Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Mientras el Senado brasileño discutía si le abría o no una investigación al presidente Michel Temer, por corrupción, el país entero se concentraba en lo realmente importante: el anuncio de la partida de Neymar —jugador por cerca de cinco años del Barcelona— al París Saint-Germain.
“Quién le presta atención a Temer cuando Neymar está en medio de este rollo... Prioridades, Brasil. La Copa es el próximo año”, comentó Renato Navarro (@Rento_Maldito) en Twitter. Una tímida muestra de lo que millones de brasileños discutían en las redes sociales.
Los trending-topics mostraron cómo el capitán de la selección de fútbol de Brasil —un país cansado de la corrupción y de las maniobras políticas— les robaba el show a 352 diputados que debatían en el Senado si autorizaban a la Corte Suprema a investigar una denuncia de corrupción contra el presidente Michel Temer. Paradójico. El presidente brasileño no es fanático del fútbol, pero un debate sobre uno de los futbolistas más populares del momento ayudó a bajar la presión sobre su cabeza.
>>> LEA: Congreso de Brasil bloquea acusación de corrupción en contra de Michel Temer
El proceso, que se debatía en el Senado, convirtió a Temer en el primer mandatario en ejercicio en ser acusado de un crimen común: corrupción pasiva.
La denuncia fue formulada por el fiscal general, Rodrigo Janot, después de que a mediados de mayo se divulgaran una grabación y un video.
En la grabación de una conversación entre Temer y el dueño del gigante de la alimentación Joesley Batista, Temer parece avalar la entrega de un soborno al encarcelado exdiputado Eduardo Cunha para comprar su silencio.
El video muestra al entonces diputado Rodrigo Rocha Loures, un cercano asesor de Temer, cargando una maleta con 500.000 reales (unos 150.000 dólares). Según la delación de Joesley Batista, el dinero era parte de un soborno ofrecido a Temer para favorecer los negocios de la empresa.
Janot buscaba inculpar a Temer de obstrucción a la justicia y de organización para delinquir. De acuerdo con las encuestas, un 81 % de los brasileños querían que el Congreso autorizara a la Corte a examinar las denuncias.
Asediado por las acusaciones, Temer ya perdió seis asesores de rango ministerial salpicados por el escándalo Petrobras y tiene a otros ocho bajo investigación del máximo tribunal.
Pero Temer, un crack como pocos para tejer alianzas, parecía salvarse. Desde antes de la salida de Dilma Rousseff del poder, Temer se aseguró de ganar apoyos en el Congreso, en donde decenas de legisladores de casi todos los partidos se hallan además bajo el foco de la Operación Lava Jato, que investiga una vasta red de sobornos en la estatal Petrobras.
Según Transparência Brasil, 53 % de los integrantes de la Cámara de Diputados tienen investigaciones. Son ellos quienes juzgaron a Rousseff. En el Senado, la cifra aumenta a 55 %. Los partidos más investigados son el PMDB, el Partido de los Trabajadores (PT), el PP y el PSDB.
Transparência Brasil registraba también que los senadores y diputados son investigados por delitos como lavado de activos, homicidio, corrupción, secuestro y deforestación ilegal.
Antes del cierre de la votación, las cuentas de los medios de comunicación hacían prever que Temer no sería investigado.
Temer, del partido PMDB (centroderecha) y sus defensores afirman que la acusación es una “ficción” construida para perjudicarlo y amenazar la reconstrucción de un país que emerge a duras penas tras la peor recesión de su historia, con más de 13,5 millones de desocupados.
La prensa y analistas locales daban por hecho que la denuncia sería bloqueada. Pero Temer buscaba una victoria más holgada como demostración de fuerza ante aliados que dudan de su capacidad de hacer avanzar los ajustes reclamados por los mercados, y en una polémica reforma de las jubilaciones que requiere una mayoría cualificada de tres quintos en ambas cámaras.
Los analistas de la consultora Eurasia Group preveían que la denuncia será rechazada “por un amplio margen (...) de 250 a 270 votos” y que el gobierno podrá en consecuencia “reiniciar las negociaciones sobre la reforma de las jubilaciones”.
El dominio de Temer en el Congreso contrasta con su mínima popularidad, de apenas 5 %, la peor desde el retorno de la democracia en 1985, según un reciente sondeo Ibope.
“Para permanecer en el gobierno, Temer tal vez ya ha gastado tanto como el PSG por Neymar”, dijo a la AFP el diputado Chico Alencar, del partido Psol, de izquierda.