Alemania más oscura vs. Alemania más clara” (“Dunkeldeutschland vs. Helldeutschland”) fue utilizada por el presidente alemán Joachim Gauck, lo que ofendió a una parte más moderada, educada y globalizada de la población de los estados del oriente alemán, hecho que entregó más votantes a los brazos del AFD. Paradójicamente, la mayoría de los líderes políticos del AFD en los estados de oriente, proviene de los estados del occidente alemán, mientras que las élites de los partidos políticos tradicionales, como CDU y Die Linke nacieron en Alemania Oriental.

A pesar de ello, muchos argumentos e intentos por debatir retumban en oídos sordos debido a que los típicos seguidores del partido AFD están motivados por una combinación irracional: sentimientos de protesta, frustración e ignorancia. Dichas personas desean soluciones rápidas y fáciles, algo que la toma de decisiones a nivel político y el sentido común raramente ofrecen, razón por la cual procesos de diálogo iniciados por políticos más mesurados y organizaciones civiles han tenido tan solo éxitos limitados. En todo caso, no todos los habitantes de Sajonia están persuadidos por la retórica radical del AFD. El pasado fin de semana más de 35.000 personas protestaron en contra del racismo y más bien esparcían un mensaje de tolerancia, diversidad y bienvenida; fue sin duda una de las demostraciones más coloridas que Dresden ha vivido durante los últimos años.

*Universidad de Erfurt.

**Universidad del Rosario.

Por Solveig Richter* y Ralf J. Leiteritz**

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