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Al recibir este lunes el Premio Nobel de la Paz, la yazidí Nadia Murad, exesclava del grupo Estado Islámico (EI), urgió a la comunidad internacional a proteger a su pueblo y obrar en favor de la liberación de miles de mujeres y niños que siguen en manos de los yihadistas.
"Si la comunidad internacional desea realmente asistir a las víctimas de este genocidio (...) debe asegurarles una protección internacional", declaró la joven de 25 años en su discurso de agradecimiento, pronunciado en kurdo en el ayuntamiento de Oslo.
Como miles de mujeres yazidíes, Nadia Murad fue secuestrada, violada, torturada por los yihadistas tras la ofensiva del EI contra esta comunidad kurdohablante del norte de Irak, en 2014.
(Ver más: La activista iraquí Murad y el médico congoleño Mukwege reciben el Premio Nobel de Paz)
La joven, que consiguió huir de sus captores, lucha hoy por las mujeres y niños, más de 3.000 según ella, que continúan en manos del EI.
"Es inconcebible que la conciencia de los dirigentes de 195 países no se haya movilizado para liberar a estas mujeres", estimó. "Si se hubiese tratado de un acuerdo comercial, de un yacimiento de petróleo o de un cargamento de armas, apuesto a que no se habría ahorrado ningún esfuerzo para liberarlas", afirmó.
¿Quiénes son los yizadíes?
La minoría yazidí, a la que pertenece la premio Nobel de la Paz, es desde hace mucho tiempo una de las minorías más vulnerables de Irak y fue blanco de la violencia del grupo yihadista Estado Islámico.Viven en lugares recónditos del Kurdistán iraquí, en el norte del país, son una minoría kurdohablante adepta a una religión esotérica monoteísta.
Los orígenes de su fe se encuentran en el zoroastrismo, surgido en Irán hace casi 4.000 años, y en el culto a Mitra. Pero con el paso del tiempo fueron integrando elementos del islam y del cristianismo.
Sin libro sagrado y organizados en castas, rezan en dirección al sol y veneran a siete ángeles, el primero de ellos Melek Taous, el "ángel pavo real".
(Ver más: El éxodo de los yazidíes en Irak)
Las creencias y prácticas de los yazidíes -como la prohibición de comer lechuga y de llevar color azul- son consideradas satánicas por sus detractores.
Los musulmanes ortodoxos consideran el pavo real como una figura diabólica y a los yazidíes se les ha etiquetado como "adoradores del diablo".
En su calidad de iraquíes no árabes y no musulmanes, son desde hace tiempo una de las minorías más vulnerables del país. Miles de familias huyeron de Irak debido a las persecuciones bajo el régimen de Sadam Husein, especialmente a Alemania.
La Constitución iraquí de 2005 reconoció su derecho a practicar su culto y les concedieron escaños en la Asamblea Nacional y en el parlamento autónomo kurdo.
En agosto de 2007, los yazidíes fueron víctimas de un terrible atentado cuando unos enormes camiones bomba destruyeron dos de sus pueblos y mataron a más de 400 personas.
La suerte de los yazidíes cambió de signo en agosto de 2014, cuando el grupo EI se hizo con el control de un tercio del país, incluida su histórica región en los montes Sinyar (norte). Los yihadistas mataron a hombres, convirtieron a los más pequeños en niños soldados y condenaron a miles de mujeres a trabajos forzados y a la esclavitud sexual.
(Ver más: Los yazidíes, del horror de Sinjar a la incertidumbre de Atenas)
Según el ministerio de Asuntos Religiosos de la región autónoma del Kurdistán iraquí, más de 6.400 yazidíes fueron secuestrados por el EI. Unos 3.200 de ellos fueron rescatados o pudieron huir. La suerte de los otros sigue siendo un misterio, incluso después de que el grupo EI perdiera casi todos los territorios que había conquistado en Irak.
De los 550.000 yazidíes que había en Irak antes del avance de los yihadistas, casi 100.000 abandonaron el país.
Desde agosto de 2014, los expertos de derechos humanos de la ONU pidieron a la comunidad internacional una acción urgente para evitar un "genocidio potencial" contra la comunidad yazidí de Irak por parte de los yihadistas.
En septiembre de 2017, el Consejo de Seguridad adoptó una resolución propuesta por Reino Unido para ayudar a Irak a reunir pruebas de los crímenes atribuidos al EI.
En agosto de 2018, los investigadores de Naciones Unidas empezaron a recabar en Irak pruebas de las masacres y otras atrocidades perpetradas por el EI, principalmente contra la minoría yazidí.
El 5 de diciembre, el jefe del equipo de dijo que las investigaciones de la ONU empezarán en 2019.