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Aunque es usual que Estados Unidos condicione la ayuda económica a Colombia (reducción de cultivos de coca, principalmente), cuentan que durante su paso por Bogotá, el secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, llegó a plantear una nueva exigencia para la entrega de recursos: un endurecimiento de las presiones a Venezuela.
Un requisito inaceptable para Colombia, dada la compleja relación con Caracas. “Sería contraproducente para los intereses colombianos aceptar dicho arreglo. Cualquier impresión que dé Bogotá de alinearse con Washington puede empeorar la situación con Venezuela y ser utilizada por Nicolás Maduro para alimentar su teoría de que países como Colombia, coordinados por Estados Unidos, están incentivando la inestabilidad y violencia allí”, opina Arlene B. Tickner, profesora de la Universidad del Rosario.
Tillerson habló de la posibilidad de redireccionar recursos destinados a aliviar la crisis humanitaria en Venezuela hacia Colombia, pues reconoció el peso que la llegada masiva de venezolanos le está causando al país. “Hablamos de este tema con el presidente y vamos a poder analizar cuáles son las posibilidades de que esto se pueda utilizar de esta manera”, agregó el secretario de Estado, sin mencionar el monto de los nuevos fondos. El subsecretario de Estado para Latinoamérica y el Caribe, Francisco Palmieri, agregó que EE. UU. está dispuesto a dar “ayuda técnica” a Brasil y Colombia para atender el problema. “Abogamos por mantenerlos cerca de la frontera con Venezuela para que puedan volver a casa cuando la democracia en su país sea restaurada”, explicó.
Durante el encuentro en la Casa de Nariño esta semana, el presidente Juan Manuel Santos llamó dictador a Maduro y dijo que no reconocía las elecciones presidenciales: “Es urgente restaurar el cauce democrático en Venezuela, porque son los ciudadanos los que están sufriendo las consecuencias de una dictadura al garete (…). La aguda crisis que atraviesa el vecino país -fruto de la fracasada revolución que abandera el presidente Maduro- tiene repercusiones enormes para Colombia y para toda la región (…) Maduro no aceptaría jamás ir a unas elecciones libres y transparentes porque sabe que las pierde. Y en esas condiciones será imposible para Colombia, y pienso que para muchos países democráticos como los del Grupo de Lima, reconocer cualquier resultado”.
Música para los oídos de Donald Trump, que envió a Tillerson a México, Argentina, Perú, Colombia y Jamaica buscando apoyo para nuevas sanciones en contra de Venezuela, así como pronunciamientos más fuertes. “Las fuertes palabras de Santos contra el gobierno de Maduro y el rechazo a sus elecciones exprés transmitieron que Colombia siente lo mismo por Venezuela que Estados Unidos. Una posición tan dura, junto con la intensificación del esfuerzo antidrogas, será útil para asegurar recursos para construir la paz en Colombia”, reconoció Michael Shifter, director de Diálogo Interamericano, un think-tank en Washington.
Sin embargo, aclaró que “sería tonto que Estados Unidos presione a Colombia para que realice acciones hostiles contra Venezuela, a cambio de más cooperación. Lo último que quiere Colombia ahora, justo antes de las elecciones, es intensificar las tensiones con Venezuela”.
Ver más: Los temas de Tillerson en Colombia
Lisa Haugard, directora del Latin American Working Group en Washington, fue más crítica: “Es una visión cortoplacista tratar de presionar al gobierno colombiano con su vecino, seguro Bogotá tiene mejores ideas de la relación bilateral. El gobierno Trump, con su retórica antiinmigrante, no está en posición para aconsejar a Colombia”.¿Hasta dónde puede presionar Santos a Venezuela? Para Tickner, que recuerda que la retórica antiMaduro de Santos subió hace rato, la única alternativa que tiene el gobierno colombiano es “seguir insistiendo en una salida negociada, pacífica y democrática a la crisis del vecino país, en coordinación con los países integrantes del Grupo de Lima. Puede presionar en la OEA para que sea aplicada la Carta Democrática sin perjudicar los intereses colombianos, que son muy diferentes al del resto de Latinoamérica por el carácter complejo de la frontera. Y buscar un acompañamiento regional e internacional para atender la situación migratoria”.
Crisis que podría agravarse después de las presidenciales venezolanas del 22 de abril. Hasta ahora, según cifras oficiales, 550.000 venezolanos han llegado a Colombia, pero de acuerdo con el sociólogo venezolano Tomás Pérez Bravo, vendrá una avalancha de emigración el próximo semestre. En entrevista con la agencia Anadolu explicó que “la inseguridad ciudadana y el deterioro económico son los principales propulsores del éxodo masivo. Y si no cambian las cosas vamos a estar presenciando una avalancha”.
Un día después del encuentro con el representante de Trump, Santos viajó a Cúcuta para hacer varios anuncios, que no gustaron a muchos venezolanos pero que calmaron la agitación de los últimos días en Cúcuta, en donde el rechazo hacia los migrantes viene en aumento.
El gobierno planteó un control migratorio más fuerte, un registro de venezolanos para definir su estatus migratorio, frenó la expedición de tarjetas fronterizas, y anunció que entra en funciones un grupo especial para garantizar el respeto del espacio público y controlar el contrabando. La frontera fue, además, reforzada con 2.120 uniformados más.
Gasolina para el discurso chavista: “La histórica sumisión de los gobiernos de la oligarquía colombiana a Washington sigue generando dolor, guerras, desplazados, refugiados, miseria, paramilitares, contrabando, producción de drogas, narcotráfico, narco y parapolítica", denunció en Twitter el canciller venezolano, Jorge Arreaza. Un insulto más en la larga lista de improperios que lanzan sobre Colombia desde el otro lado de la frontera y que hoy tienen poco eco.
Tillerson “sudando” petróleo
Antes de iniciar su gira por la región, el secretario de Estado planteó, en la Universidad de Texas –su alma máter y donde habló sin tapujos– que “en la historia de Venezuela y los países de América del Sur, muchas veces los militares son agentes de cambio cuando las cosas están muy mal y los líderes ya no pueden servir al pueblo”. Aunque luego matizó: “Si ese será el caso o no en Venezuela, no lo sé”, y planteó la opción petrolera.Aunque en abril de 2017 el secretario de Estado descartó tocar el petróleo de Venezuela, esta vez sondeó en los países que visitó qué tanto apoyo tendrían unas sanciones petroleras para aumentar la presión sobre Maduro. Anunció un acuerdo con Canadá y México para formar un grupo que analice cómo mitigar el impacto en los ciudadanos de ese país, en la región y las naciones caribeñas que dependen del crudo de Caracas, además del daño para sus propias refinerías.
Este tema pone en profundos dilemas a Tillerson, quien antes de llegar al gobierno, era CEO del grupo petrolero Exxon Mobil y bajo su administración se descubrió el yacimiento más grande en Venezuela: Liza II, que de acuerdo con la petrolera, “es uno de los descubrimientos más significativos”. Liza II sigue la misma línea de la Faja Petrolífera Orinoco, la mayor reserva de petróleo del mundo. Se estima que allí reposan 1,4 millones de barriles de petróleo de alta calidad. Un botín muy grande, que EE.UU. no quiere arriesgar ahora que Rusia se consolida como el principal apoyo financiero de Venezuela.
En diciembre, Maduro le entregó a la petrolera rusa Rosfneft licencias para el desarrollo de dos campos de gas en el estado Sucre. Duro golpe a los intereses estadounidenses en tierras venezolanas y, por eso, Tillerson advirtió sobre la “amenazante sombra de China y Rusia”. “América Latina no necesita de nuevos poderes imperiales que sólo miran por su interés. Estados Unidos es distinto: no buscamos acuerdos a corto plazo con ganancias asimétricas, nosotros buscamos socios”, señaló. La deuda venezolana con estas dos naciones ha crecido exponencialmente desde que Maduro llegó al poder, en 2013.
De acuerdo con The Washington Post, la verdadera presión a Venezuela puede venir de EE. UU. y de naciones europeas, todas apuntando a las exportaciones de petróleo. “El gobierno de Maduro depende del flujo de efectivo que proporciona el crudo para mantener el poder, especialmente para asegurar el apoyo militar”, dice el diario.
“Dejar de comprar petróleo golpearía duramente la economía, pero con toda probabilidad la situación de los venezolanos empeorará aún más”, señala Shifter.
Está comprobado que las sanciones económicas, difícilmente funcionan. Hasta ahora se aplican a treinta países (Corea del Norte, Irak e Irán, entre otros), pero ninguna ha producido el cambio deseado. “Un embargo petrolero de EE. UU., de la mano de otros países de América Latina o el Caribe, podría tener el efecto de estrangular en poco tiempo al régimen de Maduro y forzar una transición política, sin embargo el costo humanitario y político sería incalculable, provocaría un éxodo mayor de venezolanos”, señala Tickner.
Tras haber impuesto sanciones a “más de 50 individuos” y sobre el sistema financiero de Venezuela, el petróleo es el recurso que le queda a Estados Unidos para tratar de obligar al presidente Nicolás Maduro a moverse de sus posiciones, dicen varios funcionarios del Departamento de Estado. Pero para eso necesita apoyo en la región.
El frente “unido”
“Creo que hay gran unanimidad en la región y ciertamente en el hemisferio de que todos queremos una mejora en la situación de Venezuela”, dijo Tillerson desde Jamaica, última escala de su gira. Pero no mencionó las grietas en su plan. México fue el primero en desertar. Aunque confirmó la conformación de un grupo técnico con Canadá para estudiar el tema, descartó las sanciones de plano. “México no va a imponer sanciones petroleras en ningún país y externamos preocupación por la repercusión que podrían tener sanciones petroleras sobre la población venezolana y otros países, principalmente del Caribe”, dijo el secretario de Energía, Pedro Coldwell.En cambio sí encontró eco en Argentina, cuyo canciller, Jorge Faurie, anunció que estudia el tema. El presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, que impulsó la creación del grupo de Lima (integrado por Argentina, Canadá, Chile, Colombia, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Brasil y Costa Rica) en 2017, lo convocó el martes 13 de febrero en la capital peruana para analizar la convocatoria a elecciones en Venezuela. Justo el mismo día en que Tillerson se reunirá con Donald Trump para explicarle qué apoyo encontró en la región.
“Sería difícil para Perú, con un presidente y un gobierno tan debilitados, ayudar a liderar un esfuerzo regional efectivo en Venezuela. Argentina se enfoca principalmente en mantener su economía bajo control y evitar una reacción política. Vamos a escuchar una fuerte retórica y voces que condenen a Maduro, pero no mucho más”, concluyó Shifter.
La inédita tragedia venezolana va para largo. Mientras el caos reinaba en el puente Internacional Simón Bolívar en Cúcuta, el senador republicano Marco Rubio aseguraba que el mundo apoyaría que las Fuerzas Armadas de Venezuela dieran un golpe de Estado contra Nicolás Maduro.
Al gobierno Trump parece habérsele olvidado el nefasto legado de las “soluciones militares” en la región, sobretodo aquellas en las que Estados Unidos jugó un rol protagónico.