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Después de haber participado en dos campañas presidenciales, el dirigente de izquierda Andrés Manuel López Obrador cuenta por fin con posibilidades reales de hacerse con la jefatura de Estado en México.
A un mes de las elecciones, AMLO, como se le conoce, aventaja por más de nueve puntos a sus perseguidores en las encuestas. De acuerdo con el modelo electoral del periódico español El País, López Obrador tiene un 92 % de probabilidades para ser elegido presidente el próximo 1° de julio. Las cuatro encuestas más recientes lo colocaron encima del 50 % de votos.
Sin embargo, la cada vez mayor probabilidad de un gobierno de AMLO no ha sido muy bien recibida dentro del sector empresarial mexicano, que le declaró la guerra de frente. Esta semana, una investigación del diario El Financiero Bloomberg reveló que dos de los hombres más ricos de México, Germán Larrea y Alberto Baillères, pidieron públicamente a sus empleados el no votar a favor de López Obrador si deseaban conservar sus empleos.
De hecho, según cuenta El Financiero, Baillères y su empresa Palacio de Hierro, de tiendas por departamentos, reunió a su personal en el centro comercial Perisur, en Ciudad de México, para darles un mensaje de 40 minutos en que pedía el voto útil para aquel candidato que pueda vencer al izquierdista. La empresa les instó a votar por aspirantes que preserven el sistema económico, y así poder seguir empleándolos.
Baillères, quien también es propietario de Industrias Peñoles, la segunda minera más grande de México, se suma así a la petición que hizo Germán Larrea, presidente del Grupo México, tercer productor de cobre del mundo, a sus empleados de “votar con inteligencia” el 1° de julio, al alertar que una estatización de empresas aplicada por el nuevo presidente causaría retroceso en el país.
“Recientemente hemos escuchado con preocupación propuestas de estatización de empresas, la derogación de las reformas energética y educativa que serían un retroceso de décadas”, dijo la empresa en una carta a sus empleados, colaboradores y accionistas, firmada por Larrea. El candidato izquierdista mantiene desde hace semanas un tenso pulso con el empresariado. El Consejo Mexicano de Negocios (CMN) acusó a López Obrador de “ataques personales”, o el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) junto a varios centenares de organismos, que pidieron un “liderazgo que convoque a la unidad”.
Para Neldy San Martín, reportera de El Financiero Bloomberg de México, la reacción de los empresarios no sorprende. “Andrés Manuel López Obrador ha enfocado su discurso en el combate a la corrupción y ha acusado a un grupo de empresarios, a los que identifica con lo que llama “la mafia del poder”, explica.
De hecho, Larrea y Baillères forman parte del grupo de poderosos empresarios a los que López Obrador, acusó a inicios de mayo de ser una “minoría rapaz” que tiene controladas las instancias de Gobierno y trabaja estratégicamente para evitar su victoria, incluso apoyando “fraudes electorales”. Ambos empresarios son los hombres más poderosos de México, solo superados por el multimillonario Carlos Slim.
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De acuerdo con San Martín, este llamado de los empresarios a sembrar el temor a sus empleados fue leído por buena parte de la sociedad y algunos analistas como un intento de frenar la posible llegada de López Obrador, por temor a perder el trato preferencial que han tenido de los gobiernos en los últimos 18 años.
“Larrea aumentó su fortuna con los gobiernos de los expresidentes del PAN Vicente Fox y Felipe Calderón, mientras que Baillères bajo los gobiernos de Calderón y el presidente Enrique Peña Nieto”, explica San Martín del Financiero Bloomberg.
El repunte de López Obrador sobre sus competidores, Ricardo Anaya del PAN y José Meade del PRI, ha sido ayudado en parte por la presidencia de Enrique Peña Nieto, que deja el cargo con niveles bajísimos de aprobación, sacudido por escándalos de corrupción y niveles históricos de inseguridad con 90 homicidios diarios. Ese contexto ha favorecido a AMLO, siendo el único candidato cuyo discurso marca una ruptura con la situación actual.
“Como en sus campañas anteriores, está teniendo un discurso antineoliberal, en el que predominan la justicia social, la redistribución de la riqueza y una economía en la que el Estado tenga un mayor papel, lo que no ha caído bien en todos los sectores como el empresarial”.
Pero este discurso de la campaña de AMLO, así como ha sucedido en Colombia, ha tenido que lidiar con un nuevo enemigo: la denominada posverdad. López Obrador se ha convertido en el blanco perfecto de las campañas de desinformación en México. Se le ha comparado con Hugo Chávez y se ha dicho que, en caso de ganar, su país se convertirá en una nueva Venezuela.
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Sin embargo, López Obrador ha dicho que no está en contra de los empresarios cuyas riquezas son lícitas, sino “en contra de los que se han enriquecido a costa del pueblo”. Además, luego de que se conociera la reacción de los empresarios, AMLO los invitó a dialogar y aclaró “que no existirán problemas en el modelo económico para afectar sus negocios y que el país necesitará de la inversión privada para seguir adelante”.
El tono conciliador de López Obrador ha coincidido con una invitación del Consejo Mexicano de Negocios, del cual hacen parte Alberto Baillères, Carlos Slim y otros empresarios, para entablar conversaciones a puerta cerrada con los candidatos a la presidencia. Al ver que sus opciones crecen, AMLO ha insistido en que necesita de los empresarios para poner en marcha su programa de gobierno.
“No podría el Estado enfrentar únicamente con la inversión pública el reto del crecimiento de México; se requiere de la inversión privada y se requiere del sector social, entonces amor y paz”, dijo el líder izquierdista, que esta campaña presidencial espera que se cumpla el popular refrán de “la tercera es la vencida”.
jmesa@elespectador.com