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En una celda de 15 metros cuadrados, Luiz Inácio Lula da Silva pasó los últimos 19 meses de su vida. El expresidente más famoso en la historia de Brasil terminó en la prisión federal de Curitiba el 7 de abril de 2018, luego de que el entonces juez del caso Lava Jato y hoy ministro de Justicia, Sergio Moro, lo encontrara culpable de blanqueo de dinero y corrupción en una operación de remodelación de un apartamento en la playa de Guarujá (São Paulo).
No era el único caso por el que Lula da Silva estaba tras las rejas: el exmandatario tiene seis procesos pendientes, la mayoría por corrupción. Por eso su salida de la cárcel se veía lejana.
Hasta el jueves cuando el Tribunal Supremo de Brasil determinó que las penas de prisión no pueden empezar a ejecutarse antes de agotar todos los recursos legales. El equipo legal de Lula da Silva no pudo agotar esos recursos que contempla la ley, y por eso esta nueva jurisprudencia lo dejó fuera de la prisión. Esta decisión puede beneficiar también a 4.895 reclusos brasileños, que ya comenzaron a presentar sus recursos para quedar libres. Al igual que Lula.
La libertad de Lula es, según analistas, una derrota para la operación Lava Jato y su juez estrella, Sergio Moro, quien hizo de Lula su preso más emblemático.
Ver más: ¿Por qué quedó en libertad Lula da Silva?
Y lejos de ver un Lula da Silva debilitado por la prisión, el expresidente brasileño salió fuerte, decidido a cambiar su destino. “Necesitaba resistir para luchar contra el lado podrido del Estado, de la Policía Federal, del Ministerio Público, de la Justicia. Trabajaron para criminalizar a la izquierda, a Lula y al Partido de los Trabajadores”, fueron sus palabras al salir de la cárcel.
Privado de la libertad, Lula perdió a su hermano Genival Inácio da Silva, de 79 años, víctima de un cáncer de pulmón. Pidió permiso para ir a su funeral, pero dos jueces le negaron el permiso argumentando que no había tiempo para la logística que exigía la escolta policial del exmandatario. Un mes después fue su nieto, Arthur Araújo, de siete años, quien falleció por una meningitis.
Pero también conoció a su nuevo amor: Rosângela da Silva, Janja, socióloga y miembro del Partido de los Trabajadores. Tiene 52 años, trabaja para la empresa estatal Itaipu Binacional y vive en Curitiba, donde llegó el viernes a esperar la salida del expresidente de la prisión.
Ver más: Así decretaba el Tribunal Supremo la libertad de Lula
Tras las rejas tuvo que renunciar a su candidatura presidencial, en la que todas las encuestas le daban el triunfo. Designó al exalcalde de São Paulo Fernando Haddad, quien fue derrotado por Jair Bolsonaro, presidente de Brasil desde el 1° de enero de 2019.
“Tuvimos unas elecciones atípicas en Brasil. Seamos francos. El papel de las noticias falsas en la campaña, la cantidad de mentiras y la robotización de la campaña en internet fueron cosas de locos. Y luego la falta de sensibilidad de los sectores de izquierda de no unirse”, dijo en una entrevista con el diario El País.
Lula está libre, y aunque no adelantó sus planes para el futuro, viajará este sábado a São Paulo, donde se encontrará con su familia y sus colegas del sindicato de los metalúrgicos. Tiene planeado recorrer el país y recuperar el terreno perdido.
“Mañana (sábado) me encontraré en el sindicato y después las puertas de Brasil estarán abiertas para que lo pueda recorrer”, dijo.
“Bolsonaro gobierna un país donde la izquierda está débil y desarticulada. Lula se mantiene como su mayor símbolo, el recuerdo de tiempos mejores que guardan, en el corazón, los miserables de un país en donde la raza y la clase son, casi siempre, la misma cosa”, señaló el periodista Martín Schapiro, en el portal Cenital.
El mercado, a pesar de estar esperando en cualquier momento la libertad de Lula, reaccionó negativamente a la noticia.
Aunque Lula no podrá ser candidato sí lo regresará a la actividad política, que frente a unas elecciones municipales el próximo año pueden empezar a cambiar el espacio político.
“Jair Bolsonaro, que hasta ahora debió enfrentar el ‘fuego amigo’ de miembros de su propio gabinete, su partido y aliados legislativos, podría beneficiarse del efecto centrípeto que suele venir adosado a la polarización”, agrega Shapiro.
El periódico O’Globo de Brasil anticipa el panorama que se abre en el país: si las encuestas son acertadas, las dos figuras que mayores apoyos cosechan hoy entre los brasileños Lula y Sergio Moro vivirán un segundo round de este capítulo que arrancó hace años cuando explotó el caso Lava Jato. Con un cambio de escenario: Lula fuera de prisión y Moro, como ministro de Defensa.
“Quiero que todos sepan que (el exjuez Sergio) Moro no encarceló a un hombre. Quisieron encarcelar una idea y las ideas no se encierran, no se matan. El pueblo brasileño es el único que puede salvar a este país”, aseguró Lula en un mensaje en video que subió a su cuenta de Twitter tan pronto dejó la prisión. “Necesitamos un gobernante serio”, remató.
El presidente Jair Bolsonaro no ha hecho por el momento ningún comentario sobre la liberación de Lula.
Curitiba, la ciudad que acogió al expresidente en sus peores días, pasará a la historia porque lo que comienza hoy es un recorrido por el país. Volvió Lula.