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La pesadilla de Theresa May todavía no acaba. La primera ministra británica, quien anunció ayer que luchará hasta el último momento, se encuentra en sus peores horas tratando de sacar adelante un brexit que les dé gusto a todas las partes. Detrás de la moción de censura que se votó ayer dentro de su partido para destituirla hay varios personajes que están al acecho para reemplazarla.
De los 315 diputados conservadores en la Cámara de los Comunes, se necesitan 158 votos en contra de May para sacarla del cargo. Sin embargo, según la primera ministra, esa situación es la menos conveniente para todas las partes. “La elección de un nuevo líder no cambiaría los fundamentos de la negociación ni la aritmética del Parlamento. (...) Las semanas que hemos pasado destrozándonos solo crearán más división. Deberíamos estar unidos para servir a nuestro país”, aseguró.
Desde que presentó el acuerdo de la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE), el pasado 15 de noviembre, la primera ministra se encuentra contra la espada y la pared. Mientras el Parlamento británico la tiene amenazada de votar en contra del documento y obligarla a renegociar con Bruselas, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ya advirtió que no hay margen de cambiar ni un solo punto.
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Ante tal panorama, May emprendió un viaje por Europa para tocar las puertas de los gobiernos y buscar alguna garantía que mantenga con vida el polémico acuerdo del brexit. Un intento que, durante estos días, no ha dado fruto alguno. Aunque mañana tiene una reunión clave con los jefes de Estado de la UE, prematuros encuentros con líderes le han anticipado lo que será la posición del resto de los gobiernos.
La canciller alemana, Angela Merkel, aseguró el martes que no es posible cambiar el acuerdo. “Sigo teniendo la esperanza de que tengamos una salida ordenada”, agregó. Lo mismo ocurrió con Juncker, quien, si bien reiteró que el acuerdo alcanzado es el mejor y único posible, aclaró que “hay margen suficiente, con inteligencia, para más aclaraciones y más explicaciones sobre la interpretación”.
Para rematar, Francia se sumó a la posición de los líderes europeos y señaló, mediante el ministro de Relaciones Exteriores, Jean-Yves le Drian, que no habrá renegociación. “Quizás habrá observaciones y además, como saben, la primera ministra está en dificultades ante su propio partido”, agregó.
Al acecho de May
No es secreto que detrás del cargo de May hay numerosos aspirantes que, en los últimos meses, han movido sus fichas para quedar lo mejor parados posible antes de la caída de la primera ministra.
El primero en la fila es Boris Johnson, eterno rival de la líder británica, exalcalde de Londres y uno de los artífices de la victoria del brexit en el referéndum de 2016. Nombrado ministro de Relaciones Exteriores inmediatamente después por Theresa May, no dejó de criticar su estrategia en las negociaciones con Bruselas antes de dimitir en julio para convertirse en uno de sus más feroces rivales en el seno del Partido Conservador.
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En la misma línea de Johnson está el ultraconservador Jacop Rees-Mogg, alrededor del cual orbitan cerca de noventa diputados. Durante el proceso ha asegurado que la intención de la primera ministra es convertir al Reino Unido en un Estado vasallo de Bruselas. Con esto se refiere a la red de seguridad o backstop, punto clave que estipula un mecanismo ideado para evitar la reinstauración de una frontera dura en la isla de Irlanda que amenace el Acuerdo de Paz de 1998, el cual puso fin a 30 años de sangriento conflicto.
Otra de las amenazas de May es Jeremy Corbyn, líder de los laboristas británicos y la principal fuerza de oposición. “Tenemos un líder de la oposición que solo piensa en intentar forzar la convocatoria de elecciones generales; poco le importa el costo que esto tendría para el país”, dijo May. Considera que la llegada al poder de Corbyn “representa un riesgo que no nos podemos permitir”.
Corbyn ha definido a May como “la primera ministra fugitiva” y acusó al Gobierno de “degradar” al Parlamento con una decisión sin precedentes en los últimos setenta años. “Nuestra premier no tiene ningún interés en renegociar, sino que está vagando por el continente en busca de palabras cálidas”.
“Ella debe admitir que su acuerdo está muerto”, proclamó el líder laborista. “Sus negociaciones caóticas han acabado en fracaso y no tiene la autoridad para negociar por el Reino Unido… ni siquiera tiene la autoridad dentro de su propio partido”, agregó.
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También está el abogado Dominic Raab, ardiente defensor de la salida de la UE y exministro para el brexit entre julio y noviembre. Los corredores de apuestas lo daban hasta ayer como favorito para reemplazar a May en la cabeza del partido y del país. “Siempre he dicho que no lo excluía”, respondió el diputado ultraliberal de 44 años cuando se le preguntó si aspiraba a tomar las riendas del ejecutivo.
Al grupo se suma Sajid Javid, actual ministro del Interior y una personalidad influyente dentro del Partido Conservador. En tan solo unos meses como ministro del Interior, se ha ganado el respeto particular por su manejo de un escándalo sobre el trato a los hijos de los inmigrantes caribeños, conocido como la generación Windrush.
Mientras tanto, Europa mira con atención lo que podría ser un quiebre definitivo en el proceso del brexit, pues una nueva negociación podría necesitar que se aplace la fecha establecida para la salida del Reino Unido de la UE, prevista para el 29 de marzo de 2019.