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En 2016 Mark Langedijk, holandés de 41 años, no pudo resistir más su adicción al alcohol que derivó en depresión y decidió optar por un suicidio asistido. Pasó su último día de vida junto a sus padres y hermano, comiendo, riendo, bebiendo y fumando hasta que llegó un doctor especializado en este tipo de procedimientos para aplicarle una inyección letal. Su vida era, en sus palabras, ‘insoportable’. Al igual que Mark, muchos holandeses en los últimos años han elegido el camino de la eutanasia. Sin embargo, no todos los procesos parecen ser los adecuados.
Fiscales holandeses abrieron una investigación penal a cuatro casos puntuales de muertes asistidas por médicos para esclarecer los detalles en cada uno de los procesos. Se tratan de cuatro pacientes cuyas enfermedades y condiciones no les permitían tomar la decisión de acudir a un suicidio asistido, como es el caso de una mujer de 67 años con alzhéimer en el que no se pudo establecer si tomó una decisión propia o fue una acción deliberada. Según los investigadores, se debe revisar si cada caso contaba con las pruebas necesarias para determinar si la decisión de eutanasia sobre los pacientes son las acertadas.
Holanda, que fue el primer país en legalizar el proceso de eutanasia en 2002, se enfrenta a una problemática social por el aumento de solicitudes para una muerte asistida. Tan solo en 2017 se registraron más de 7.000 casos de eutanasia en el país, 1.000 más que en el 2016 y 3.000 más que en 2012. La cifra de 2017 representó el 4% de las muertes en la nación, pero lo sugerente es que miles de solicitudes de eutanasia fueron rechazadas, por lo que se teme que este proceso llegue al punto de normalizarse en el país.
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La eutanasia se aprobó en Holanda en 2002 luego de un extenso debate que comenzó en la década de 1960 en la que influyeron obras como la de Jan Hendrick van der Berg, psiquiatra holandés que proponía “acabar con la vida de los pacientes en caso de que los procesos médicos los hicieran sufrir o les prolongaran su agonía”. Luego, en la década de 1970, se creó una comisión encargada de estudiar el tema y darle una solución legal al recurso de eutanasia, que finalmente obtuvo su legitimidad a comienzos del nuevo siglo. La ley “Verificación de la terminación de la Vida a Petición Propia y Auxilio Asistido al Suicido” entró en vigor en abril de 2002 y le daba un recurso jurídico, solo a los médicos que cumplieran con los requisitos, para asistir en el proceso a los pacientes terminales. El suicidio asistido es bajo la ley legal siempre y cuando el paciente tenga la convicción de hacerlo, aunque no necesariamente requiere de una petición por escrito.
Las principales solicitudes de eutanasia vienen de los pacientes de cáncer terminal seguidos por los que tienen patologías del sistema nervioso, problemas psiquiátricos y enfermedades pulmonares o cardiovasculares. Para conseguir la aprobación del proceso médico, el paciente debe manifestar ciertas condiciones que determinen que su enfermedad es terminal o que los tratamientos que ha recibido no han dado resultados suficientes o le generan mayor dolor a su cuerpo.
Holanda, uno de los líderes mundiales en políticas liberales, ha tomado mucha flexibilidad con respecto al tema y la regulación se ha vuelto muy laxa. Tan solo en enero de 2018 la cooperativa holandesa ‘Última Voluntad’ protagonizó un escándalo por la conocida ‘eutanasia en polvo’, un método disponible en el mercado que se trata de un polvo que al ser consumido regularmente puede llevar a la muerte. Este método suele ser ofrecido a quienes tuvieron un rechazo en la solicitud de eutanasia por los médicos.
Aunque el gobierno calificó este proceso de ‘irresponsable’, sí ha estado de acuerdo con ampliar el proceso a las personas de edad mayor que simplemente estén cansados de vivir. En 2016, los ministros de Sanidad y Justicia le manifestaron al Parlamento Holandés en una carta que “las personas que estén convencidas de que su vida terminó deberían poder ponerle fin de una forma digna, de acuerdo con unos criterios estrictos y cautos”.
Pese a que no se han hecho adelantos en una reforma a la ley de eutanasia sobre este aspecto, el cambio contribuiría al aumento de solicitudes de muerte asistida que de por sí ya es elevado. En 2017, la Clínica del fin de Vida, que se concentra en recibir casos de eutanasia y tiene su sede central en La Haya, reportó que debía duplicar a su personal para cubrir el número de solicitudes de muertes asistidas, pues la entidad se encontraba saturada por la cantidad de procesos.
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Theo Boer, profesor de ética de atención médica en la Universidad de Utrecht, señala que algunos criterios que se plantearon en la legislación de la eutanasia son muy abiertos, y que, por ejemplo, juicios como el ‘sufrimiento insoportable’ eran muy ambiguos y en la ley no se especifica qué es lo que quieren decir. Boer, quien hizo parte de una de las comisiones de control de la eutanasia, ha advertido que “la opción de eutanasia puede distraer nuestra atención de la búsqueda de alternativas. La eutanasia y el suicidio asistido están vinculados a la libertad del individuo, pero se trata también de un acontecimiento social”, esto hace referencia a que, si bien es un recurso, no debe ser la primera opción, pues deben buscarse otras soluciones a los problemas médicos.
Frente a la gran demanda de eutanasia médica se han incrementado también los exámenes sobre cada caso. La Comisión Holandesa para la Eutanasia denunció el año pasado el caso de una paciente de demencia que recibió la inyección pese a no haber expresado explícitamente su decisión de morir. La paciente había expresado con anterioridad su deseo de eutanasia cuando así lo viera necesario, y esto fue interpretado por la doctora que llevaba su caso como una autorización. Esta situación produjo el primer llamado de atención a un médico por el proceso de suicidio asistido. Ahora, la fiscalía investigará otros cuatro casos en los que los elementos probatorios para una decisión final sobre aplicación de eutanasia no eran suficientes. Algunos médicos habrían concluido con facilidad a proceder en la eutanasia sin su debido proceso.
Tanto por el aumento de solicitudes de eutanasia, como por su debido proceso, psiquiatras, médicos y penalistas holandeses se encuentran inquietos por la calidad en el acceso al suicidio asistido. Tras el caso de la paciente de demencia, Charles Lane escribió en The Washington Post ‘¿cuántos casos fallidos tomaría desacreditar la práctica por completo?’ y señala que sería la presión internacional la que podría evitar una expansión abrupta de la eutanasia médica, sin embargo, el tema fue ignorado por la Asociación Mundial de Psiquiatría durante su congreso en Berlín el año pasado.