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En medio de una campaña de reelección presidencial y con la economía y la sociedad de Estados Unidos golpeadas por la pandemia del coronavirus, el presidente Donald Trump ha intensificado sus ataques verbales y diplomáticos contra el gigante asiático.
La última de las acciones de Washington en contra de Pekín se dio esta semana, cuando Trump ordenó el cierre del consulado chino en Houston, señalado por el mandatario de ser el centro de operaciones de una red de espionaje.
El Espectador le explica cinco momentos clave sobre la última escalada de tensiones entre China y Estados Unidos:
Telecomunicaciones y coronavirus: la carta electoral de Trump
La administración del presidente Trump se ha vuelto cada vez más agresiva contra China, empujando a otras naciones a rechazar al titán de telecomunicaciones Huawei, y apoyando sin reservas a los rivales de Pekín en el mar del sur de China.
Washington logró una victoria en su lucha contra el gigante chino de telecomunicaciones Huawei, al que acusa de espionaje por cuenta del gobierno de Pekín, cuando Reino Unido anunció el martes que sacaría de su equipamiento internet 5G todo el material producido por la compañía.
Pero todo tiene una razón. Los ataques de Trump hacia China se intensificaron en el mes de julio, coincidiendo con la publicación de numerosas encuestas en las que pierde frente al demócrata Joe Biden.
Estados Unidos ha sido quien más ha atacado a China por su responsabilidad en la propagación del COVID-19, acusando incluso a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de haber sido “comprada” por Pekín.
“Cuando llegó el momento, cuando realmente importaba más”, la gente murió “por el acuerdo que se hizo”, dijo Pomeo, según el Daily Telegraph, acusando al director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, de haberse dejado “comprar”.
El director de la Organización Mundial de la Salud (OMS) calificó como “falsas e inaceptables” las afirmaciones atribuidas al secretario de Estado estadounidense.
Trump ha convertido al gigante asiático en un importante tema de campaña de cara a las elecciones de noviembre, pero parece poco probable que la relación bilateral cambie radicalmente si gana el demócrata Joe Biden, quien acusó al presidente de no ser lo suficientemente duro con el Pekín.
Las críticas de Trump a la ley de seguridad en Hong Kong
A mediados de julio, Trump anunció el fin del trato preferencial para el territorio de Hong Kong y firmó una ley de sanciones para penalizar a funcionarios chinos que apliquen nuevas reglas de seguridad en la antigua colonia británica.
“Ahora Hong Kong va a ser tratado igual que China continental”, dijo Trump en una rueda de prensa, detallando que la antigua colonia británica va a perder privilegios, como un tratamiento económico especial y el acceso a exportaciones de tecnología sensibles.
La decisión de Trump se dio en represalia a una polémica ley que China aprobó para endurecer los castigos por actividades que se consideren subversivas en Hong Kong, después de que el año pasado la antigua colonia viviera multitudinarias movilizaciones contra el poder de China continental.
Ante esto, China amenazó a Estados Unidos con represalias.
“Para proteger sus intereses legítimos, China aportará la respuesta necesaria e impondrá sanciones a las personas y entidades estadounidenses pertinentes”, informó el ministerio de Relaciones Exteriores chino en un comunicado.
Los uigures, otro tema caliente
Uno de los temas que inició esta nueva escalada verbal entre las dos potencias fue la situación de los uigures, una minoría musulmana que vive en la región de Xinjiang, en el norte de China.
Esta región semidesértica de unos 25 millones de habitantes ha sido escenario de atentados atribuidos por Pekín a separatistas o a islamistas. Recientemente el gobierno chino ha impuesto en la región severas medidas de seguridad.
Los uigures, que constituyen casi la mitad de la población de Xinjiang, son mayoritariamente musulmanes y muchos hablan una lengua de la familia del turco.
Más de un millón de musulmanes, especialmente uigures, han estado o están internados en campos de Xinjiang, según Estados Unidos y organizaciones de derechos humanos.
Por ello, el 10 de julio, Washington impuso sanciones contra varios dirigentes chinos, acusados de perpetrar “graves violaciones” de los derechos humanos en Xinjiang.
La respuesta de China frente a estas sanciones fue la sanción a tres congresistas estadounidenses y un alto responsable del Departamento de Estado: los senadores Marco Rubio y Ted Cruz y el congresista Chris Smith, así como el embajador Sam Brownback, defensor de libertades religiosas.
El cierre de la embajada en Houston
Washington ordenó el cierre del consulado chino en Houston, al que acusa de ser el “corazón” de una red de espionaje.
De acuerdo con Estados Unidos, desde la oficina en Texas se coordinaban ataques informáticos contra empresas que trabajan en buscar una vacuna contra el nuevo coronavirus.
Sin embargo, Washington dice que también se ordenó el cierre ante años de “espionaje ilegal masivo” y “operaciones de influencia” que han aumentado “considerablemente” en los últimos tiempos, según un comunicado del Departamento de Estado.
China tiene cinco consulados en Estados Unidos. El de Houston, en Texas, fue el primero abierto en 1979, el año del establecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países.
El cierre “es una provocación política (...) que viola gravemente el derecho internacional”, denunció un portavoz de la diplomacia china Wang Wenbin, quien dijo que Pekín puede tomar “represalias”.
Arresto de tres investigadores chinos
Después de que el Gobierno del presidente estadounidense, Donald Trump, forzara a China a cerrar su consulado en Houston, las autoridades estadounidenses detuvieron a tres investigadores chinos por presunto fraude en su solicitud de visado y buscan a una tercera que al parecer permanece en el consulado de China en San Francisco.
En un comunicado, el Departamento de Justicia detalló que cuatro personas fueron acusadas de fraude en sus visados “en relación con un plan para mentir sobre su condición de miembros de las fuerzas militares de la República Popular de China, el Ejército Popular de Liberación (EPL), mientras realizaban investigaciones en Estados Unidos”.
Además de estos arrestos, según el Departamento de Justicia, el FBI interrogó recientemente a otros “titulares de visas sospechosos de tener afiliación no declarada con el ejército chino en más de 25 ciudades estadounidenses”.