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Efraín González, de 52 años, llegó a un albergue en la ciudad de Escuintla (Guatemala) con su esposa y su hija de un año, huyendo de la furia del volcán de Fuego. La poderosa erupción, que hasta ahora deja más de 60 muertos, según reportes oficiales, lo sacó de su casa en la comunidad El Rodeo, una de las más afectadas de la región. En medio de la emergencia, entre las rocas y el gas cuyo flujo se les venía encima aproximadamente a 100 km/h, perdió a su hijo de 10 años y a su hija de cuatro, quienes siguen desaparecidos. Efraín, como muchos otros guatemaltecos, todavía no pierde la esperanza de encontrar a las decenas de personas que siguen perdidas tras la tragedia.
Los estragos de la erupción fueron masivos, afectaron a 1,7 millones de personas de Chimaltenango, Escuintla y Sacatepéquez. El gobierno, al ver la gravedad de la situación, activó la alerta roja, mientras el resto del territorio nacional se encuentra con alerta naranja. Lo que todavía se desconoce es qué tanto se hubiera podido evitar la tragedia, teniendo en cuenta que es uno de los volcanes más activos del país -en total 32- y que cuenta con un observatorio especializado en su actividad. De hecho, a principios de este año ya había entrado en erupción, obligando al gobierno a cerrar el aeropuerto y a evacuar cerca de 300 personas.
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Según el geólogo David Rothery, de la Open University de Inglaterra, desde 2002 el volcán de Fuego estaba en etapa eruptiva y en 2017 estuvo en actividad de forma continua, por lo que no entiende cómo no se anticipó la situación. La geóloga colombiana Marta Calvache le aseguró a este diario que muchas veces es difícil predecir cuándo se va a presentar un fenómeno tan intenso como este. “Posiblemente se podía saber que el volcán había tenido actividad en los últimos años, pero saber el día y de qué tamaño iba a ser, de pronto era difícil. Hay volcanes que han tenido movimiento sin señales muy distintivas y muchas veces no se tienen los equipos o la gente suficientes para poder saberlo”.
Calvache asegura que, en estos casos, lo más importante es saber cuál es el alcance de una erupción y cuáles son los riesgos de vivir cerca. “Lo primero que uno hace con tiempo es saber cuál es la distancia con el volcán activo. Lo otro es saber cuáles son los fenómenos que se pueden generar y cómo podrían afectar. Puede ser que vengan cosas volando, bloques grandes, o que caigan piedritas como arena o polvo. También puede ser que, si estoy cerca de una quebrada o río que venga del volcán, vengan flujos piroplásticos, que son como una nube caliente que sale y que viaja muy rápido. También pueden venir flujos de lodo, pero no como una crecida del río, sino con mucho más material y fuerza”, aseguró.
Aunque la primera gran erupción ya pasó, el riesgo sigue latente. Pocas horas después se vivió otra explosión que obligó a los rescatistas a suspender sus actividades y luego un sismo de magnitud 4,9 en la escala de Richter sacudió la costa sur del país sin causar víctimas ni daños materiales. “Muchas veces los volcanes empiezan a hacer este tipo de cosas y puede ser una sola. Otras, puede durar más tiempo. Cada volcán es diferente y habría que ver cómo es el volcán de Fuego”. Rothery agrega que uno de los efectos posteriores es “cuando la lluvia cae sobre las cenizas frescas. Éstas pueden transformarse en un barro denso, como cemento húmedo, y devastar rutas o destruir puentes”.
Ahora, la prioridad del gobierno de Jimmy Morales, quien ya declaró el luto nacional por la gran cantidad de muertos, es continuar con las misiones de búsqueda y rescate. “Las acciones ya iniciaron, se conformaron seis grupos interinstitucionales desde la comunidad El Rodeo”, en el departamento sureño de Escuintla, dijo a periodistas el vocero de la Coordinadora para la Reducción de Desastres (Conred), David de León. Bomberos, soldados y policías se abrieron paso entre los techos de decenas de casas arrasadas por el deslave de lodo y ceniza ardiente que pertenecían a las comunidades que vivían cerca.
Uno de los puntos que agrava la situación y genera mayor incertidumbre es el hecho de que el número de desaparecidos todavía es incierto, por lo que no se sabe cuánto más se debe buscar. Las escenas de la tragedia muestran el horror y el sufrimiento de las personas afectadas. Algunas todavía se encuentran en los puntos que arrasó la erupción, tapándose la cara con trapos para protegerse del polvo. Ropa tendida cubierta de ceniza, comida aún en la mesa y aves de corral que deambulan forman parte del paisaje que se vivió ayer, además de los animales que murieron calcinados, como perros y gatos.
Eufemia García, de 48 años, rompe en llanto al enumerar a una decena de miembros de su familia, entre ellos sus tres hijos, que quedaron atrapados en el momento en el que el deslave tomó por sorpresa el caserío. “Quería regresar por ellos, quería regresar”, señala la mujer frente a una ambulancia. Un periodista de AFP que recorría el caserío de San Miguel Los Lotes, vecino de la golpeada aldea El Rodeo, asegura que al menos tres cuerpos calcinados estaban dispersos en un callejón y el patio de una vivienda.
Por su parte, Gustavo Larios, un albañil de 27 años que junto a varios vecinos recorrieron las calles del caserío en el que vivía en busca de familiares y amigos desaparecidos, asegura: “El volcán ha hecho erupción, pero nunca de esta manera”.
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El aeropuerto, que estuvo cerrado mientras se controlaba la situación, regresó a sus actividades normales en la mañana de ayer. El director de la Aeronáutica Civil, Francis Argueta, aseveró que se estableció un puente aéreo humanitario con la empresa Aeroclub de Guatemala para atender a los damnificados en los departamentos de Sacatepéquez y Chimaltenango, al centro del país, y de Escuintla, al sur. Informó, además, que fueron 14 los vuelos comerciales y dos cargueros cancelados por el cierre del aeropuerto, debido a la caída de ceniza.
Al conocerse la explosión del volcán de Fuego, la comunidad internacional reaccionó de inmediato. Además del presidente Juan Manuel Santos, quien ofreció ayuda al presidente guatemalteco, Antonio Guterrez, secretario general de la ONU, trasladó sus condolencias y aseguró: “Naciones Unidas se solidariza con Guatemala y está lista para apoyar los esfuerzos nacionales de rescate y socorro". A estos se sumó el Grupo de Donantes, compuesto por Alemania, Canadá, España, Estados Unidos, Reino Unido, Italia, Suecia, Suiza, Francia, la Unión Europea, así como el Banco Interamericano de Desarrollo, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización de Estados Americanos, quienes también expresaron su solidaridad.
El próximo reto de Jimmy Morales será recomponer lo antes posible, con todas las herramientas que tenga a disposición, una parte del país que padeció el rugido de la naturaleza y que quedó sumida en la tragedia.