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Más de 380.000 personas perdieron la vida, entre ellas más de 115.000 civiles en casi nueve años de guerra civil en Siria, informó el sábado el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos. Ello implica que, en promedio, cada día hubo al menos 115 muertos.
Esta institución, que tiene una red de fuentes en todo el país, precisó que, entre víctimas, figuran unos 22.000 niños y más de 13.000 mujeres.
El conflicto estalló después de las protestas contra el régimen sin precedentes en la ciudad meridional de Derá, el 15 de marzo de 2011. Las manifestaciones se extendieron por todo Siria y fueron brutalmente reprimidas por el régimen, desencadenando un conflicto armado de múltiples frentes, que atrajo a los yihadistas y a las potencias extranjeras.
El conflicto desplazó o envió al exilio a unos 13 millones de sirios, causando miles de millones de dólares en destrucción.
El último número de víctimas del conflicto sirio, emitido en marzo del año pasado por el Observatorio con sede en Gran Bretaña, fue de más de 370.000 muertos. Entre ellos, 128.000 combatientes sirios y no sirios partidarios del régimen. Más de la mitad de estos últimos eran soldados sirios, mientras que 1.682 pertenecían al grupo chiíta libanés Hezbolá, cuyos miembros han estado luchando en Siria desde 2013.
La guerra también costó la vida a más de 69.000 combatientes de la oposición, islamistas y kurdos. También murieron más de 67.000 yihadistas, principalmente del Estado Islámico y del Hayat Tahrir al Sham (HTS), un grupo dominado por el antiguo afiliado de Al Qaida de Siria.
El número total de muertos no incluye a unas 88.000 personas que murieron como consecuencia de torturas en cárceles del régimen, ni a miles de personas desaparecidas después de haber sido secuestradas por todas las partes en el conflicto.
Con el apoyo de poderosos aliados como Rusia e Irán, el presidente sirio Bashar al Asad logró retomar el control de casi dos tercios del país en los últimos años.
Se estima que el conflicto de Siria llevó su economía al nivel de hace tres décadas, destruyendo infraestructuras y paralizando la producción eléctrica y petróleo.