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“Queremos demostrarle al dictador (Ortega) que el pueblo llena las calles y vacía las calles cuando quiera, aunque repriman, amenacen y obliguen a los trabajadores estatales a ser serviles de un dictador”, dijo el líder estudiantil Lesther Alemán.
El plan de presión a Ortega termina este sábado con una caravana de automóviles que recorrerán varias ciudades del país. La primera jornada, llamada “Juntos somos un volcán”, inundó las calles del país con miles de nicaragüenses, que desafiando temores, marcharon en Managua para pedir la salida de Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo.
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Carolina Aguilar, de 52 años, dijo estar “harta de un gobierno que mata impunemente”. “No podemos vivir con un asesino, con un alacrán que día a día nos está matando. Daría mi sangre con tal de que esto acabe. Si es lo que quiere: ¡máteme! pero ya deje libre al pueblo”, declaró a AFP. Desde que comenzó la crisis en este país, cerca de 300 personas han muerto, según informaciones de organizaciones de Derechos Humanos.
Y es que de acuerdo con Naciones Unidas, la polarización en Nicaragua ha llegado a tal extremo, que las represalias contra los opositores y críticos del Gobierno se están intensificando. “Los asesinatos ocurren a diario en Nicaragua y la situación está degenerando en una peligrosa espiral de violencia generalizada, de violaciones de los derechos humanos y de impunidad rampante”, alertó en Ginebra el portavoz de ese organismo, Rupert Colville.
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El organismo de la ONU especializado en derechos humanos envió expertos recientemente a Nicaragua para evaluar directamente la situación y estos concluyeron que los abusos de los últimos meses son la consecuencia de la erosión de largo plazo de las libertades ciudadanas y de un Estado de derecho muy frágil.
Como salida a la crisis, la Iglesia católica propuso adelantar los comicios de 2021 a 2019, en el diálogo que media entre el gobierno y la Alianza. Pero eso fue descartado por el propio Ortega, cuya familia domina varios sectores financieros.