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El consumo masivo de medicamentos y drogas le está pasando una alta factura a Estados Unidos. No sólo mata cada año a cerca de 64.000 estadounidenses, de acuerdo con el Centro de Control y Prevención de Enfermedades le está costando mucho dinero al presupuesto del país. El año pasado el gobierno tuvo que declarar emergencia sanitaria por la ola de adicción a los opiáceos.
Para hacer frente al drama, que ya no distingue raza ni clases sociales, varias ciudades de EE.UU. han demandado a farmacéuticas y distribuidores por su supuesta responsabilidad por el aumento en adicciones y muertes por opiáceos. La más reciente fue Nueva York.
Con esta demanda, en la Corte Suprema en Manhattan, Nueva York busca recuperar 500 millones de dólares por gastos en que ha incurrido y los que tendrá la ciudad en el futuro por combatir la epidemia, que en 2016 cobró la vida por sobredosis a 1.075 neoyorquinos, el récord más alto de muertes por esta razón.
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La lista de demandados incluye a gigantes del sector como Johnson & Johnson o Allergan, según un comunicado de la alcaldía. Destaca que las muertes por sobredosis han crecido cada uno de los últimos seis años en la ciudad y que se han más que duplicado entre el 2010 y el 2016, y sostiene que los residentes de los vecindarios más pobres son los que están en más alto riesgo.
La demanda alega que la crisis de opioides causada por un márketing engañoso de los fabricantes y las recetas para dolor con que los distribuidores han inundado Nueva York han colocado una carga sobre la ciudad.
Ello ha aumentado el tratamiento por el uso de sustancias, servicios ambulatorios y de urgencias, a pacientes hospitalizados y cotos legales, entre otros.
La Alcaldía de Nueva York indica además que los fabricantes buscan crear una falsa percepción de que usar opioides para tratar el dolor crónico era seguro para la mayoría de los pacientes y que los beneficios de las drogas sobrepasaban los riesgos.
"Más neoyorquinos han muerto en años recientes por sobredosis de opioides que en accidentes de tránsito u homicidios combinados en años recientes", indicó el alcalde Bill de Blasio. "Ya es tiempo de que las compañías respondan por lo que han hecho a nuestra ciudad y ayuden a salvar más vidas", afirmó.
La crisis de opiáceos
"Esta epidemia esa una emergencia de salud pública", dijo en la Casa Blanca, al formalizar la declaración de emergencia el año pasado. El presidente calificó de "crucial" este paso y reclamó a todos los Gobiernos y las agencias públicas involucradas que pongan cuanto antes todos los recursos a su alcance en marcha para acabar con esta lacra.
La crisis se agravó desde 2012. Según los datos del Centro de Control y Prevención de Enfermedades, el abuso de estupefacientes se llevó por delante la vida de 64.000 estadounidenses el año pasado. El fenómeno afecta a zonas rurales y urbanas.
De acuerdo con datos de The New York Times, la prescripción indebida de medicamentos opiáceos –hubo 216 millones de recetas el año pasado– y el uso de derivados sintéticos de estos están relacionadas con el aumento de muertes por sobredosis.
Más de un millón de ciudadanos tomó heroína el año pasado y 11 millones abusaron de opiáceos prescritos por médicos. Ahora el departamento de Salud tendrá que vehicular la emergencia sanitaria.
En su último informe, la Agencia Antidroga de EE UU (la DEA) pintó el panorama: entre 2010 y 2015 las muertes relacionadas con sobredosis por heroína se cuadruplicaron, hasta rozar los 13.000. Esa cifra podría ser un 30% superior, ya que la heroína se metaboliza en morfina en los cuerpos con mucha rapidez y eso dificulta determinar la sustancia en los análisis forenses.