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“He aprobado al ministro de la defensa general en jefe Vladimir Padrino los planes para expandir la Milicia Nacional Bolivariana durante este año, a 500 mil milicianos y milicianas con todos sus equipos y garantizar a través de la fuerza armada nacional bolivariana un fusil para cada miliciano, están aprobados los recursos”. Con esta advertencia y frente a miles de miembros de la milicia bolivariana reunidos en el fuerte Tiuna cuna de las fuerzas militares venezolanas, el presidente Nicolas Maduro dejó claro que la milicia no solo es un cuerpo ideológico, sino que representa en palabras del Ministro de Defensa Vladimir Padrino “un arma integral para el concepto estratégico de la defensa de la patria“. Si se cumple el objetivo de Nicolas Maduro de llegar a tener más de 500 mil hombres en armas sería un componente de fuerza superior en número a las Fuerzas Militares de Colombia, que hoy tienen 265 mil efectivos o las fuerzas militares brasileras que llegan a ser 366 mil.
Los antecedentes de estos colectivos se remontan al golpe de estado que le propinaron en el año 2002 al expresidente Hugo Chávez, golpe que fue ejecutado por un ala de militares insurrectos, que luego de capturar a Chávez lo encarcelan en la base militar de la Orchila y tras una disputa interna de militares chavistas y antichavistas, miembros de las fuerzas especiales del cuerpo de paracaidistas lo liberan y este retoma el poder.
Este episodio de fractura interna en las fuerzas militares le dejó claro a Chávez que su estancia en el poder no se podía limitar a la lealtad militar, sino que debería crear un componente armado que le fuera leal no solo a la figura presidencial sino al proyecto político que él lideraba. Bajo este contexto, en el año 2008 se crea la nueva ley orgánica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, que además de reglamentar las fuerzas militares y la guardia Nacional crea un nuevo componente de defensa nacional al cual se le denomina “Milicias Bolivarianas”. La ley dice que este cuerpo armado esta diseñado para proteger al presidente o a quien él designe, de cualquier tipo de agresión interna o externa.
La milicia se crea bajo una teoría de guerra irregular que el estado mayor venezolano denominó de la “revolución a la resistencia”, toman 2 hipótesis de amenaza, una regional y una internacional. En la amenaza regional su antagonista es Colombia y para ello crean una estrategia de disuasión creíble que se da por medio de la actualización de equipos militares comprados a Rusia y China como lo son los Aviones Sukhoi Su 30, aviones Karakorum 8, baterías antiaéreas, radares, y un paquete de 100 fusiles nuevos ak 103 entre otros.
Como amenaza internacional su antagonista son los EE. UU y el alto mando venezolano sabe que las fuerzas militares norteamericanas son invencibles en un teatro de guerra regular, pero que en la guerra irregular o asimétrica a los estadounidenses les ha ido muy mal y existen 3 ejemplos claros: Vietnam, Afganistán e Irak. En la guerra regular en menos de 6 meses vencieron a los ejércitos taliban e iraki, pero llevan 18 y 16 años respectivamente en guerras irregulares y a 2019 no se les ve una salida cercana a estos conflictos asimétricos.
Con ese contexto las milicias bolivarianas se componen de dos cuerpos, por una parte, están las milicias territoriales que están compuestas por civiles que a su vez cumplen dos funciones, una logística y otra de inteligencia. El otro componente son los llamados cuerpos de combatientes, estos son civiles que como requisito deben tener experiencia en algún organismo de seguridad del Estado y son entrenados en manejo de armas, explosivos y actos de sabotaje.
Este modelo esta previsto para una inminente confrontación armada, sin embargo, estas milicias derivaron en los colectivos que a nivel urbano están compuestos por hombres armados que organizan grupos de control y adoctrinamiento político en los barrios. Estos grupos a su vez ejercen un papel de policía política del régimen, donde identifican líderes de la oposición y comienzan campañas de persecución, amedrentamiento y desprestigio, y reprimen las marchas organizadas por la oposición disparando contra los manifestantes de forma indiscriminada.
Los colectivos hoy no solo se financian del Estado, sino que también han creado sistemas de “aportes a la revolución” que son realmente extorsiones a pequeños comerciantes y adicionalmente controlan el microtráfico en varios puntos de Caracas, lo preocupante es que el gobierno y las autoridades encubren todos sus actos delictivos a cambio de lealtad.
Otra característica de los colectivos es su cercanía con las guerrillas colombianas, tanto en el pasado como en el presente y cabe recordar que en el barrio 23 de enero que es el fortín de estos grupos, se encuentra un mural con la imagen de todos los miembros del secretariado de las Farc del Caguán, Camilo Torres, el Cura Pérez entre otros guerrilleros colombianos. En este mismo barrio también está el monumento a Tirofijo en cuya placa se le compara con Simón Bolívar. Es de resaltar que esta cercanía no solo se da en razón de simpatía ideológica sino también desde el entrenamiento e intercambio de doctrina armada.
En el Centro de Estudios en Seguridad y Paz, tuvimos la oportunidad de entrevistar algunos miembros de los colectivos chavistas y estos afirman ser una guerrilla en el poder pero que en caso de que Nicolás Maduro fuera derrocado actuarían bajo una lógica de guerra de guerrillas urbana, y por esta razón han sido entrenados por las guerrillas colombianas.
Es claro que estos colectivos ya son una fuerza que no solo inquietan y atacan a la oposición, sino que dentro del mismo chavismo hay voces que alertan que estos grupos ya no responden las ordenes de Maduro y que tienen hoy mas poder en las calles de Caracas que la misma policía.
Los análisis militares sobre una posible intervención por parte de los Estados Unidos a Venezuela identifican claramente que estos colectivos llevarían a los estadounidenses a entrar a una guerra de quinta generación que como ya se mencionó desde Irak y Afganistán la evitan a toda costa y de hecho en casos como el de Libia y Siria solamente dan apoyo logístico a los rebeldes sin involucrar a sus hombres de infantería en ningún conflicto internacional.
Una salida de intervención militar en la actualidad no se limita a hacer operaciones quirúrgicas como se hicieron en Panamá para capturar al dictador Manuel Noriega, puesto que los modelos de guerra insurreccional han mutado haciendo más difícil una salida militar a estos conflictos y hoy una intervención militar además de ser un baño de sangre sería abrir la puerta a una guerra de guerrillas urbanas que podría durar décadas.