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Correos electrónicos del año 2011 filtrados por Wikileaks ya hablaban de la rapiña que rodeaba a Hugo Chávez y de la lucha de poder que vendría tras su muerte. Cuando cayó en su lecho de enfermo por cuenta del cáncer terminal, y ante el pronóstico de los médicos cubanos de que el líder de la Revolución bolivariana sólo viviría dos años, chavistas de todas las tendencias (los hay por convicción, por cercanía, por interés, por temor y por oportunidad) intentaron poner sus fichas. Pero Chávez, consciente de los intereses de su círculo, ya había tomado la decisión. “Maduro es un perro leal a Chávez y es visto como el más pragmático del régimen. Si la salud de Chávez empeora de forma significativa antes de las elecciones previstas para octubre de 2012, esperen que proclame a Maduro como su sucesor, de una u otra forma”, decían los cables.
Las comunicaciones filtradas señalaban que para Chávez, Nicolás Maduro era la apuesta menos arriesgada: “Tiene seguidores, carisma y es una persona que equilibra”. Pero el tiempo no le dio la razón: de acuerdo con encuestas, tras cuatro años de gobierno, Nicolás Maduro tiene apenas el 20 % de aprobación, hay más disidencia dentro del chavismo, la corrupción llega a niveles preocupantes y el país vive la crisis económica y social más grave de los últimos tiempos.
Pero no todo es su culpa. El sucesor de la Revolución recibió un país que comenzaba a desmoronarse, por cuenta de una década de políticas desacertadas y una pésima administración, caracterizada por el nepotismo, la formación de clanes políticos, la lucha de poder, la boliburguesía (como se conoce a los chavistas que se enriquecieron desde sus cargos) y una total desconexión con la realidad. A Maduro le tocó gobernar con la misma rapiña corrupta y criminal que Chávez creó y que sólo él podía controlar. Alrededor de Chávez había tendencias de todo tipo: desde los colectivos extremistas del 23 de enero (muchos de los cuales hoy están en guerra contra la actual administración) hasta una derecha endógena, es decir una élite que se reparte cargos y cuotas de poder cada vez que hay que hacer una reacomodación de fuerzas.
Y eso es justo lo que está pasando ahora. Luego de tres meses de manifestaciones —que dejan 81 muertos, 1.188 detenidos, 450 investigaciones por violaciones de derechos fundamentales—, con el país sumido en una complicada situación económica, violencia, escasez y desabastecimiento, el régimen amenaza con usar las armas y otros recursos ilegales para quedarse en el poder. Usando el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), que siempre ha fallado a su favor, anula a la Asamblea Nacional, le quita funciones a la fiscal Luisa Ortega y hace peligrosos equilibrios para sacar adelante una asamblea constituyente que le permita sobrevivir unos meses más.
Maduro, carente del carisma y el poder político y electoral de su padre político, sólo jala para su lado y deja que cada clan haga lo propio. Estos son los grupos familiares que manejan el poder en Venezuela.
El combo de Cabello
Diosdado Cabello Rondón es un inamovible de la Revolución bolivariana. Desde que se gestaba el proyecto chavista en los años 90, este ingeniero militar estuvo al lado de Chávez: lo acompañó en la intentona golpista contra Carlos Andrés Pérez en 1992, y en 2002, cuando una rebelión sacó a Hugo Chávez Frías del poder por dos días, fue él, entonces vicepresidente, quien organizó la misión especial que le permitió al presidente volver a Miraflores.
Un incondicional de Chávez que se ha paseado por todos los puestos posibles, amasando de paso una inmensa fortuna y un importante poder político. Manejó el Legislativo a su antojo desde 2012, cuando fue nombrado presidente de la Asamblea Nacional. En 2015 lo perdió. La periodista Olga Wormat lo califica como el más fiel representante de la boliburguesía, esa nueva clase rica de Venezuela, que surgió al lado de Chávez y que se recicla a lo largo de los años en varios cargos.
Ha tenido mala fama dentro de la oposición y un sector del chavismo. Conocido como “Ojitos Lindos”, desde que Chávez lo llamó así en una emisión de su programa Aló Presidente, es acusado de tener una ambición sin límites, de ser vengativo y arrogante. Según los cables de Wikileaks, los chavistas se refieren a él en voz baja como “El Padrino”, pues antes de llegar al despacho de Nicolás Maduro es necesario pedirle audiencia. También señalan que es multimillonario, con jugosas cuentas en el extranjero, y ha sido acusado en varias oportunidades de liderar el Cartel de los Soles, que permite el paso de droga por territorio venezolano hacia EE. UU. Según la prensa, Cabello tiene influencia en sectores claves como el financiero y el Consejo Nacional Electoral.
Sus militares amigos están en cargos públicos; su esposa, Marleny Contreras, es ministra de Turismo; su hermano, José David, superintendente nacional tributario durante años y recientemente nombrado por Maduro ministro de Industrias; su primo, Alexis Rodríguez, está al frente de la Zona Operativa de Defensa Integral de Caracas. A este clan pertenece el actual vicepresidente, Tareck El Aissami, señalado por EE. UU. de tener vínculos con el narcotráfico, pero un incondicional de Cabello, que le garantiza continuidad en caso de que Maduro salga del poder.
No es su único aliado: el defensor del Pueblo, Tareck William Saab, quien por decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) asumió esta semana algunas de las funciones de la fiscal, Luisa Ortega, le agradeció la deferencia: “No lo defraudaré”, le dijo en un mensaje de texto.
Sin embargo hay nubes negras sobre el jefe del clan: Cabello tiene un historial de denuncias largo. El diario El Universal publicó un documento titulado “El expediente negro de Miranda”, en donde se reseñan 17 denuncias en su contra por compras sin soportes, licitaciones adjudicadas a dedo, transferencia de recursos para compras no justificadas, gastos excesivos y compras dobles de vehículos. En la Fiscalía archivaron las denuncias desde 2009.
La pareja Maduro-Flores
Según revela una investigación periodística, la familia más poderosa de la Revolución, por encima incluso de los Chávez, se apellida Maduro-Flores. Hermanos, sobrinos, hijos y hasta un exmarido dominan la nómina chavista. Carlos Erick Malpica, sobrino de la esposa de Maduro, Cilia Flores, es tesorero nacional y vicepresidente de Finanzas de Pdvsa. Wálter Gavidia, antiguo diputado del Parlatino, preside la Fundación Negra Hipólita; su hijo preside la fundación Propatria 2000. El politólogo Nicmer Evans le dijo a la AFP que “Flores ha sido la pieza clave en el desarrollo organizacional del chavismo y hoy es la mujer más poderosa del país”.
Ella quita y pone fichas a su antojo. Lo intentó con la fiscal, Luisa Ortega Díaz, una chavista radical, pero dura crítica de Maduro. Cabello y Maduro tenían un acuerdo: que la fiscal sólo iría hasta 2014 y que el turno sería para la comadre de Cilia Flores, Miriam Morandy. Pero Luisa Ortega dio la pelea y antes de que la sacaran le entregó a Diosdado el expediente de Morandy, quien estaba vinculada con el presunto narcotraficante Richard José Cammarano Jaimes. Eso echó por tierra los planes de Cilia, que decidió emprender una lucha a muerte contra Ortega Díaz. La guerra fue declarada.
El nombramiento de Maikel Moreno como presidente del TSJ es otra muestra de su poder. Este hombre, a pesar de tener un pasado criminal —fue condenado por matar a una mujer e investigado por formar parte de una banda delincuencial llamada Los Enanos— le ganó el cargo a la candidata de Diosdado Cabello.
Fue Cilia la gestora de su triunfo y Maikel Moreno no lo olvida: ha firmado más de 45 sentencias a favor del chavismo. La última despojando a la fiscal de sus funciones.
Así, la esposa de Maduro ha tejido una red de fieles a su alrededor. Elías Jaua pertenece a este poco selecto club: ha pasado por todos los cargos y su esposa, Natasha González, ha sido presidenta de dos fundaciones, con pésimo desempeño. Su excuñado fue designado magistrado del TSJ. Hoy ella y el hijo de Maduro, Nicolás Ernesto Maduro Guerra, aspiran a convertirse el próximo 30 de julio en uno de los 545 miembros de la Constituyente.
El otro lunar en el expediente de este clan: los sobrinos de Cilia, Efraín Antonio Campo Flores y Franqui Francisco Flores, fueron hallados culpables por un jurado de conspirar para transportar más de 5 kilos de cocaína desde Venezuela hacia Estados Unidos.
La red de Padrino
El hombre más poderoso de Venezuela se llama Vladimir Padrino, uno de los preferidos del chavismo desde 2002, cuando ayudó a regresar a Chávez al poder luego de la intentona golpista. Fue nombrado ministro de Defensa en 2014 por Nicolás Maduro, para controlar la expansión del clan Cabello, según fuentes extraoficiales. Después le otorgó más poder: le pidió a su gabinete subordinarse a sus órdenes. También le entregó la administración de la Misión Abastecimiento Soberano y Seguro, es decir, la distribución y producción de alimentos.
Aunque le juró lealtad a Maduro, ha sido una de las voces sensatas del chavismo. No teme diferir. En 2015 fue el primero en salir a reconocer el triunfo de la oposición en las urnas, hecho que le valió el calificativo de “rata” por parte de Diosdado Cabello, con quien tiene serias diferencias. Dicen que su intervención providencial hizo que la fiscal Ortega se pronunciara sobre el polémico fallo del TSJ de asumir las funciones de la Asamblea Nacional. Hoy es el que mantiene a Maduro en el poder, pues no sólo tiene el mando de tropa sino que es uno de los pocos militares que no tienen vínculos con el narcotráfico. Dicen que tuvo cáncer de próstata, pero que ya lo habría superado. Su poder político crece: tiene 32 ministerios.
De acuerdo con el periódico El Nacional, el Ministerio de Defensa ha creado 11 empresas para el desarrollo económico de la Fuerza Armada. “Ocho de ese total las abrieron durante el primer año del anuncio de la Zona Económica Militar: Banco de la Fanb (Banfanb), Empresa Agropecuaria de la Fanb (Agrofanb), Empresa Militar de Transporte (Emiltra), Empresa Sistemas de Comunicaciones de la Fanb (Emcofanb), Televisión Digital de la Fanb (TVFanb), Fondo de Inversión Negro Primero (Fimnp), Constructora de la Fanb (Construfanb) y Agua Mineral Tiuna (empresa mixta dentro del complejo industrial del Fuerte Tiuna)”, dice el diario.
La mayoría de los jefes de las Zodis (regiones estratégicas de Defensa) le juraron lealtad. Padrino goza además del favor de una decena de gobernadores, como Francisco Arias Cárdenas (Zulia), José Vielma Mora (Táchira) y José Luis García Carneiro (Vargas), y varios ministros, desde Gustavo González (Interior) a Luis Motta Domínguez (Energía Eléctrica), protagonista del racionamiento eléctrico que sufre Venezuela.
¿Y los Chávez?
Hoy por hoy es la familia con menos poder. Después de mover todos los hilos desde Miraflores, poco a poco los Chávez se han alejado de Maduro. ¿Por culpa de quién? Cilia Flores, otra vez, que habría logrado que los herederos de Hugo Chávez perdieran influencia en sectores claves del país.
El hermano mayor del fallecido presidente, Adán, es el único que sigue en el “cogollo del poder”, como lo llama la oposición. Después de ser gobernador de Barinas, fue nombrado ministro de Cultura, cargo que ya dejó para postularse para la asamblea constituyente. Su influencia en Caracas es enorme, dice la prensa, y sus lazos con los hermanos Castro en Cuba, igual de estrechos.
El segundo de los hermanos del clan, Argenis Chávez, acaba de ser nombrado gobernador del estado Barinas, algo que no habría podido lograr en las urnas. En 2016, Aníbal Chávez, alcalde de la ciudad de Sabaneta, murió por una infección intestinal. Su otro hermano, Narciso, tras intentar hacerse con el mando político del PSUV en Barinitas, está encargado del convenio de salud entre Venezuela y Cuba. Adelis, también de la familia, ha tenido cargos menores.
El exvicepresidente Jorge Arreaza, esposo de Rosa Virginia, hija mayor del comandante, hoy es invisible por cuenta de su divorcio.
Una de las que más se han destacado de la familia, que dicho sea de paso amasó una gran fortuna, es la hija favorita del comandante supremo: María Gabriela. Pese a carecer de trayectoria o carrera profesional, Maduro la envió a Nueva York como representante alterna en Naciones Unidas. Es decir, el chavismo es cuestión del pasado.