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La Casa Blanca vive en un escándalo permanente. El tema de la interferencia rusa en la elección del presidente Donald Trump en 2016 lo ha perseguido casi desde el día de su posesión. ¿Pero cómo lo hicieron?
Un documento publicado esta semana da pistas de cómo fue la estrategia con la que Rusia habría interferido en las elecciones estadounidenses de 2016. Un plan que comenzó en el año 2014, dos años antes de que se celebraran los comicios en los que Donald Trump salió victorioso.
La investigación, a cargo del Departamento de Justicia, encontró que 13 funcionarios rusos habrían formado parte de una poderosa organización que, mediante perfiles falsos y publicidad en redes sociales, habría contribuido a potenciar la candidatura de Donald Trump y, al mismo tiempo, atacar sin piedad a la de Hillary Clinton.
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Bajo el nombre de “The Internet Research Agency”, y con base en San Petersburgo, la organización se camuflaba como cualquier otra agencia de tecnología. De acuerdo con información entregada por los investigadores, la empresa contaba con un departamento gráfico, de análisis de datos, de posicionamiento en buscadores (SEO) y soporte tecnológico.
Sin embargo, detrás de esta fachada se escondía una poderosa red que en 2016 alcanzó a manejar un presupuesto de US$1,25 millones por mes, según indicaron los investigadores. Con este flujo de caja, los rusos contrataron a más de 100 personas que administraban perfiles falsos, robaban identidades de ciudadanos norteamericanos y pagaban por publicidad engañosa en las redes sociales.
El método
Aunque la tarea de interferir en las elecciones comenzó años antes de que Trump entrara en la contienda, el salto al agua por parte del magnate les dio a los rusos un nuevo objetivo: potenciar su campaña.
De acuerdo con el Departamento de Justicia, el objetivo de los rusos era el de quebrar la fe de las personas en los políticos y sus instituciones. En la práctica, eso significaba crear perfiles falsos de Estados Unidos para operar páginas y grupos de redes sociales cuyos público objetivo fuese vulnerable.
“Creé todas estas fotos y publicaciones, y los estadounidenses creyeron que fue escrito por su gente”, escribió una de las rusas investigadas en un correo que fue revelado por la operación.
Mediante turnos de día y noche, los rusos habrían enfocado sus esfuerzos en crear grupos y perfiles falsos que parecieran reales. Uno de ellos, @TEN_GOP, que simulaba ser el perfil oficial del Partido Republicano en el estado de Tenessee, habría sido replicado por el hijo mayor del presidente, Donald Trump Jr., así como por la consejera de la Casa Blanca, Kellyanne Conway. Esto con el fin de dar una sensación de legitimidad frente a los usuarios.
Sin embargo, la ofensiva de los rusos se enfocó en la campaña de Hillary Clinton; incluso apoyaron a Bernie Sanders, rival de la exprimera dama en las primarias demócratas.
En algunos casos los grupos controlados por los rusos pagaron por publicidad en Facebook en la que equiparaban a Hillary Clinton con el diablo o la relacionaban con el terrorismo islámico. Mueller identificó 13 anuncios digitales pagados por la operación rusa. Todos ellos atacaron a Clinton o promovieron a Trump.
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“A través de sus perfiles falsos empezaron a producir, comprar y publicar publicidad en las redes sociales estadounidenses apoyando expresamente a Trump u oponiéndose completamente a Clinton”, dice el documento.
De hecho, en el verano de 2016, cuando Clinton parecía encaminarse hacia una victoria decisiva en las elecciones generales, los agentes rusos promovieron las denuncias de fraude electoral demócrata. Eso hizo eco del mensaje del propio Trump de que él estaba siendo víctima de un sistema político manipulado.
Otro de sus métodos, según el documento, era el de crear grupos de discusión sobre temas que en la campaña fueron polémicos, como el de la inmigración, el control de las armas y el movimiento “Black Lives Matter”, que abogaba por la creciente violencia policial en contra de la población afroamericana. A estos últimos, según la investigación, se les instigó a que no participaran en las votaciones, pues “ni Trump ni Obama los representaban”.
Por el momento, el gobierno ruso ha guardado silencio sobre lo descrito en el documento del Departamento de Estado, mientras que Trump respondió agresivamente a lo expuesto por Robert Mueller, encargado de la investigación.
El presidente se defendió argumentando que el documento “le daba la razón”, pues la interferencia habría comenzado en 2014, un año antes de su nominación, pero guardó silencio frente a la ayuda que habría recibido por parte de los rusos.