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Después de casi 60 años, Cuba está a punto de reencontrarse con un gobierno sin un hombre de apellido Castro en el poder. Lo que parecía lejano en 2008, y hasta inverosímil, cuando Raúl Castro, el hermano menor de Fidel, anunció que sólo permanecería como presidente dos períodos de cinco años, ahora es una realidad. El cambio, que comienza hoy con la instauración de la nueva legislatura en el Palacio de las Convenciones de La Habana, no será de línea política, pues su sucesor, el cual será anunciado en las próximas horas, será el vicepresidente actual, Miguel Díaz-Canel, quien heredará un país sumido en una profunda crisis económica.
El cambio generacional marca un nuevo comienzo para Cuba. Aunque la salida de Raúl Castro no será completa, pues quedará como primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC), que un miembro del clan que ha estado en el poder desde 1959 ya no figure como presidente, da luz para que la isla empiece a renacer. Sin aliados ni amigos, a excepción de Venezuela, que parece estar peor que Cuba, Díaz-Canel tendrá que jugar con lo que tiene para marcar un camino favorable para el país.
Uno de los biógrafos de Raúl Castro, el diplomático y escritor italiano Domenico Vecchioni, autor del libro El revolucionario conservador, habló con El Espectador sobre la importancia de este relevo.
La vida de los Castro siempre fue un secreto. ¿Cómo es Raúl?
Raúl Castro siempre fue considerado como una persona mucho más sensible a los vínculos familiares con respecto a su hermano, Fidel, quien mantenía al margen a su familia para dedicarse exclusivamente a la Revolución. De esta forma, la verdadera primera dama del país no fue la esposa de Fidel, Dalia Soto del Valle, sino Wilma Espín, la esposa de Raúl, quien siempre estuvo muy presente en la escena política y hasta fue la encargada de presentarse a importantes compromisos públicos. De la vida privada de Raúl Castro se sabe tan poco, que abundan versiones contrastantes. Por ejemplo, sobre su sexualidad: desde una presunta homosexualidad hasta un típico mujeriego cubano. Después de la muerte de Wilma, en el año 2007, Raúl, según fuentes dudosas, habría tenido una relación secreta con la joven reportera del canal Las Tunas, Talia González Castro. Lo cierto es que Raúl se reveló como el verdadero patriarca de la familia Castro y fue absorbido totalmente por los deberes con el Estado. Si los hijos de Fidel no pudieron ejercer ningún rol político o público, los de Raúl, especialmente Alejandro (líder del contraespionaje cubano) y Mariela (defensora de la igualdad de género y diputada del Parlamento) ocupan posiciones relevantes. Raúl es tan aferrado a su familia, que su guardaespaldas de confianza es su nieto, Raúl Júnior.
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Durante años Raúl vivió tras bastidores. ¿Qué significó para él tener el poder?
Probablemente un reto para demostrar estar a la altura del mítico hermano mayor, sin contar con su carisma e intuición política. Por décadas Raúl le cubrió la espalda a Fidel, ejerciendo un rol discreto -de vez en cuando ingrato- como líder militar del régimen. Después de suceder al hermano debió haber estado invadido de sentimientos encontrados: salvar un régimen fallido al tomar una dirección diferente a la de Fidel, al cual idolatraba y consideraba como un segundo padre. Apenas fue elegido, ¡Raúl dio inicio a una política de reformas (limitadas y, en últimas, de fachada) para corregir los errores y los excesos del hermano! Obtener el poder, por lo tanto, fue al mismo tiempo una liberación del rol de subalterno, en el cual lo hubiera mantenido Fidel, pues era él solo quien debía brillar como un único astro en el cielo de la Revolución con la preocupación de tener que salvar el régimen y el poder absoluto, con todos los privilegios que esto incluía.
¿Qué marcó la diferencia a la hora de gobernar entre los hermanos?
Los dos siempre tuvieron una estrategia en común: obtener y conservar el poder. Desde esta perspectiva, constantemente jugaron un “juego de roles”, en el cual construían personajes con sensibilidades diferentes. Pero la finalidad de ambos siempre fue la misma. Raúl siempre se presentó como alguien pragmático y realista, mientras que Fidel, por el contrario, confiaba sobre todo en su instinto político. Con su mentalidad visionaria, siempre tendió en ensimismarse con grandes causas revolucionarias, alianzas, bloques y enfrentamientos épicos. Un dogmático poco dispuesto a reconocer sus propios errores y mucho menos corregirlos. Raúl no fue cerrado a la autocrítica, siempre que pudiera perfeccionar el “modelo cubano”. Fidel, además, actuaba por impulso, se dejaba llevar por las emociones del momento, mientras que Raúl era un metódico apasionado que no dejaba nunca nada al azar. A pesar de sus diferencias, los hermanos Castro, en términos prácticos, no eran incompatibles al momento de gestionar el poder absoluto. Eso sí, de acuerdo estuvieron ambos en negar la libertad y la democracia al pueblo cubano, a pesar de que el costo fuera mantener a la isla en niveles de pura subsistencia, en términos económicos.
¿Cuál es el gran logro de Raúl en su tiempo en el poder?
Haberle ahorrado alguno que otro año de vida a un régimen en agonía, cuya implosión no está muy lejos.
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Sin los Castro en el poder, ¿cuál será el principal efecto a nivel popular?
Se iniciará indudablemente una nueva era para Cuba. ¡Luego de sesenta años, un Castro no será el líder del país! El impacto psicológico va a ser enorme. Aun así, hay que tener en cuenta que Raúl no va a dejar del todo el poder; quedará como secretario general del Partido Comunista hasta 2021. A pesar de eso, por primera vez la carga de presidente y secretario del partido no va a recaer en una sola persona, por lo que se pueden abrir, en teoría, esperanzas para el pueblo cubano. Va a depender mucho de las decisiones que tome el nuevo presidente, quien será escogido para darle continuidad al régimen, aunque podría ser obligado por los eventos a ir mucho más allá de las reformas que adoptó Raúl. Hay que tener en cuenta que la economía de la isla sigue degradándose y, si se pretende una repuntada, requiere profundos cambios, susceptibles de necesitar inversión extranjera.
¿Qué piensa del sucesor, Miguel Díaz-Canel?
Díaz-Canel, aun siendo muy fiel a Raúl y presentándose como uno de los que continuará con el régimen, significa de por sí una novedad. Es un militar que tiene formación técnica y que pertenece a la generación posrevolucionaria. Habrá que esperar a ver qué tipo de relación se va a establecer entre el nuevo presidente y el secretario general del Partido Comunista. Si Díaz-Canel va a tener margen de maniobra, teniendo en cuenta su juventud respecto a lo revolucionarios todavía vivos, podrá ser el que dirija al país hacia una apertura no sólo económica, sino política, para hacer salir a Cuba del pantano en el que se encuentra y que lo inmoviliza.
¿Qué tanto le afectó a Raúl que Trump echara para atrás todo lo que se logró con Barack Obama?
¡Debió ser horrible! Raúl, efectivamente, había logrado, en 2015, una brillante victoria diplomática contra Obama. De hecho, lo obtuvo “todo”: legitimación internacional, reanudación de las relaciones diplomáticas, concesiones con EE. UU., promesas de grandes inversiones en dólares, apoyo del presidente para convencer al Congreso de quitar el embargo, etc. Todo esto sin ceder nada en términos de libertad, democracia o derechos humanos. Un acuerdo desbalanceado a favor de La Habana. Trump ahora regresó a la política tradicional americana de condicionar las ayudas, las inversiones, el fin del embargo, la estabilización de relaciones económicas y comerciales fructíferas. Ahora, todo está por rehacerse para Cuba.
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¿Raúl es tan amigo de Maduro como Fidel era de Chávez?
Son personajes y situaciones muy diferentes. Fidel y Chávez eran del apogeo de su aventura política y humana que lideraron y, por lo tanto, sentían una fascinación y simpatía recíproca. La situación económica de Venezuela, además, le permitió a Chávez ser económicamente generoso con Fidel, el cual, por su parte, ayudaba con programas de cooperación. Maduro y Raúl, en cambio, son parte del final de esa experiencia política, por lo que ambos sufren una degradación económica y social continua, por lo que ya no se pueden ofrecer ayuda. No existen las condiciones para conformar una amistad ganadora, pues ambos regímenes están en su ocaso.
¿Qué relación pueden tener el nuevo presidente y Trump?
A la administración republicana no le interesa quién esté a cargo de Cuba. Lo que importa son las decisiones políticas que tome el que gobierna. Si los nuevos dirigentes deciden realizar aperturas, en sentido democrático, el diálogo entre ambos países se va a reactivar. Si por el contrario, nada cambia, tocará esperar… ¿hasta cuándo? ¡Los cubanos esperan su liberación hace sesenta años!
¿Se vislumbra otro Castro en la política de la isla?
Lo de los Castro fue una experiencia revolucionaria absolutamente irrepetible. El mundo de 1959 ha cambiado profundamente: se acabó la Guerra Fría, el marxismo-leninismo está casi controlado e intervino la globalización. En Cuba, en cambio, el tiempo se paró, el futuro de los cubanos quedó atrapado en las redes del régimen. Si los Castro, con la revolución antes y la represión después, lograron consolidar un puesto en la historia de Cuba, un nuevo líder carismático podría, a su vez, convertirse en protagonista solamente si asegura el regreso a la democracia y devolviendo a los cubanos el futuro que les robó la Revolución.