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Entre las islas de Hawái y Nueva Zelanda, en el océano Pacífico, con apenas 21.000 habitantes, el paraíso financiero de las Islas Cook fue el destino elegido por el empresario colombiano Arturo Frieri Gallo para depositar secretamente su dinero en 2013. El 13 de noviembre de ese año, gracias a la asesoría de la firma de servicios fiduciarios de Singapur, Asiaciti Trust, el colombo-italiano, hoy residenciado en Cartagena, constituyó un fideicomiso llamado Savearca. Los reflectores de la filtración Paradise Papers revelados por el Consorcio de Periodistas de Investigación apuntan a demostrar cómo se gestó esta operación que quedó por fuera del radar de las autoridades. (Lea aquí: La cara offshore de Ecopetrol)
El domicilio que se registró para transar este negocio fue un apartamento en el tradicional edificio Seguros Bolívar, situado en el barrio Bocagrande de Cartagena. En ese exclusivo sector de la ciudad heroica, la élite cartagenera distingue bien a Arturo Frieri Gallo y a su hermano Salvador como avezados empresarios. En 2004, este último fue protagonista de varios titulares de prensa porque fue el inversionista que, en compañía del empresario Robert Escobio y a nombre de la Asociación Colombiana de Aviadores Civiles (Acdac), quería comprar la empresa de aviación nacional Avianca y así quitarle el negocio a su actual propietario, Germán Efromovich. (Lea aquí: Gabriel Silva Luján, el hombre global)
“¿De dónde proviene su patrimonio?”, le preguntó la empresa Asiaciti a Arturo Frieri cuando éste acudió a sus servicios para constituir el fideicomiso Savearca. El colombo-italiano respondió que se trataba de una herencia familiar, derivada de su abuelo Vicente Gallo Volpe, quien a principios del siglo XX emigró de Italia a Colombia. Además agregó que él se dedicaba a la venta y compra de bonos de países emergentes y bonos corporativos. Declaró que promovía operaciones con acciones y divisas y a la actividad inmobiliaria. En sus comentarios, Frieri Gallo recalcó, una y otra vez, que ninguno de los activos que iba a transferir fue producto de actividades ilegales.
Sin embargo, la verdadera razón para constituir ese fideicomiso fue proteger su patrimonio económico y que sus hijos fueran sus principales beneficiarios. Tiempo después, en el negocio fue cobijando a su hermano y a algunos socios señalados en Colombia por actividades ilícitas. En un correo, Arturo pidió agregar como beneficiario a su hermano Salvador, quien seis meses antes había sido arrestado en Italia por “extorsión y usura, con raíces en paraísos fiscales”. Salvador Frieri fue acusado de acordar préstamos simulados con sociedades extranjeras, amenazando incluso a algunas personas. Por la negativa de las autoridades italianas, no se sabe el estado de este proceso.
El mismo Salvador Frieri era además protector de la sociedad, lo que quiere decir que contaba con poderes para nombrar y remover personas, distribuir los ingresos, adicionar beneficiarios y hacer cambios sustanciales. Al igual que su hermano, Arturo Frieri también es investigado en Italia desde 2015 por una posible evasión de 333 millones de euros. Esta situación se dio después de que ambos nombres aparecieran en la llamada lista Falciani, como se le llamó a la filtración de 100.000 cuentas secretas que fueron protegidas por el banco HSBC en Ginebra (Suiza). Los bienes de Salvador fueron confiscados por las autoridades de Roma hace dos años.
Según informó en su momento la prensa italiana, a pesar de su “consistente patrimonio societario, inmobiliario y mobiliario”, y de las investigaciones en su contra, Salvador Frieri “nunca ha presentado declaración de impuestos” en ese país. En Colombia también registra investigaciones en su contra. En 2010, por ejemplo, fue condenado por una estafa de $1.275 millones, pero por un error en la sentencia la Corte Constitucional la dejó sin efectos. Al final prescribió la acción penal. El mismo año, el periodista de El Espectador Norbey Quevedo recogió el testimonio del abogado Máximo Acosta, asociado con Salvador Frieri para expandir negocios, en el que denunció que éste terminó lavando dinero.
Al parecer Salvador Frieri lo hizo utilizando “una empresa de Panamá para trasladar la millonaria cifra desde una cuenta en Suiza, para girarla posteriormente a Estados Unidos y luego a Venezuela. Esta última transacción fue vigilada por la DEA”. El proceso penal sigue en indagación en la Fiscalía de Colombia, según informó el periódico El Heraldo de Barranquilla hace cuatro meses. Los socios de Salvador, identificados como Mirko Visko y Carlos Abadi, también fueron mencionados en la denuncia del abogado Acosta, como presuntos cómplices para vender “dólares en el mercado negro”. Ambos personajes hoy figuran en el fideicomiso Savearca de Arturo Frieri.
De acuerdo con los documentos de Paradise Papers, fuera de la familia Frieri, Mirko Visko (socio de Salvador) es el protector del fideicomiso, con poder para administrarlo a su antojo. En un correo electrónico enviado a la firma Asiaciti Trust, Arturo Frieri admitió que había otorgado demasiadas facultades al socio de su hermano, pues hasta podía removerlo. Hoy está probado que desde Savearca se planeaban inversiones con Generation Alfa S. A., propiedad de Mirko Visko, a través de una cuenta del banco HSBC en Suiza. Los activos del fideicomiso serían además transferidos a la compañía Abadl & Co., donde Carlos Abadi, el otro socio de Salvador Frieri, actualmente oficia como presidente.
Hacia 2006, los negocios de los Frieri fueron relacionados con el paramilitarismo. En concreto, el exjefe de informática del DAS, condenado por nexos con el bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia, Rafael García, manifestó en su confesión que, debido a que los hermanos Frieri manejaban negocios alrededor del mundo, fueron aprovechados para “traer a Colombia cantidades de dólares sin pagar impuestos”. El mismo declarante manifestó que, desde 2001, Salvador Frieri colocó su organización al “servicio de narcotraficantes y jefes de autodefensas” y que participó en tráfico de drogas con el Frente Resistencia Tayrona de Hernán Giraldo. Esos señalamientos nunca fueron investigados.