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Quien se sumerja en el libro de Mary Trump tratando de encontrar denuncias tan graves como las que hay en el resto de la saga literaria sobre el presidente 45 de Estados Unidos no conseguirá lo que desea. En La habitación donde ocurrió, que se publicó en junio, por ejemplo, nos enteramos que Donald Trump trató de persuadir a gobiernos extranjeros para que lo ayudaran a conseguir su reelección este año. Es difícil superar el marco de esa revelación.
Sin embargo, en el libro de Mary Trump vemos un giro importante y audaz en toda esta colección sobre el presidente, pues el final de este es el que marca el punto de arranque del resto de títulos: la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Y eso hace que sea, de cierta manera, más interesante que los otros. Porque Mary Trump no persigue el deseo de desvelar la corrupción actual del gobierno, una labor que ya cumplen algunos medios, sino que quiere desenmascarar al hombre que se convirtió en el artífice de esta corrupción desde su entera humanidad. Busca desmitificar al hombre que Donald Trump dice ser, derribarlo, como nadie más se atrevió a hacerlo en 2016. La leyenda que cuenta Trump sobre él es producto de la exageración y la ocultación de la verdad. Tal cual como su gobierno.
Y como la autora, además de ser la sobrina del que pareciera ser el personaje central de la historia, es una psicóloga calificada, se nos ofrece no solo un recuento anecdótico sobre el presidente Trump y su familia, sino a la vez un perfil psicológico sobre él y su razón de ser. El relato no pretende justificarlo, sino advertir que por su constitución como ser humano nunca fue apto para el cargo de presidente. Era un peligro para esta aspiración.
Mary Trump escribió Siempre demasiado y nunca suficiente -un título muy acertado y eficaz- con dos objetivos. El primero, y quizás el que más queda claro a lo largo de la obra, era desahogarse. Este es ante todo un testimonio, no una biografía, sobre cómo una mujer vio materializada su peor pesadilla: que el más incompetente de sus familiares se convirtiera de un día para otro en el líder de toda una nación, encargado de dirigir sus políticas y responsable del cuidado de todos sus ciudadanos, sin saber una pizca de historia básica, de geopolítica o incluso de lo que dice ser bueno: los negocios.
Pero, por otro lado, Mary Trump también quería sentar una advertencia, crucial cuando faltan menos de cien días para unas nuevas elecciones presidenciales. Que si Estados Unidos vuelve a dejar que ese hombre los gobierne por otros cuatro años, la democracia en el país morirá. Quizás Mary Trump hizo esta observación demasiado tarde, pues la democracia parece haberse acabado ya hace cuatro años, según su relato.
Desmitificando a Trump, la autora también derrumba una narrativa de su país. Estados Unidos siempre se jactó de tener la democracia más fuerte de todas, de elegir adecuadamente a sus líderes y de castigarlos cuando estos se equivocan. Pero con las elecciones de 2016 quedó demostrada su ingenuidad. Eligieron a un hombre que decía ser religioso, aunque su única relación con Dios es meramente por interés comercial. Trump no pisa una iglesia por iniciativa propia, según presenta su sobrina. También eligieron a un hombre que se jactaba de ser un éxito empresarial, aunque no se cuestionaron por las cuatro veces que quebró ni de cómo llegó a tener su supuesto éxito. Un hombre cuyo libro sobre el arte de hacer negocios fue escrito en secreto por alguien más, pues es incapaz de sentar ideas sobre su carrera por su cuenta porque nunca ha tenido que pensar por él mismo, y cuando lo ha hecho, ha demostrado ser un fracaso o un peligro.
Trump ha sido hasta ahora un artista del engaño. Ha disfrazado su vida con mentiras. Gracias a la historia que cuenta de autorrealización ha capturado mentes incautas e inocentes. Pero de no haber sido por la fortuna de su padre, Fred Trump, no habría logrado algo en su vida. Donald dice que este le dio un millón de dólares para comenzar a construir su emporio por su cuenta, pero eso es falso. La ayuda de Fred Trump a su hijo fue mucho más allá de un préstamo. No solo le soltó muchos más millones para sus negocios, sino que lo rescató económicamente cuando fracasó y lo conectó con las personas indicadas para facilitarle el camino en la industria inmobiliaria.
Trump también construyó una narrativa en la que rechaza el alcohol por la muerte de su hermano Freddy, el padre de Mary Trump quien murió a los 43 años, luego de que el alcoholismo lo superara. No cuenta, sin embargo, como él y su padre fueron quienes llevaron a Freddy Trump a esta terrible adicción, tampoco dice que ni siquiera estuvo a su lado cuando este murió, pues prefirió ir al cine. Ahora que usa la historia de su hermano para dibujarse como una persona más noble y romantiza su tragedia familiar, Mary Trump solo puede reaccionar con asco. Y así lo deja claro en su testimonio.
Pero más que hablar de Donald Trump, Mary habla sobre su familia. El verdadero personaje central de la obra es Fred, el jefe de una dinastía que puede ser comparada con la de los Borgia, o quizás con la de los Lannister de Juego de Tronos. Cada capítulo gira en torno a cómo Fred Trump eliminó la palabra fracaso del diccionario de la familia, cambiando la mentalidad de su clan. Tomó a Donald Trump y lo enalteció para que llevara sus banderas más allá de donde él podía hacerlo. No porque confiara en él, esencialmente, sino porque su otro hijo, Freddy, había rechazado ese papel.
Fred Trump vio que Donald tenía una capacidad especial para pasar por encima de los demás y quedó fascinado por ello. Después de todo, su deseo era ver su apellido en la cima más alta porque “nunca es suficiente”. Donald Trump se hizo necesario para ese propósito no por su ingenio, sino por su charlatanería. Cuando era un niño, tomaba los juguetes de otros sin pedir permiso, sin agachar la cabeza para presentar disculpas por su mala conducta. En lugar de reprenderlo, se le incitó a evadir las reglas. Luego hizo lo mismo como hombre de negocios. Y hoy gobierna como ese niño. Su mentalidad nunca cambió. Fue formado en una doctrina de cero arrepentimiento.
Cada vez que Donald Trump falló, su padre se encargó de presentar su desgracia como un éxito. Por eso hoy, al presidente no le importarán si mueren 200.000 personas por COVID-19 en su país bajo su mandato, pues desde que no hayan sido dos millones podrá decir que todo habría sido peor si no hubiera estado a cargo. Su falta de empatía, su irrespeto a la ley, todo es producto de cómo lo trató su padre.
Quizás el peor error que cometió Fred Trump, y su peor legado para el mundo, fue haber condenado el fracaso, pues su hijo ahora se resiste a admitir un error, aunque esto signifique salvarle la vida a cientos de miles de personas. Este libro también podría ser catalogado en la categoría de crianza y educación, necesario para que los padres no formen otro Donald Trump en sus familias.
*Siempre demasiado y nunca suficiente: cómo mi familia creó al hombre más peligroso del mundo, fue escrito por Mary Trump y publicado por la editorial Indicios.
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